La ley del juez Thorne

El juez Rick Thorne llega a un pequeño pueblo del oeste para imponer la ley y el orden. Descubrirá que casi todo el pueblo es propiedad de Josiah Bannerman y que, su hijo Tom, acaba de matar a un hombre en circunstancias nada claras.
Curioso y entretenido western dirigido por Tourneur. Por momentos recordamos "Solo ante el peligro", "Río Rojo" y "Río Bravo", pero son sólo eso, momentos. Desconcierta el color (Tourneur tuvo que usar el sistema Anso Color y quedó bastante disgustado), desconcierta la brevedad de la cinta y desconcierta un final muy mal resuelto. Tourneur brilla, como siempre, en la elaborada puesta en escena, la fotografía y en la dirección de actores. Nos entretenemos, sí, pero esperábamos más del director de origen francés.

Maravillosa brevedad. En este caso no es porque la historia no dé para más, se trata de Jacques Tourneur y muchas de sus películas son así, escasas en minutos y desbordantes en buen trabajo. Normalmente el género del oeste no cuenta con grandes idas y venidas, vueltas y vueltas de guión. Tourneur se aferra al canon y desarrolla una historia sencilla que seguramente, de una manera u otra, se ha visto en otros lados. Un sheriff que colocamos en el lado del bien (en este caso se trata de un juez) y unos malos muy diferenciados. En este caso el representante de la ley, que llega a un pueblo en el que el dominio de la familia de turno es total, es Joel McCrea, que hace del bueno más bueno y se le mete entre ceja y ceja nada menos que el hijo del cacique todopoderoso. A mí todo esto me suena, no sé si se hizo antes o después, pero algo muy parecido se ha visto también en el oeste. El caso es que a quien les guste las del oeste verán con muy buenos ojos "El jinete misterioso".

¿Cine de serie B?; pues probablemente, hablamos de Tourneur, alguien acostumbrado a trabajar con constantes recortes de presupuesto. Aquí cuenta con muchos personajes, a mí personalmente el cinismo de John Carradine me ha parecido deslumbrante. Puede que el final sea un poco atropellado, casi ni te das cuenta y se acaba la película. Es Tourneur en estado esencial, lejos del terror, del cine negro, estamos en el lejano oeste y la verdad, para mí es una pequeña gran obra.

Bajo el título de "La ley del juez Thorne" se distribuyó también en los países hispanohablantes este "Jinete misterioso", Rick Thorne (McCrea), que aparece al comienzo de la cinta cabalgando en solitario hasta la ciudad de Bannerman, que, como su propio nombre indica, prácticamente todo en la misma pertenece a Josiah Bannerman (McIntire).
Como juez del distrito Rick visita los pueblos para "revisas sus archivos, conocer las causas que están pendientes y resolver las que pueda". Aunque apenas contemplaremos de refilón una escena de juicio, no hay duda que estamos ante un western judicial.
No son muy cinematográficos estos jueces de distrito, sin embargo una voz en off nos informa que viajaban siempre con un libro de leyes, un caballo y una pistola. Cuanto más hacia el Oeste marchaban, menos necesario era el libro de leyes.
La llegada de Rick a la ciudad coincide con el entierro de un hombre que ha muerto a manos de Tom Bannerman (McCarthy), el hijo del cacique. ¿En defensa propia?, ¿asesinado ...? Es lo que deberá resolver el recién llegado juez.
No va a tener fácil la tarea por el sólido entramado de intereses que controlan los Bannerman. Entre los mismos destaca el abogado y antiguo coronel Buck Streeter (Carradine), un interesante personaje cínico y socarrón muy bien retratado, lo mismo que ocurre con Amy Lee Bannerman (Stern), sobrina que no hija de Josiah, cuya forma de ver las cosas evolucionará tras conocer a Rick. Personajes todos ellos muy bien elaborados y convincentes.
No es un tema muy original pero si lo es su tratamiento. Un juez dispuesto a imponer justicia, que no se arredra ante las embestidas de sus adversarios, que pregona con el ejemplo para demandar a los convecinos timoratos que colaboren con la justicia, astuto también para saber jugar sus bazas. La tarea que se ha impuesto no es fácil como le advierte el Coronel, "Para comer estofado de tigre primero hay que cazar al tigre".
Buenas interpretaciones de los principales protagonistas, sobre todo los citados Carradine y McCrea, por este mismo orden. También los secundarios están a la altura. No ocurre lo mismo con el color que es un desastre.
Acción continua, no hay tiempo que perder pues todo se desarrolla en una hora y seis minutos. Difícil dar más en tan poco tiempo.

Otro de los numerosos western de serie B del siempre solvente Joel McCrea. Me parece un actor con más carisma que algunos de sus contemporáneos en estas lides, llámese Randolph Scott, Audie Murphy, Rory Calhoun .....Como atractivo añadido, la dirección a cargo de Jacques Tourneur, autor reputado de westerns siendo su mejor obra en este género "Una pistola al amanecer".
Hablando de la cinta en cuestión, un argumento bastante simple y típico de este género, como es una ciudad dominada por unos poderosos que matan y dictan la ley a su antojo y la llegada de un representante de la ley que luchará con ellos. Entretenida en su conjunto y de muy corta duración, algo importante en este tipo de productos, a la altura de otras de McClea.

66 minutos de Tourneur, son muchos pero en este caso se hacen cortos. Una el Oeste mas, pero con algo, a veces recuerda a El Dorado o Rio Bravo.
Me gusta mucho Joel McCrea, un clásico del Wester. Una historia muchas veces contada: juez nuevo llega a una ciudad dominada por un arrogante padre de familia consentidor de los abusos de uno de sus hijos, acusado de asesinato. Pretende llevarle a juicio, y lo mejor que se le ocurre es sacar al prisionero de la ciudad dominada por su padre y llevarlo a otra ciudad, para buscar un jurado imparcial.
Música interesante. Buen guión, excelente fotografía, pero muy mal color. Con unas intensidades excesivas, poco naturales.