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Las grandes maniobras

Comedia. Drama. Romance Armande de la Verne (Gérard Philipe), un célebre mujeriego, apuesta que puede seducir a cualquier mujer. La elegida es la divorciada Marie-Louise Rivere (Michèle Morgan). La amenaza de la guerra es el telón de fondo de las "maniobras" de seducción. Mientras intenta ganar la apuesta, el Don Juan se enamora locamente de la bella y decidida Marie-Louise. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
19 de marzo de 2015
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jamás me preocupé demasiado por ver películas de René Clair, cuando yo empecé a interesarme por el cine ya estaba completamente desprestigiado y se consideraba una grave falta dedicarle tiempo antes de haber visto la filmografía íntegra de Jean Renoir. Por eso, a pesar de que su obra es corta, he tardado muchísimo tiempo en completar una parte significativa. Siempre sentí curiosidad, en cambio, por su figura. Dando crédito a los que, como Berlanga, le conocieron, debió tratarse de una persona caballerosa y gentil, con un sentido algo anticuado de la gentileza.

Durante un período, principio de los años treinta, fue el cineasta más influyente del mundo, gracias a una serie de fantasías musicales que ayudaron al desarrollo técnico del cine sonoro. Antes que Hitchcock, René Clair fue el primer cineasta de la época hablada en obtener un contrato millonario para trabajar fuera de su país, y lo hizo por propia voluntad, no porque huyera de los nazis.

En cuanto a esas películas, estaban llenas de ambiciosas ideas cinematográficas que no cristalizaban; el camino entre la concepción y la ejecución, el diseño y el trazado final, no terminaba de recorrerse y muchas veces las escenas eran mejores contadas que vistas. También era un cine amable e inofensivo, puesto que para hacer diana apuntando tan alto no es una ventaja ser una buena persona, y en cambio sí es útil el egocentrismo, el perfeccionismo enfermizo, la mala uva, la ironía punzante y el cinismo. Los genios suelen poseer estos atributos y René Clair no fue un genio. Sólo hay que comparar la elegante reacción de Clair cuando su productora demandó a Charles Chaplin por plagiar secuencias de “¡Viva la libertad!” en “Tiempos modernos”, y cómo en cambio transcurrió un incidente parecido entre el mismo Chaplin y Orson Welles a cuenta de la paternidad de “Monsieur Verdoux”.

El cine que hizo tras la guerra, después de su poco afortunada escala americana, lo sepultó definitivamente en el mausoleo de los directores olvidados, custodiado por Truffaut y sus compinches (Truffaut… ¡que acabaría convirtiéndose en el René Clair de la Nouvelle Vague!). Todavía sigue allí, a pesar de que Criterion haya resucitado sus primeros títulos sonoros.
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Talibán
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16 de agosto de 2006
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película en color de René Clair, que escribe, coproduce y dirige. Se rodó en los Estudios Bologne (Altos del Sena). Ganó el David di Donatello a la mejor producción, el premio al mejor film del Sindicato Francés de Críticos de Cine y el Louis Delluch. Se estrenó el 25-X-1955.

La acción tiene lugar, a lo largo de julio de 1914, en una ciudad de provincias en la que tiene cuartel un regimiento de dragones de Cavallería. Narra la historia del teniente Armande de la Verne (Gérard Philipe), mujeriego e inmaduro, que mantiene varios idilios a la vez y que presume de poder enamorar a cualquier mujer en menos de 30 días. En una cena con amigos acepta la apuesta de pagar una cena de gala si no consigue conquistar a la mujer que salga elegida al azar. La elegida es Marie-Louise Riviére (Michéle Morgan), hermosa, divorciada, parisina, madura, que regenta desde hace poco una sombrerería femenina en la ciudad y necesita un amor estable y duradero.

La película define los personajes con toques irónicos y caricaturescos. Exagera la debilidad Armande por las mujeres, la seriedad y madurez de Marie-Louise, la empalagosa amabilidad de Victor Duverger (Jean Desailly), la vanidad del teniente Félix Leroy (Yves Robert), la inocencia maliciosa de Lucie (Brigitte Bardot), la sumisión del coronel (Pierre Dux) a su mujer, la cerrazón de mente de las hermanas de Victor. La obra es una fábula sobre el amor, concebido como un juego imprevisible y no gobernable. Abundan los lances, incidencias, casualidades, imprevistos y similares que desbordan ironía, humor y gracia, que se suceden sin interrupción. La comicidad visual evoca a Charlot y Keaton y las sutilezas del propio Clair de los años 30. Son escenas destacables la riña de Armande y Félix, el duelo a pistola entre ambos, la caída de la pila de paquetes que Victor aporta a la tómbola de Cruz Roja, los toques finales del vestido de novia de Alicia (Catherine Anouilh), la espera de Giselle y otras. La acción tiene lugar en los días inmediatamente anteriores a la entrada en guerra de Francia, lo que aporta al relato un suave toque agridulce.

La música aporta melodías románticas, marchas militares, valses vieneses y canciones de cabaret, muy a tono con el relato. La fotografía usa planos lejanos e intermedios muy descriptivos, juxtapone escenas breves, pasa de una escena a otra inesperadamente, mediante fundidos o enlazándolas con un objeto común a dos planos sucesivos. Destaca la acusada preferencia por los colores pastel, crema, grises y rosas pálidos, que sumergen al espectador en una atmósfera onírica. Enriquecen las imágenes unos decorados excelentes y un vestuario de gran elegancia. El guión y la dirección combinan la madurez del autor con la gracia y encanto de su etapa de juventud. La interpetación de los protagonistas sacrifica su lucimiento al servicio de la comicidad.

La película ofrece un recital delicioso de elegancia, ironía y humor.
Miquel
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17 de diciembre de 2009
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película está bastante bien. El hábil toque de René Clair aseguran un ambiente encantador y elegante en una película ingeniosa y emotiva. Se podría decir que el film es todo un desfile de sentimientos contradictorios: amor - desamor, engaño - verdad, vanidad - modestia, traición - lealtad, honor - deshonor, hipocresía - sinceridad, amistad - rivalidad, etc. La ironía y la elegancia están presentes a lo largo de toda la película, pasando de la tristeza o compasión a la risa y el entusiasmo.

Francamente, pasé un rato muy agradable. Y para mi mayor satisfacción, el final no me pareció de los típicos que caben esperar. Todas las situaciones que se dan ya las conocemos, pero quizá el secreto de su encanto esté en la forma de plantearlas. Es fácil identificarse con uno u otro personaje o pensar que conoces a alguien que se le parece ¿Por qué? Porque al fin y al cabo todo es muy humano. La vida no es blanco o negro, sino gris. Siempre están las dos caras de la moneda y con ellas se exponen nuestras virtudes y nuestros defectos.

Para mi, es un buen trabajo. Comento el final en el spoiler.

Saludos!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ana Cervantes
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18 de diciembre de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es probable que René Clair no esté jamás entre mis directores favoritos, pero hay que reconocerle su enorme capacidad para generar buenas películas, sobre todo cuando asume un mayor control sobre las mismas, como es el caso. En el momento de firmar esta obra, de la que también es guionista, ya era toda una institución académica en Francia y las críticas de los jóvenes aún no habían comenzado a hacer tambalear su trono. Desde esta posición le resultó cómodo enfrentarse a una historia tan francesa, ambientada en las primeras décadas del siglo XX y con el amor como tema central.

El amor, como suele ser habitual en Clair, es visto como un juego, un divertimento necesario para aderezar la alegría de vivir, y que cuando sobrepasa el umbral de la pasión y se vuelve sincero puede llegar a hacernos sufrir. La historia de una apuesta por lograr "los favores" de una dama curiosamente la adaptaría sólo un año más tarde Bardem en su fantástica Calle Mayor, cargándola de toda la negrura de la España de entonces. En este caso por contra, y más siendo el primer film en color de René Clair, la alegría desborda la pantalla. La música y los bailes, los fastuosos vestidos de las damas, los flamantes uniformes del regimiento de Dragones o la sonrisa de Brigitte Bardot bastan para que las imágenes irradien luz. El cromatismo es fastuoso y la atmosfera tan elegante como la de una cinta de Visconti. Los actores geniales y las actrices aún mejor. Incluso no escasean las frecuentes notas de humor y picardía del cine de Clair. Todo en suma logra que nos metamos en la historia sin pestañear hasta la palabra Fin.

En conclusión un título bastante redondo que nos recuerda lo interesante, narrativo y delicioso que llegó a ser el Cine Clásico Francés justo en sus años finales, antes de que se generalizasen los grandes cambios de estilo de Godard, Truffaut, Rohmer y compañía. Y el más divertido duelo-no duelo a pistola de la historia del cine.
REXMUNDI
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17 de abril de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
120/03(03/04/10) El realizador francés nos ofrece aquí un estudio en tono de comedia sobre el amor, donde un mujeriego militar tiene a todas las mujeres que desee menos a la que de verdad anhela. El argumento se desarrolla durante los comienzos del Siglo XX en un regimiento militar francés de Dragones de caballería y el pueblo en el que está, donde el teniente Armand de la Verne (excelente Gerard Philipe), un playboy al que no se le resiste una gachí, un insatisfecho que apuesta con sus amigos militares poder enamorar a cualquier mujer, el reto es Marie-Louise Riviére (Michéle Morgan), una bella divorciada recién llegada de París. Esta es una historia que nos habla de todo lo que rodea al amor, como es la hipocresía, el desengaño, la amistad, el deseo, todo ello con el elegante sello René Clair, donde la sutilidad se mueve en un universo idealizado, cuasionírico, con una brillante recreación de una época en su vestuario, la música, los bailes, los escenarios, donde el espíritu del amor libre tan francés campa a sus anchas, en el que las mujeres son unas enamoradizas que se sienten emancipadas para desear a cualquier hombre. Evoca a unas raíces de las que después bebieron directores galos como Truffaut, Rohmer o Lelouch, sobre todo en la utilización de la eterna búsqueda del amor motor de una vida. Sorprendente es su final, rompe con lo que uno tiene preestablecido de cómo debe acabar, el tono de la historia hace crack en su final. Como anécdota decir que fue el primer trabajo en color de Clair, que escribe, produce y dirige. Como bien dice el F.A. Rexmundi el punto de partida es similar al de la española ‘Calle Mayor’, que se estreno un año más tarde, aunque esta en un ambiente más negro, un clima enfermizo, es como la otra cara de la moneda de la francesa. No quiero dejar la crítica sin mencionar la soberbia belleza de una Brigitte Bardott guapisisima, que bombón, una de las ‘actrices’ más bellas de la historia en su apogeo físico, un paraíso para la vista. Film recomendable a los que gusten de buenos relatos románticos en un tono delicioso de comedia. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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