Bienvenidos a Grecia

Fui a ver esta película al cine, tirando a la basura 6 euros que podría haber destinado a comprarme una maquina del tiempo para así no ver la película. Creo que lo mejor de la película es cuando antes de que empezase echaron el tráiler de Civil war.

Aunque la intención de la comedia es reir, me dejó una sensación de aversión absoluta frente a todos sus chistes viciados y repetitivos acompañados por unos personajes poco convincentes y metidos a la fuerza en su papel. La idea central de la película es simple, pero debería implicar la elaboración de un guión más o menos ingenioso que de alguna manera sorprendiese por algún lado. Que sea una comedia familiar y dirigida a todos los públicos no implica que todo deba ser simple y obvio, porque solo refleja falta de originalidad y talento.

Suelo tener la filosofía de que de toda película, aunque no sea de mi agrado, se puede sacar algo. Esta vez no pude, me costaba hasta prestar atención. Le falta atractivo, dinamicidad y autenticidad.

Si quieres verla con tus abuelos quizá les caiga simpática, si es con tu hijo pequeño quizá suelte alguna carcajada antes de caerse dormido. Para todo lo demás no vayas a verla. Te diría que no pierdes nada, pero esas dos horas se pueden invertir mejor en mirar a la pared.

A finales de enero llegaba a las carteleras nacionales un interesante film alemán que mostraba un reflejo de las dos Europas que existen hoy día: La Europa del norte liderada por la poderosa Alemania y la pobre y endeudada Grecia, representante del sur del viejo continente. Dicha película ('Respira' de Christian Zübert) mostraba la desconfianza que los alemanes, altivos, eficientes y con una peligrosa tendencia innata al racismo, presentaban hacia una joven griega que trataba de buscarse la vida como niñera; provocando así un drama de clases en la euro zona de rabiosa actualidad y que deriva en un interesante thriller transeuropeo. Dicha situación geopolítica en la vieja Europa no está pasando desapercibida para el séptimo arte, espejo y ventana para mostrar y criticar la difícil realidad, presentando así en poco tiempo una segunda propuesta germana en la que, aunque con un tono meridianamente opuesto, se vuelve a tocar la crisis de la Europa de las dos velocidades. El film que llega esta semana a los cines españoles no es otro que 'Bienvenidos a Grecia', una amable y simpático largometraje sin mayor pretensión que hacer pasar un buen rato al público espectador. Para ello refleja una acertada crítica a través de la parodia y la ironía, no solo de las diferencias entre los pueblos, sino también hacia el sistema financiero como tal y maltrato que el sector oficializa hacia el empleado de banca.

El joven director alemán Aron Lehmann (1981, Wuppertal) presenta su segundo largometraje, con guión a seis manos junto a Arnd Schimkat y Moses Wolff, con esta comedia de serio trasfondo pero de muy llevadera narración que recuerda a películas anteriores como 'Bienvenidos al Norte', 'Bienvenidos al Sur' o también a la canadiense 'La gran seducción'. Para ella Lehmann ha contado con los poco conocidos en España Adam Bousdoukos (actor alemán de origen griego que los más cinéfilos recordarán por protagonizar la interesante 'Soul Kitchen' de Fatih Akin en 2009, film que obtuvo el premio especial del jurado en Venecia ese mismo año) y Christoph Maria Herbst (actor cómico alemán visto en films germanos como 'Vicky el vikingo' de 2009 o la reciente y sorprendente sátira 'Ha vuelto' que narra lo que ocurriría si despertara Hitler repentinamente en pleno 2014. Sin embargo la popularidad en su país le llegó al protagonizar la popular serie alemana 'Stromberg', versión teutona de la británica 'The office'; escrita, dirigida y protagonizada por Ricky Gervais).

Ellos son el alma del film a pesar de haber abundantes secundarios que pluralizan la propuesta. Ambos presentan una sátira de las dos formas de vivir: El griego es mujeriego, irresponsable, vividor y un alma libre que sabe disfrutar de los placeres de la vida. El alemán es cuadriculado, meticuloso, volcado con el trabajo y sin apenas margen para la vida personal.

A través de los dos personajes y sin olvidar la crítica hacia el sector financiero y el trato a los empleados de banca (finísima y acertada muestra de la presión desmedida de quien trabaja en el sector y que deriva en la poca conciliación familiar, presión desmedida por parte de los superiores que deja huella física -poco peso y poco cabello por el estrés- así como el uso de prácticas impuestas a pesar de su dudosa moralidad), el film nos cuenta como Jörg Geissner -Herbst-, representante de un banco alemán que ha financiado un proyecto en una pequeña isla griega -Paladiki-, tratará de comprobar la existencia de un hospital y una central eléctrica, avales del préstamo para convertir la isla en 'Los Galápagos de Grecia' . Jörg es enviado para comprobar la sospecha que se tiene de que los griegos han presentado unos avales falsos para la concesión del crédito, algo que supondría un delito y podría suponer un beneficio para quien financia. La película muestra con simpatía cómo unos miembros de la comunidad de Paladiki harán todo lo posible para que 'Herr Kommissar' -como así lo apodan- no descubra la realidad de sus sospechas. Jörg a medida que adivine el encanto de la isla y se deje embaucar por los encantos de los vecinos irá modificando su forma de ver la cultura y al pueblo griego.

La película está llena de chascarrillos que parodian ambas conductas, tanto la una como la otra, así como los efectos de la gran crisis, haciendo que 'Bienvenidos a Grecia' sea una película agradable a la par que sencilla. En ella es absolutamente todo previsible de manera que la gracia de la misma radica en pasar un rato ameno, con una sonrisa en el rostro a través del humor y los clichés que, aunque mil veces vistos, son efectivos gracias a la habilidad de la pareja protagonista.

(continúa en spoilers pero sin ellos)

Viendo la facilidad con la que se han producido películas sustentadas en los choques interculturales a lo largo de los últimos años, era bastante raro que nadie se aventurase a dirigir una película en la que se hiciese lo propio entre Grecia y Alemania. Más que por los choques culturales en sí, por la relación político-económica entre ambos. Bienvenidos a Grecia viene a ocupar esa vacante que en un principio ofrecía multitud de salidas interesantes, aunque su vagancia y falta de chispa hacen de ella una comedia tan fallida como bienintencionada (gags desafortunados sobre los suicidios aparte). A pesar del Highway to Hellas original, los traductores han optado por aprovechar el tirón de comedias como Bienvenidos al norte y Bienvenidos al sur. La única posibilidad de que alguien en España vaya al cine a verla es que sea asociada con las anteriores, cuyos resultados eran mucho más satisfactorios.

Jörg Geissner es un trabajador de un banco alemán que representa a la perfección la característica frialdad teutona. El banco ha financiado la construcción de un hospital, una central eléctrica y una playa en Paladiki, una pequeña isla griega. Ante las dudas y recelos que le genera todo lo relacionado con Grecia y los griegos, el banco envía a Jörg a comprobar si se están llevando a cabo los propósitos de sus inversiones. Como era de esperar tratándose de un filme germano, los griegos son unos vagos y caraduras que no han construido nada, por lo que deberán fingir que todo se está desarrollando según lo acordado. Como tampoco podía ser de otra manera tratándose de una cinta de esta naturaleza, la situación se descontrolará y dará pie a un sinfín de malentendidos que intentarán buscar la (son)risa fácil del espectador.

Por lo que a mi experiencia cinematográfica se refiere, los alemanes son bastante torpes en el terreno de la comedia. Bienvenidos a Grecia es clarividente en este aspecto, pues su falta de gracia es tan preocupante como la situación de Grecia y la de otros países del mediterráneo. Aron Lehmann deposita todas las salidas humorísticas de la cinta en la repetición de innumerables tópicos y clichés. La superficie de los personajes nunca se llega a traspasar, siendo su estereotipación el desencadenante de todos y cada uno de los chistes. Con un poco de suerte, sus gags no te resultarán dañinos y reinará la indiferencia; pero, en el peor de los casos, te entrarán ganas de acompañar a los personajes en su aventura marítima con un más que posible final amargo (sobre el papel, pues en la práctica sabíamos cómo iba a acabar la película desde los primeros minutos). Es preocupante que la única vez que me riera fuese en la secuencia con mayor carga dramática de la cinta. Lo llaman vergüenza ajena.

Bienvenidos a Grecia es bastante menos molesta cuando se intenta transmitir un mensaje de humanidad y fraternidad tan visto como efectivo. Pero, ¿de qué sirve hacer algo medianamente bien cuando llevas más de una hora provocando una constante sensación de incomodidad? Al menos los alemanes parecen entender que, a pesar de sus pocas ganas de trabajar y de su alcoholismo, los griegos también pueden ser buenas personas. Poco más y me da por perdonarles su simplismo, su torpeza para hacer comedia y su falta de empatía.

Casi diría inevitable comedia simpática y (o pero) llena de tópicos. Con más tópicos que gracia acaba siendo una película donde lo mejor de todo es el paisaje de ensueño de la isla griega donde se rodó la cinta.
Se deja ver, pero no tiene mucho. Acaba teniendo una pareja protagonista (casi trío) simpática para el público, contiene un emotivo final, pero es rápida de olvidar (lo que da mucho a pensar).
No resulta desagradable a un primer visionado, pero no creo que vuelva a tener intención de verla. Pero sí, si tiene la oportunidad de verla, véala (no hay que evitar, aunque sea con tópicos, la visión que desde Europa tenemos del “conflicto” norte-sur), pero no espere una comedia de los Farelly o Woody Allen.

Por cierto, ¿Bienvenidos a Grecia? ¿En España han querido tirar del éxito comercial de Bienvenidos al Norte? Desde luego ya quisiera la cinta tan buena y/o divertida como ésa.

Intento subir la nota que aquí se le ha dado a esta comedia, que me ha parecido entretenida, breve, con personajes simpáticos, un paisaje estupendo y algunas cosas más.
Tópica y previsible, claro. Lo son casi todas las comedias, como las llamadas románticas, y en el fondo esta es eso.
Seguro que una vez vista, se olvide, pero se habrá pasado un buen rato.
Está seguramente exagerado tanto el estereotipo alemán como el griego, pero los estereotipos son la base de las comedias, desde Aristófanes, griego por cierto. Estereotipos y exageraciones.
En fin, que no pasa nada por verla y no se merece un simple uno.