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La increíble verdad

Romance. Drama Josh (Robert John Burke) es un ex-presidiario que, tras salir de la cárcel con las mejores intenciones, regresa a su hogar natal en Lindenhurst, Long Island. Allí es contratado como mecánico por Vic Hugo (Christopher Cooke), el dueño de un garaje, y se enamora de su hija Audrey (Adrienne Shelly)... Película que supuso el debut de uno de los más admirados directores del cine independiente de los 90. Rodada con poquísimo presupuesto y en ... [+]
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
12 de junio de 2009
36 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sociedad es una mentira. Y no, no lo es desde sus instituciones, sus estamentos o todo aquello que la sostiene. Lo es desde su base, desde su raíz, desde aquellas relaciones que conformadas con pasividad, y mantenidas por pura desidia, hacen de este conjunto algo cada día que pasa más convalesciente, en el que hallar un ápice de realidad o mantenerse a flote no es fácil.
Hartley, desde su inicio, con una conversación entre Audry y, su pareja, Emmet, donde ambos hablan y ninguno escucha, en la que parecen mantener una relación cuyo fin está al caer, pero cuya constante se mantiene a lo largo del film (dos hablan, ninguno escucha), traza un pequeño esbozo sobre lo que a continuación vendrá: lo que en un principio parecía impostura, la execrable mentira de alguien que busca guardar la compostura, se torna con la aparición de su protagonista, Josh, la más absoluta verdad.

Josh no es un tipo que escupa evidencias, ni que se caracterice por alardear de una verdad que sabe no tener: sólo hace, desde sus conocimientos, referencia a todo aquello que ha podido aprender y conocer en un lugar como es el presidio, y en base a ello, se defiende del mejor modo que puede, conociendo hasta dónde puede llegar y, en ningún momento, escondiendo esa gran verdad que le podría cerrar las puertas de esa gran mentira que es la sociedad.
Sin embargo, ahí está Audry. Esa joven que parece encerrada en las necesidades de una familia que ve en ella la posible esperanza de obtener un resultado positivo, en las neuras de un egocéntrico que no parecer querer ver más allá de sus narices pero, sin embargo, conoce en Josh un reflejo en el que potenciar todo aquello real y veraz. Y surge el auténtico torrente de emociones.

Hal Hartley lo describe con el aplomo que sería habitual durante sus próximos films, y nos alienta con esa relación que, lejos de toda esa gran mentira, de la podredumbre que constituyen unas relaciones en las que se remarca constantemente esa vacuidad, logra que los sentimientos salgan a flote, y la increíble verdad para personajes cuya realidad no parecía construida, vuelva a crepitar como si jamás hubiésemos palpado el engaño que expone, gran parte de esa sociedad.
Grandine
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19 de abril de 2009
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
156/15(17/04/09) Irregular comedia del debutante Hal hartley, director de culto y viendo su cine se entiende que lo vean cuatro gatos, pues es raro, raro. Sus historias, y esta no es una excepción, suelen girar en torno a personajes disfuncionales rozando lo surreal, que suelen hablar más con sus silencios que con sus palabras y que chocan con el mundo que no les entiende. En esta el argumento va de un presidiario que acaba de salir del trullo, consigue trabajo de mecánico en un taller y la hija del dueño del taller, una joven que busca su lugar en el mundo se enamora de él. Lo mejor del film es su sencillez, su falta de pretensiones y que posee unos diálogos frescos que te hacen muy llevadero el metraje, en lo peor cabe meter el trabajo de los secundarios que resta fuerza y algunas situaciones demasiado forzadas. Recomendable a los que gusten de rarezas!!!
TOM REGAN
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11 de diciembre de 2010
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
De repente un día, repasando cintas y dvd, me encuentro con un nombre, Hal Hartley, y como en las películas, todo a mi alrededor se empieza a mostrar desenfocado, todo da vueltas, y una espiral se acerca hacia mi, y en ese momento, me veo a mi mismo hace 20 años, un adolescente, viendo sus películas, a las que asocio con otras como "Metropolitan" de Stillman o "Sexo, mentiras y cintas de video" de Soderbergh. Un tipo de cine, que me pilló en un momento vital, en el que todo esta por decidir, pero ya tienes cierto nivel de madurez, y en el que me fascinaban sus jóvenes protagonistas, sus historias y lo fascinantes que me parecían las actrices de sus películas.

He de decir, que si bien vi unas cuantas películas de Hartley, lo tenía ya tan escondido en el trastero de mi cerebro, que ni recuerdo si llegué a ver esta película en su estreno, pero si reconozco que me ha alegrado verla, porque me recuerda unos tiempos que ya no volverán, sin responsabilidades y con mucho espacio para soñar despierto.

El film en si, bueno, realmente si lo desligo de su componente personal, no puedo hablar de que estemos ante una grandísima película, es original, enigmática, un tanto "goddardtiana", muy amateur en sus interpretaciones (todos debutan en este film) y eso si, todo un soplo de aire fresco que encarnaba una corriente de cine independiente americano de finales de los 80, que a mi me interesó mucho.

Me pongo como tarea para el 2011 volver a revisar este cine, y haceros una crónica, película a película, del mismo.
zymu
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27 de diciembre de 2005
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hal Hartley despunta desde su primera película, este excelente drama de corte social en el que un presidiario acusado por todos (por un crimen que nadie recuerda bien) ha de reacer su vida mientras la sociedad le quiere cerrar todas las puertas, incluso las del amor. Comienza el estilo de la cotidianeidad surrealista de Hartley. Un guión excelente lleno de geniales diálogos es su mejor baza, además de una banda sonora evocadora como pocas. Uno de los debuts injustamente menos recordados de finales de los ochenta y principio de los noventa. Uno de los más grandes debuts de toda una década de cambios en el cine.
Cantamañanas
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9 de octubre de 2011
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El debut cinematográfico del director indie Hal Hartley ya contiene las constantes que caracterizarán su cine posterior. Lo cual quiere dar a entender que ya tenía las cosas muy claras sobre cómo hacer su cine. Cine Hartley. No apto para grandes salas. Otro cine. Personajes al borde del apocalipsis (tanto aparecen en sus guiones el amor y la muerte), auras de outlaws, menos que marginales, apartados de la gran orbe humana, muy individuales pero faltos de algo, necesitados de mucho, pero muy dignos. Igual que te presenta a un ex presidiario cual alguien llegado del infierno, como a una virgen vestal que sucumbe a los encantos de un chulo o un ángel caído.

Narrativamente esta La increíble verdad ya es minimalista, molesta por la duración alargada de sus escenas pero atractiva en el mismo instante en que esos personajes no sacan de su boca las típicas palabras y frases que se escuchan en una película per se. Igual dicen las mismas cosas pero de una manera radicalmente distinta. Un antónimo del lugar común.

Actores apocalípticos (y desconocidos), en efecto, en un mundo suspendido en tiempo y espacio. Banda sonora sui generis acorde al estilo Hartley. Un poquito Godard, por cierto. La increíble verdad, una historia cruzada de personajes con sentimientos a pesar de la cara de existencialistas de sus actores. Es difícil buscarle una categoría. Comedia de sentimientos, sea lo que quiera decir eso. Muy aceptable estreno.
cassavetes
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