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Huacho

Drama Un largo día de finales de verano, una familia de campesinos del sur de Chile se esfuerzan por adaptarse al extraño mundo global en el que viven; un mundo, donde un videojuego o un vestido nuevo pueden ser tan valiosos como un litro de leche o un vaso de vino. Un nuevo mundo, en el que los límites entre tradición y modernidad se van desvaneciendo y los valores van cambiando a toda velocidad. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
2 de agosto de 2016
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de este autor chileno es demoledor. Utiliza la cámara fija para narrar desde el silencio las vidas de una familia al margen de la modernidad, fuera del mundo de los malls y de cualquier lógica que los integre a la vida que aparece en televisión. Tres generaciones (abuelos, madre e hijo) que viven de lo que provee el campo los abuelos, dependienta la madre, y el hijo es el compañero pobre del colegio. Representan la progresiva alienación del campo chileno, que desnaturaliza y empobrece a sus miembros, todo vivido en el margen de la cultura que, en el caso del hijo, amante de los videojuegos, alcanza un grado patético. Las historias transcurren durante un día a oscuras, debido a que les han cortado la luz y todo vínculo con el mundo. Es el instante en que el abuelo cuenta sus historias a la familia, pero ninguno de sus integrantes tiene interés en lo que tenga que decir. Se constata una nula transferencia de sabiduría a las generaciones más jóvenes. El director utiliza un lenguaje visual cercano al documental, donde tiene muy claro los elementos repartidos en los cuatro puntos de vista. Utiliza una contemplación naturalista que avanza a una velocidad exasperante, pero que en el conjunto ensambla un inteligente discurso. El cine del colombiano César Augusto Acevedo (La Tierra y la Sombra; 2015) se mueve con esta misma parsimonia, sin embargo, sus imágenes son más poéticas, aunque ambos, el chileno y el colombiano, retratan una visión pesimista y aniquiladora del mundo rural.
Anibal Ricci
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2 de diciembre de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Huacho viene de la lengua quichua y significa solitario, aunque es más común la acepción de hijo/a no reconocido por el padre, o cría sin madre (también guacho). Aunque en la película Huacho al que mejor le queda el (des)calificativo es al niño que no tiene padre, aquí huacho tiene una connotación simbólica: Todos los personajes son, en algún sentido, huachos.

De ahí la paradoja. Los cuatro protagonistas (abuelo, abuela, hija y nieto) son integrantes de una familia pobre del campo del sur de Chile. Una familia que vive, duerme y come junta; pero... y aquí radica la belleza y tragedia de la historia, es la sociedad la que los ha dejado. La sociedad capitalista donde cada sujeto se enfrenta solo a sus pequeños dilemas y grandes fantasmas, porque lo social está fragmentado, y en cada nivel el silencio y la desconfianza se vuelve una forma de resistencia.

Algunos de los protagonistas luchan por “incorporarse”: a través del consumo, la madre del niño lucha por quedarse con un vestido nuevo y no tener que devolverlo para pagar la luz con el dinero; el niño lucha por conseguir jugar con el juego de pantalla con los que juegan sus colegas en el cole. Los abuelos en cambio -pertenecientes a una época en que la vida no se juega en el consumo- luchan por la supervivencia: la abuela por vender su queso a un precio en que valga el esfuerzo y el abuelo tala árboles para construir con la velocidad del campo y de sus años una cerca de madera para un terreno que probablemente no es suyo.

Y así, en una historia sencilla, intimista y bien contada, se nos presentan los más crudos detalles de los conflictos a los que se ven sometidas las personas en un mundo capitalista que los dejó fuera (ver spoiler). Con la fuerza que otorga la sutileza, mediante los pequeños secretos y mínimos márgenes de resistencia de cada personaje, el director nos muestra la desigualdad naturalizada en el Chile actual.

No sé vosotros, pero yo me acostumbro a pensar que lo que es porque siempre ha sido así es lo que tendría que seguir siendo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LaChicaB
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20 de setiembre de 2009
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fernández Almendras debuta en la dirección con Huacho, un film pequeño, intimista, que sigue el día a día de una familia de campesinos chilenos formada por cuatro miembros, una madre, un hijo y los abuelos de éste. Con un tono lento, casi contemplativo, vamos introduciéndonos en los quehaceres de esta gente y en sus rutinas, mientras observamos el contraste existente entre su forma de vida y la de la gente que les rodea: la abuela se encarga de realizar queso para luego venderlo en la carretera y así obtener un sustento para sacar adelante a su familia, la madre se ve obligada a prescindir de un lujoso vestido para poder pagar la factura de la luz, el niño se muestra claramente en inferioridad con respecto a sus compañeros de clase por no poseer los últimos aparatos tecnológicos, mientras que el abuelo se encarga de labores físicas como la recogida de leña.

El problema de Huacho no es su intención -bastante clara desde el principio, pues no engaña a nadie-, sino la forma de llevarla a cabo. Podría considerarse realmente interesante sólo una de las cuatro "historias" que cuenta (acertadamente hilvanadas mediante un juego de montajes simple, pero eficaz), siendo las demás bastante sencillas y algo, digamos, sosas. La dirección tampoco es un punto a favor, a pesar de la buena selección de planos y algún valor añadido, Fernández Almendras no parece ser consciente de que lo que hace grande a Van Sant no sus planos filmados desde la espalda de los actores. Pero bueno, al fin y al cabo, como debut tampcoo es completamente nula. Sólo exige paciencia y, en cierto modo, algo de comprensión.
Caith_Sith
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17 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filme chileno que tuvo su debut en la sección paralela la Semana de la crítica en el Festival de Cannes del 2009, iniciando en ese lugar su trayectoria en eventos de este tipo que la llevó -entre otros- por San Sebastián, Toronto o Mar de Plata.

Fue el primer largometraje de Fernández Almendras, realizador que alcanzó su máximo apogeo -hasta el momento- con Matar a un hombre (2014), que ganó el premio a Mejor película de la sección World Cinema de Sundance en ese año, un thriller con un atípico protagonista que incluso se presentó en el Costa Rica Festival Internacional de Cine de ese año.

Volviendo a su debut, Huacho, es una obra completamente distante a esa, su valía reside en lo pequeña y sencilla que es, se teje casi como un documental. Cineasta de autor ejerce como guionista de su película, abordando un día en la vida de una humilde familia chilena que vive en el campo.

Cuatro personajes, abuela y abuelo, mamá e hijo, tres generaciones que viven en una constante y diaria lucha. Almendras toma la decisión de darle espacio a cada uno de los cuatro, siguiéndolos a lo largo del día elegido, que no tiene nada mayormente especial, es su cotidianidad.

Primero se enfoca en la abuela (Clemira Aguayo), que sale a una carretera principal a vender su producto, su día pasa entre compañeras de labores en su misma condición y clientes que buscan regatearle el precio. Continua con Alejandra (Alejandra Yañez), la mamá, a la que no le alcanza el dinero con su trabajo y busca que reestablezcan la luz de la casa.

Luego está Manuel (Manuel Hernández), un chico que está entrando a la adolescencia que se le acompaña en un día escolar, donde se muestra una diferenciación económica con sus compañeros de clase. Finalmente, se culmina con Cornelio (Cornelio Villagrán), el abuelo, su día es en el campo trabajando y luego buscando solucionar unos problemas.

El filme termina en la noche con la familia reunida entorno a la mesa cenando, como había sucedido en el inicio mientras desayunaban, no se cierra ningún ciclo, no hay un gran giro argumental, no hay evolución de personajes, no hay un clímax, es simple y llana cotidianidad.

Huacho es una lección de cine, inoperante y banal para el espectador más deseoso de emociones expresadas en pantalla de forma explícita, emotiva y sincera para aquellos que puedan detectar más allá de eso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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