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El arte de la amistad

Drama La historia del pintor suizo y escultor Alberto Giacometti. El film se centra en el año 1964, cuando Giacometti invitó al crítico de arte y escritor norteamericano James Lord a que posara para él en lo que acabó siendo uno de sus más célebres retratos. Lo que en un principio iba a ser un trabajo de unos pocos días se demoró en varias sesiones, a lo largo de semanas, a causa de la falta de disciplina e incapacidad de concentración del ... [+]
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
13 de febrero de 2018
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si esta película se ajusta mínimamente a la realidad, la verdad es que le ha hecho un flaco favor al retratado. No soy ningún experto en arte. Y mucho menos en la obra de Alberto Giacometti, de quien solo he visto algunas esculturas. En mi opinión de ignorante, el arte moderno es una de las mayores bolsas de fraude que existen, y la idolatría que rodea a ciertos artistas, un mero asunto de dinero. En muchísimos casos la cosa se resume en crear un estilo reconocible, buscarse un marchante con contactos, hacerse un hueco de mercado, y a vivir que son dos días. Y como la cosa no da para mucho, hay que complementar todo ello con una buena campaña de marketing. Para ello es esencial cultivar una personalidad lo más excéntrica posible: lo que en otro tiempo se llamaba "hacerse el interesante". Por increíble que parezca, un truco tan infantil como este suele funcionar bastante bien.
A mí, con todos los respetos, las esculturas de Giacometti que conozco me parecen todas la misma. Creo que la mayoría de la gente que pone los ojos en blanco al contemplarlas pasarían de largo si no supieran que son suyas. Y, después de ver esta película, llego a la conclusión de que, probablemente, tampoco sabía pintar. Pero lo peor es que como persona, a pesar de las intenciones del director, parece haber sido igual de repetitivo e insustancial que como artista. Por lo demás, teniendo en cuenta que de donde no hay..., la película me ha parecido correcta.
carlos bosch benitez
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7 de enero de 2018
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuenta la relación entre el pintor y escultor suizo Alberto Giacometti con el crítico de arte y escritor norteamericano James Lord.
Se podría decir que es el relato de un cuadro que tardó semanas en ser pintado.
El artista no podía concentrarse y posponía la pintura día tras día.
Y escena tras escena volvemos a ver lo mismo. Una y otra vez. En una especie de bucle que termina siendo insoportable.
Geoffrey Rush interpreta bien al artista torturado e incomprensible, que resulta más despreciable que admirable.
En conjunto es un coñazo que me invitó más que a la reflexión al sueño profundo en más de una ocasión.
Stanley Tucci llevaba diez años sin dirigir una peli. Espero que pasen los mismos hasta la próxima.
Mi puntuación: 2,02/10.
holasoyramon
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31 de diciembre de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuánto mal ha causado el platonismo. Por no hablar de su degradación, el romanticismo. En verdad, toda forma de idealismo. De huida del materialismo. Ese afán improbable por escapar de nuestro cuerpo, de lo vulgar, de la miseria, de lo ordinario, aburrido y cotidiano, de nuestros deseos más primarios, de nuestra común mediocridad y falta de vuelo.
La idea de genio (artístico) es arquetípica, flota en un limbo dorado, como el bien, la belleza y la verdad, igual de pura que ellas. También, por supuesto, es, como decíamos, romántica. Una exaltación del individuo, del yo hipertrofiado, el autor tratado como un enviado o elegido (la religión del arte), una especie de mediador (médium) entre el más allá, el misterio, y el más acá, el humano desvelo.
Además, cómo no, de ocupar enteramente un género cinematográfico. El retrato de un genio tiene en su haber cientos de películas. Todas ellas beben del mismo anhelo, de la misma fórmula, cuentan al dictado de la idea, son serviles, puritanas, fieles a la norma.
Y esta película es una de ellas. Recatada, modesta, con el visto bueno de las autoridades pertinentes, con el sello o marchamo adecuados. Aprobada por el comisario de las buenas ideas.
Sí. Resumo. Un genio debe ser, básica, esencialmente, como un niño de seis años malcriado, consentido, repelente, insoportable y muy lerdo, que todavía se mea en la cama y no duerme, berrea, quiere una teta que ya no le toca.
Esa es la esencia. El resto no son más que variaciones sobre el mismo tema. Pueden ser genios más malditos o blanditos, más idiotas, locos o resueltos, más apasionados, pelmas o parásitos, más generosos, brillantes o absurdos. Eso no importa.
En el caso Giacometti que nos ocupa se trata de fumar como un carretero, hablar entre dientes, beber como un cosaco si se tercia (la autodestrucción concienzuda suele ser un atributo irreprochable), refunfuñar (otro aspecto casi indispensable entre estos sujetos privilegiados, la mala leche, la impertinencia, el desagrado, el amor por lo atrabiliario, destemplado y dislocado. Nada más que bagatelas, estrategias de distracción para intentar disimular un corazón tan grande y magnánimo como la Atlántida o el mismo cielo), practicar el amor libre y, a ser posible, putero (pendenciero, cenagoso, hasta a veces violento) con fruición fornicadora y atea, ser distraído, improvisado, despistado, maniático, neurótico, psicótico, tarado, irascible, pasional, fugaz, resplandeciente, depresivo, eufórico, insobornable, enfermo, contradictorio, turbulento, irracional, inconsecuente y nada burgués.
Ah, se me olvidaba, muy importante, y que todo tu séquito*, los que te rodean o te quieren, ya sean hermanos, amantes (especialmente), amigos, rivales, socios, pasantes, marchantes, comerciantes, gerentes o escribidores te sigan como a un gurú estupefaciente, como a un malvado psicotrónico de burda telenovela, como al jefe timador y bravucón de una secta de medio pelo, deben aguantarte todas tus barrabasadas, bobadas y majaderías, deben aceptarlo todo, para luego poder contarlo, para poder presumir (¿y hacer caja?) de haberse mezclado con ese ser divino, bendecido, iluminado. Da igual que sea un mamarracho y su comportamiento de cárcel, psiquiátrico o monasterio, tú debes aplaudir, ya seas querida, biógrafo o jardinero, jalear, ofrecer tu cuerpo y vender tu alma por ese trozo de gloria, que la ocasión es bárbara y la pinta una cantante calva.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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19 de diciembre de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Arte de la Amistad es el quinto trabajo de Stanley Tucci como director y guionista, en el cual nos presenta la relación amistosa poco convencional entre el pintor Alberto Giacometti y el escritor y crítico James Lord. Presentada en la Berlinale fuera de concurso y dentro de la selección oficial del festival internacional de cine de Edimburgo, el film se estrena en España el viernes 29 de diciembre.

París, otoño y un escritor que, halagado ante la idea de ser retratado por su famoso amigo, se embarca en una empresa que va más allá de la mera colocación de luces y sombras. A través de la misma, podremos entrever el tímido carácter de James Lord. Éste, con cierta resignación, se imbuye en la dinámica de dejarse retratar día tras día. Al otro lado del lienzo encontramos a Alberto Giacometti: inseguro, caótico y en cierto modo incomprendido por su entorno. Es esa inseguridad la que hace que una y otra vez vuelva a redibujar a Lord, en busca de un trabajo final perfecto.

Stanley Tucci, no quiere nos encontremos ante un biopic al uso, y así nos lo hace saber desde el principio. La película comienza con un sorprendente arranque narrativo en el que los diálogos se realizan en off durante varios minutos. A partir de ahí, Tucci nos coloca en la piel de Lord con un ritmo lento que en algunos momentos se vuelve angustioso. Con esto transmite la desesperación que supone para el escritor volver a tener que empezar de cero frente al aparente estoicismo del pintor que prefiere rehacer todo el proceso.

Hacia la mitad del film con la implicación de Lord en la vida de Giacometti, se rompe el ritmo narrativo. Es entonces cuando disfrutamos de momentos fantásticos que proporcionan un descanso cómico en medio del tono dramático de la historia. No obstante, el ritmo general de la película es bastante lento e irregular, sobre todo cuando nos aproximamos al final. Este es uno de los puntos que hacen que El arte de la amistad no llegue a ser todo lo que promete en su tráiler.

Por otro lado, la fotografía, llevada a cabo por Danny Cohen, nos regala una experiencia artística alejada de los convencionalismos del cine clásico. Gracias al uso del reflejo y las diferentes profundidades dentro del mismo plano consigue que la historia se enriquezca enormemente. Destacan también los primeros planos en los juegos de miradas entre los protagonistas y el uso de la cámara en mano en determinados momentos, emulando el caos, la imperfección y la inseguridad del protagonista y convirtiéndose en un reflejo del mismo.

Cabe destacar el trabajo Geoffrey Rush, que, de manera bastante correcta representa ese estado vital a medio camino entre la tormenta y la calma presente en la vida y obra del artista Alberto Giacometti. Aunque su contrapunto, Armie Hammer, también consigue transmitirnos esa angustia, la presencia escénica de Rush es tan apabullante que en más de una ocasión hace que el personaje de Hammer quede en un segundo plano.

Completan el reparto Tony Shalhoub, Clémence Poésy y Sylvie Testud. Es esta última la que más aporta en un film que se empeña, quizás en exceso, en darle todo el protagonismo a los personajes de Giacometti y Lord frente al resto.

El Arte de la Amistad plasma a la perfección el paralelismo existente entre la belleza, el caos y la sensibilidad del proceso artístico y las relaciones humanas, pero pierde fuerza debido a la irregularidad narrativa. Esto hace que peque de precipitada dando una sensación de inacabado cuando llegamos a los créditos finales. Quizás, al igual que Giacometti, Tucci sintió que era mejor acabar la obra sin más, pero quienes vayan a ver la película esperando un gran cierre se sentirán decepcionados.

Escrito por Diana González Prieto
https://cinemagavia.es/el-arte-de-la-amistad-pelicula-critica/
Cinemagavia
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8 de junio de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Geoffrey Rush, consigue ofrecernos una composición sublime de Alberto Giacometti. A través de su excentricidad queda reflejada como era la vida del gran artista suizo.

Escasa profundidad que tampoco estoy seguro que fuese necesaria, dada la estructura de Final Portrait. Su hora y media al final resulta larga, debido a lo reiterativo de la historia, que se pierde en banalidades, cierto, pero a su vez entrega episodios puntuales, que nos aporta luz sobre la compleja personalidad de Giacometti.
LEUGIM
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