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Primavera tardía

Drama Noriko vive con su padre viudo y cuida de él, pero ya va siendo muy mayor para permanecer soltera. Su padre desearía casarla, aunque ello represente su definitiva soledad. Lo malo es que el candidato a matrimonio se casa con la mejor amiga de Noriko. Su tía Masa le presenta a un joven a su pesar. (FILMAFFINITY)
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
28 de diciembre de 2005
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poca gente como Ozu es capaz de sacar tanto partido a la cotidianidad. Sin duda Ozu es uno de los más grandes (de los 5 o 6 más grandes diría yo) directores. Su manera de entender el cine y de articular las películas (desde los encuadres, al montaje, que no sigue los "ejes" occidentales) es tan particular que su filmografía bien merece un punto y aparte. Y Bashun no es una excepción. Todo lo contrario. Si tuviera que escoger una película que resumiese el cine de Ozu, es muy probable que escogiese Bashun.

La familia y sus preocupaciones, y la inminente occidentalización del Japón de la posguerra, sus temas más comunes, son tratados aquí de manera tan sutil como demoledora. Aquí la dialéctica entre la tradición nipona y la nueva tendencia occidental salpica al bueno de Chishu Ryu, el padre, y a su hija Noriko. El padre que quiere casar a la hija, la hija que no quiere dejar solo al padre, pero que no quiere aceptar la idea de que su padre, quizá, se vuelva a casar. Esta es la trama argumental de la película, sin más. Ni más que le falta. Ozu articula una película tan simple como hermosa, donde (y perdón por el tópico) su simpleza esconde una profunda complejidad.
K
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15 de octubre de 2011
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá del buen cine, por encima de una obra maestra, está el arte como milagro de la sensación. Y así se nos presenta PRIMAVERA TARDÍA, desnuda de artificios, desprovista de originalidades, sin diálogos ampulosos ni frases para el recuerdo; y, sin embargo, insuperable crónica de la esencia de la vida; del inevitable drama de lo cotidiano. La vana esperanza de esquivar al destino se diluye, lentamente, como la ilusión de retener la arena en el puño. Y llegamos al final: un hombre, una manzana y el espectador con la garganta quebrada.

HAIKUS A PRIMAVERA TARDÍA

Desprendiendo,
tras mi secreto dolor,
la flor del tallo.

Con el aroma del té,
inevitable,
llega la ausencia.

Descubro, solo,
la fragante espiral
desgarradora.
The Quiet Man
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13 de mayo de 2010
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero que grande es Ozu.

No conozco a otro director que consiga expresar de una manera tan natural la cotidianidad del pasar de los días, y justamente eso que es tan complicado el lo domina a la perfección.

Su cine no es de grandes artificios, tampoco tiene bruscos giros de guión, su cine es puro como la vida misma. Repleto de esos planos perfectos a nivel del suelo tan característicos.

Bajo la sencilla apariencia de sus historias siempre encontramos una posición crítica frente a la sociedad expuesta de una manera muy sutil.

Esos personajes tan dignos que se sacrifican por los demás sabiendo perfectamente que acabarán solos me recuerdan a los de las películas de mi querido Chaplin. Dos grandes humanistas.

Si para Tarkovsky era el agua, para Ozu son los trenes, ese elemento simbólico y poético que se reitera en sus films.

Sin duda, uno de los mayores genios de la historia del cine.
Tarko86
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3 de diciembre de 2012
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ozu filma con sensibilidad y preciosismo, sirviéndose de sus inconfundibles planos fijos, impecables, conformando una obra en la que los conflictos emocionales en un entorno doméstico afloran a raíz del interés de un padre que anhela poder casar a su hija, que ronda la treintena.

Nos presenta la cotidianeidad del Japón a pocos años del fin de la guerra, a través de unos personajes que viven y se mueven en un país que está cambiando, occidentalizado paulatinamente (planos de carteles de Coca-Cola, otros de establecimientos escritos en inglés...). Las tradiciones y costumbres familiares de antaño se van diluyendo mientras vemos la evolución de la trama; la negativa reacción de la hija y posterior conformidad, así como el empeño del padre y la tía, hasta llegar a la resignación paterna ante un futuro de soledad.

Bello retrato de las relaciones humanas, del amor irrenunciable a los seres queridos, del sacrificio intrínseco en el ciclo de la vida. Cada encuadre transpira armonía y una homogénea serenidad se advierte en la simplicidad de cada plano, logrando un compendio solidamente enternecedor.
Wellesford
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28 de febrero de 2012
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corre el año 1949 en la ciudad japonesa de Kamakura, en la bahía de Tokio, y se nos abre la puerta de la casa donde viven Noriko y su padre. Ella tiene veinticinco años, su padre es viudo, y ambas vidas fluyen entre escenas domésticas. Pero la irremisible necesidad del cambio de estación en sus existencias se cuela por cada rendija de las ventanas.

Una ceremonia del té entre mujeres nos frena de seco el tráfago de nuestra marcha y nos propone introducirnos en el universo del maestro: la vida a través del gesto delicado. Mediante los quehaceres domésticos y las citas entre personas de la misma comunidad se nos revela la condición humana de los personajes de esta trama, en la que la microsociedad se permea de los cambios en la macrosociedad japonesa tras la derrota en la 2ª Guerra Mundial, con la llegada de todo lo occidental. Los trenes como símbolo y la quietud en el tatami hogareño terminan de crear esta atmósfera impregnante de tanta vida.

Pequeño drama de momentum vital captado con planos fijos a la altura de los ojos de una persona sentada en el suelo; estamos ante una obra hermosa y sentida donde Ozu muestra, sin justificar ni condenar, los temas perennes al ser humano en el avatar de esta vida, acompañando a todos y cada uno de los personajes en el vehículo de mostrar su esencia al espectador. Extrayendo poesía de los detalles más nimios, con sutileza alumbrando temas como la familia de clase media japonesa, las diferencias entre las distintas generaciones y la occidentalización del país, esta película de humilde grandeza es la más cercana a una verdadera comunicación entre sus personajes de las que Ozu realizara. Su estilo trascendental –conflicto que se resuelve con una ascensión a un plano superior de conciencia-, como señaló Paul Shrader en su libro "El estilo trascendental en el cine: Ozu, Bresson, Dreyer", es inigualable.
LourdesPzBorrero
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