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Wilde

Drama El escritor irlandés Oscar Wilde fue un genio, un hombre que tuvo la osadía de enfrentarse a los tabúes, a la hipocresía y a la estupidez de la sociedad británica y, precisamente por ello, acabó siendo procesado y encarcelado. La suya fue una vida llena de escándalos y de éxitos en una época en la que ser diferente se consideraba un delito. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
20 de agosto de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Biografía de uno de los íconos de la literatura, excelentemente interpretada por Stephen Fry. Dura, tierna y fiel a los momentos de apogeo y más tristes de la vida de O. Wilde. Muy bien mixturada con relatos (en off), del cuento "El Gigante Egoista", que proporciona ternura adicional al film. Muy Recomendable!!!
rombo
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28 de octubre de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stephen Fry es un grandísimo actor.Contando con un físico bastante parecido al del real Oscar Wilde, da vida al genial autor irlandés con enorme dedicación y maestría.
Pero el guión de Wilde es pobre, muy pobre. Sin duda, podría habérsele sacado mucho más jugo a la historia con una miniserie de dos o tres capítulos, porque cuando termina la película, los no versados en la figura del autor siguen sin saber quién es este hombre, cómo ha llegado hasta ahí, y por qué es la figura célebre que fue y sigue siendo en la actualidad. La narración es demasiado densa, y no hay en ella ni un ápice de la pasión y el entusiasmo contagioso de la vida que se está narrando en la pantalla.
La suerte, como se decía antes, es que los actores están fantásticos (destacan, además de Fry, unos entonces desconocidos Jude Law y Martin Sheen, y la siempre encantadora Jennifer Ehle). Y que la figura de Wilde siempre resulta fascinante. Pero una historia tan jugosa podría haber dado lugar a una película muchísimo mejor.
Sibila de Delfos
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7 de febrero de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Considerar ésta película un “biopic” del famoso autor de “El Retrato de Dorian Gray” sería desmarcarlo de contexto. La homosexualidad siempre sedujo al escritor irlandés pero lo persiguió a la vez, como los extremos opuestos de la sociedad conservadora británica. Wilde, criado y fundamentado bajo las severa y estricta Inglaterra victoriana se vio marcado por su condición de homosexual aunque supo para ello enfrentarse gracias a su capacidad de transmitir unas historias que nadie se imaginaba que nadie así las hubiera escrito.

La película nos presenta un Oscar Wilde (interpretado por Stephen Fry, el Peter de “Los Amigos de Peter” (1992) de Kenneth Branagh) visitando Norteamerica, por aquel entonces tierra prometida de libertad, espejismo de un mundo moderno y prometedor, alejado de la gris y fría vida británica. Pero solo va a ser el principio de una debacle moral porque a su regreso, y comprometido con Constance Lloyd (Jennifer Ehle), Oscar va a empezar una plácida aunque algo aburrida y académica vida que solo verá recompensada con sus citas con amantes como el diplomático Robbie Ross (Michael Sheen), John Gray (Ioan Gruffudd) y el joven estudiante Lord Alfred Douglas (Jude Law) hijo del influyente y poderoso Marqués de Queensberry (Tom Wilkinson).

Precisamente será su tempestuosa amistad con el Lord lo que, lentamente, el juicio general a Wilde va a crecer en contra de su persona y que lo llevará incluso a tener problemas con la justicia que lo llevaría a cumplir dos años de cárcel y a un exilio voluntario en Francia, país en que moriría en el año 1900.

Dirigida por Brian Gilbert, director de la comedia juvenil “Viceversa” (1988) y el drama “No sin mi Hija” (Not Without my Daughter, 1991).
Natxo Borràs
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12 de agosto de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buena interpretación y ambientación. Oscar Wilde tocó todos los géneros literarios, novela, teatro y poesía. Hábil constructor de frases, con razonamientos contradictorios, que se acercan al puro sofismo filosófico. Fue persona sensible y de gustos refinados, lector impenitente y bastante iconoclasta para la época, hasta el punto de que le costó la cárcel. El problema que tiene la película es que se circunscribe, casi por completo, a la homosexualidad del protagonista, con profusión de largas escenas explícitas, innecesarias para el desarrollo de la historia en este contexto. Se echa en falta una mayor profundización en su obra y en sus circunstancias familiares, sociales y artísticas dentro de su entrono.
JOSEMIDIAM
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19 de diciembre de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wilde es un personaje mundano que actúa siempre de cara a la galería, le gusta ser el centro de atención y no rehúye la polémica, esto y su estrafalaria manera de vestir le convierten en un dandi de la más alta escuela. Su personaje es seductor pero polémico y destaca por su ingenio y por su asombrosa y deslumbrante personalidad, conocerle es un reto para cualquier mortal. Wilde lanza un desafío a la sociedad victoriana que consiste en vestir bien y hablar con mordacidad. Esta versión posmoderna de Óscar Wilde no está exenta de reproches pero puede llegar a ser considerada como la biografía póstuma del genio.

La sombra de Wilde es alargada y llega hasta nuestros días; su conducta puede ser tachada de inmoral pero su encanto y su magnética presencia nos restituyen frente a cualquier veleidad achacable a su persona. Él es un dandi, un esteta, y antepone siempre la belleza al bien moral. El dandi puede perdonar un error siempre que éste no sea vulgar. Su vida es un ejemplo claro de cómo nuestra sociedad a veces castiga a las personas por su talento.

Wilde se atrevió a ser diferente y lo pagó caro. Su vida es parecida a la de un mártir religioso y de ella podemos extraer alguna valiosa lección. Las nuevas generaciones sabrán sacarle partido. El vestuario es deslumbrante y el personaje está muy bien caracterizado, pero Óscar Wilde fue algo más de lo que se nos presenta en la pantalla. Pienso que a la hora de profundizar en la psicología del personaje la película se queda corta; quien quiera conocer de verdad a Óscar Wilde tendrá que buscar en otra parte.

A Jude Law le va muy bien el personaje de Lord Alfred Douglas -a la sazón amante de Wilde-; ambos rivalizan en juventud y belleza. Óscar Wilde fue uno de los personajes más influyentes de su tiempo pero dio con sus huesos en la cárcel y ya no pudo reformarse; su historia es trágica. Por eso me repele un poco la frivolidad con la que está tratado el personaje; a pesar de su porte mundano Wilde fue una especie de santo, un mártir de la Belleza que entregó su vida a la causa que él más amaba. Hizo de su vida una magnífica obra de arte y esto ha quedado para la historia; vestir bien no fue su único talento, Wilde fue un adelantado a su tiempo en muchos aspectos.

Nuestro personaje se mueve como pez en el agua en el ambiguo terreno de las apariencias pero no deja de ser un irlandés foráneo en su propia patria y de ascendencia marcadamente católica. Esto está presente en toda su obra, si bien no de manera evidente. La vida de Wilde es el canto de un cisne lastrado por su grandeza a quien sus enormes alas no le dejaron volar. La viveza de su ingenio no ha muerto, sigue presente en su obra y en su legado artístico. Wilde vivirá siempre y la huella de su biografía aún ha de ser explotada. Quien no haya aprendido esto no ha comprendido a Wilde.

El espectador que quiera disfrutar con las ocurrencias de un personaje de altura puede ver esta cinta, no le defraudará ...
dandyboy
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