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Delphine Seyrig y su sobrina (Coralie) recitando las cartas de Sylvia Plath con su madre (Aurelia). Una adaptación cinematográfica de la obra de Rose Leiman Goldemberg, publicada en 1975, que en 1984 dirigió Françoise Merle en el Théâtre de Paris.

Un maravilloso juego de espacios y presencias. Correspondencias recitadas, interpretadas y sentidas. Textos que rompen la cuarta pared. Mucho más que una danza de artística existencia femenina. Luchas internas y rebeldías generacionales. Ubicación, resignación y lamentos.

Akerman adapta con personalidad. Deja fluir la esencia misma de su lucha personal, y profesional. Traspasa con su mirada la comprensión cautivadora de una guerrera indefensa. Víctimas de su condición, de su género. Inconformistas abanderando empoderamientos ahogados y anticipados.

Montaje rítmico en una puesta en escena íntima. Sutil ambiente sonoro y potente presencia actoral. Cada elemento narrativo contiene la fuerza necesaria para impulsar conflictos y trasladar escenas.

Cercana y triste. Una huida lastrada por las fronteras del abismo.