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El juicio de los 7 de Chicago

Drama En 1969 se celebró uno de los juicios más populares de la Historia de Estados Unidos, en el que siete individuos detenidos durante una manifestación en contra de la guerra de Vietnam fueron juzgados tras ser acusados de conspirar en contra de la seguridad nacional. Su arresto se produjo a consecuencia de unos disturbios contra la policía y el juicio, impulsado por el nuevo fiscal general, fue claramente político, dando lugar a una serie ... [+]
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Críticas 91
Críticas ordenadas por utilidad
17 de octubre de 2020
209 de 229 usuarios han encontrado esta crítica útil
El juicio de los 7 de Chicago es la nueva película del cineasta Aaron Sorkin. Sorkin es, a estas alturas, una autoridad en Hollywood. Es el creador de The newsroom y de la legendaria El ala oeste de la Casa Blanca, escribió el guion de Jobs (la buena), La guerra de Charlie Wilson y La red social, para mí su mejor creación y uno de los libretos más impresionantes y premonitorios del cine reciente. Hace unos tres años, lanzó su debut como director con la también notable Molly's game. Ahora tenemos aquí su segundo trabajo tras la cámara, a partir de un guion que escribió hace casi quince años y que ha acabado dirigiendo casi por obligación, después de que directores como Spielberg o Greengrass dejaran el proyecto. El resultado, si me preguntáis a mí, ha sido sólido. No espectacular, pero sólido.

El juicio de los 7 de Chicago, para quien no lo sepa, narra los acontecimientos acaecidos entre 1969 y 1970, cuando ocho hombres fueron acusados de conspiración y de incitar a la violencia en los disturbios que se desataron en una manifestación contra la guerra de Vietman que sucedió en Chicago en 1968, durante la Convención Nacional Demócrata. La verdad es que el juicio fue tan caótico y tan surrealista que se entiende que se hagan películas sobre él. Y, dado el carácter de la historia, es inevitable que resulte un trabajo sumamente político.

Vamos paso por paso. El reparto es uno de los principales ganchos de la película por la gran cantidad de caras conocidas que aparecen a lo largo del metraje. Joseph Gordon-Levitt, Jeremy Strong, Michael Keaton, Eddie Redmayne, Mark Rylance... La lista de actores de nivel es extensa. Prácticamente todos ellos cumplen con sus respectivos roles, siendo, en mi opinión, Frank Langella, con su aire desdeñoso, y Sacha Baron Cohen, con su desparpajo y su vena cómica, los que más destacan. Eddie Redmayne, con sus manos en los bolsillos, su cabeza baja y su mirada titubeante, empieza a darme un poco de pereza, si os soy sincero. En todas sus interpretaciones aparecen los mismos tics. No desentona con el retrato que hacen del personaje, pero yo qué sé, chico, varía un poquito, que si no fuera por el (cuestionable) acento americano no sabría si estoy viendo a Tom Hayden, a Newt Scamander o a Marius Pontmercy.

Visualmente, la película no hace grandes alardes. Dirección funcional, en su mayor parte. Algún que otro uso de la steadicam para las ya típicas escenas sorkinianas de personajes andando por los pasillos mientras sueltan diálogos expositivos, pero este tipo de secuencias solo se dan en un par de ocasiones, no siendo tan predominantes como en otros trabajos del director. Quitando eso, poco más hay que sea vistoso, lo cual es una pena. Pero bueno, este es un problema ya no tanto de esta película sino de la mayoría de dramas judiciales, que son películas que siempre ponen el foco en el guion y que se suelen olvidar de cuidar un poco la imagen. Tal vez por eso no sea yo súper fan de los dramas judiciales. Pero bueno, al menos en el caso que nos ocupa, el guion funciona bien, por lo general.

Sorkin se caracteriza por escribir diálogos rápidos, afilados, que se suceden unos a otros de forma casi inmediata, y El juicio de los 7 de Chicago no es una excepción en este aspecto, sobre todo en el montaje inicial. Este tipo de técnica es muy adecuada para un juicio en el que vuelan tantos cuchillos, y Sorkin utiliza los diálogos de forma muy inteligente. Sabe cuándo crear tensión y cuándo liberarla, e integra la personalidad de cada uno de los involucrados en cada línea de diálogo.

Otro rasgo interesante del guionista es el retrato de personajes complejos y ambivalentes, de moral cuestionable. Esto no se cumple tanto en esta película, que tiene otras intenciones en mente. La denuncia de las consecuencias de la guerra de Vietnam, la democracia y la revolución, la falibilidad del sistema judicial, las injusticias raciales, las perspectivas discordantes dentro de los progresistas (esto tendría que haberse explotado muchísimo más, en mi opinión), la brutalidad policial, la corrupción... El propósito de Sorkin es retratar un momento en el tiempo y crear un discurso ideológico que explique lo sucedido en 1970 pero también sea relevante en 2020 (el monólogo de Hayden a Abbie, por ejemplo, es descaradamente presentista). Esto lo consigue. A cambio, el diseño de personajes sufre. Bastante. Acabas la película con la sensación de no haber conocido bien a ninguno de ellos, lo cual es una lástima. A nivel estructural y narratológico, la película cumple, tiene un buen pulso dramático y el montaje es acertado. En este aspecto destaco las múltiples analepsis, muy bien empleadas. Por otro lado, en más de una ocasión nos encontramos con recursos narrativos facilones que están muy por debajo del nivel artístico de Sorkin y empañan la credibilidad del resultado final. En cuanto a la historicidad, dejémoslo para la sección spoilers, que hay cosas interesantes que comentar.

En resumen, El juicio de los 7 de Sorkin demuestra el talento de su guionista, pero también es evidente que no está a la altura de sus mejores trabajos. A veces resulta autocomplaciente, algo academicista, demasiado correcta, como muy pensada para triunfar en la temporada de premios (que veremos cómo es este año). Navega las convenciones del género con cierta solvencia, tiene un elenco competente y acaba siendo resultona, y para durar más de dos horas, no se hace pesada. No es demasiado memorable, pero es correcta y recomendable para cualquiera que aprecie un cine que es más discursivo que visual y de intención eminentemente divulgativa.

Calificación: Pasable
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dabi
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16 de octubre de 2020
51 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este año extraño, lleno de incógnitas, los Oscars son otra incógnita por el bajo volúmen de películas debido al covid, y Netflix, con este film, se dispone a ir en busca de las estatuillas con una película que, tanto por la situación social en la que ha salido, como por su nivel es una digna candidata.

Sin duda es una buena película, con muchos aciertos, uno de ellos es el reparto, la interpretación de todos los actores es realmente buena, es complicado destacar a uno solo, pero creo que hay dos que a mí parecer merecen mención, Sacha Barón Cohen (Abbie Hoffman) y Frank Langella (Julius Hoffman) ambos están increíbles, el primero demostrando que es capaz de hacer de forma excelente otros registros de los que nos tiene acostumbrados y el segundo siendo ese villano politico que necesita la pelicula. Otro gran acierto de la película es su guión, Aarón Sorkin demuestra otra vez que es un gran guionista, con unos grandes guiones, dinámicos, ingeniosos y con puntos de humor que consiguen que las más de dos horas que dura la película no sean pesadas en ningún momento. Por lo demás la banda sonora y la fotografía cumplen siendo algo esperable en una producción de Netflix.

En cuanto a lo negativo creo que más imágenes y un poco más impactantes de la manifestaciones hubiese añadido más fuerza a la historia y le hubiese dado más potencia al mensaje político que lleva la película. También merece mención que es una película claramente partidista y con una ideología muy evidentemente, pero en mi caso es algo que no me molesta e incluso valoro positivamente, por atreverse a dar ese paso.

Y para terminar me gustaría destacar esa fina línea paralela que el director crea a través de las imágenes con la situación actual y a su forma, y siempre de forma indirecta, llamar al activismo a los americanos para apoyar las protestas por el Black Lives Matter y contra el Gobierno de Trump.
Django Corleone
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4 de octubre de 2020
39 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los dramas judiciales clásicos americanos, fueran de la tendencia que fueran, había una norma que no se podía romper: el juez es una persona íntegra y sensata. Lo contrario era minar la fe en uno de los pilares de la sociedad americana. Inconcebible. Los tiempos han cambiado y tenemos aquí una película donde el principal villano (en pantalla) es el juez. Esto, a pesar de ser completamente admisible desde el punto de vista racional, me ha causado un sentimiento subterráneo mezcla de desasosiego y fascinación durante toda la película que es uno de los fuertes de la misma.

El segundo fuerte, mucho más evidente, es el elenco de actores, una de esas veces en la que todos disfrutamos de la rancia expresión "un reparto de lujo". Es difícil destacar alguno en este festín interpretativo aunque me ha impresionado especialmente (que no sorprendentemente) Mark Rylance como abogado defensor. Empiezo a sospechar que puede optar perfectamente al título de mejor actor de habla inglesa en activo. Como la mayor parte de su carrera ha sido teatral aún no me había dado cuenta. También destaca Frank Langella como juez, por lo antes comentado el papel más difícil. Y eso teniendo en cuenta que el resto está espectacular: Redmayne, Baron Cohen (sí, también!), Gordon-Levitt, Carroll Lynch, Jeremy Strong, Abdul-Mateen y Michael Keaton, que sale poco pero es de esos actores que cuando lo ves aparecer en pantalla te preparas para lo mejor y no defrauda. Vamos, que visto lo visto y a falta del último trimestre, deberían acaparar casi todas las Óscar-nominaciones a actor principal y de reparto. El que no está aunque se le esperaba es William Hurt. Al final lo deben haber cortado, qué penilla, seguro que también estaba genial.

Seguramente gracias a este poderío los diálogos funcionan tan bien. Son extremadamente ingeniosos (tercer punto fuerte) y mientras ves la película incluso te parecen naturales. Lo que no parece del todo natural son algunas situaciones demasiado forzadas a favor de una parte. Aunque quién sabe, igual pasaron de verdad, a veces la realidad supera la ficción. He leído que el episodio del amordazamiento ocurrió realmente y no solo una vez como se ve en la película, sino durante varios días. Espeluznante.

En fin, no faltará gente estudiosa que determine exactamente qué momentos de la película se alejan de los hechos documentados, para algunos serán licencias artísticas, para otros aviesas tergiversaciones. En cualquier caso la película no oculta de qué lado está, lado con el cual tras 50 años de los hechos acaecidos se posicionará cualquier persona amante de la libertad y que no debería generar gran controversia en USA. Que todo es posible dada la histeria que actualmente reina sobre la política. Aquí en España no va a faltar quien lo relacione con el juicio del "procés" y paralelismos haberlos haylos. Será interesante ver cómo integran esta película en su discurso cada una de las partes.

Gustará a: antibelicistas, hombres sin piedad, presos políticos
No gustará a: probelicistas, Alison Bechdel, panteras negras
eristuff
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19 de octubre de 2020
29 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras este pésimo chiste que solo los aficionados a la NBA lamentarán, quiero decir que Aaron Sorkin es un crack.

¿Sabéis la típica escena de despacho con escritorio, trajes de 2000$ y copa de coñac? ¿Cuando el asistente segundo del secretario mayor del fiscal general del Estado se reune con el teniente coronel del ministro de interior del consulado de Estados Unidos en Shangai?

Pues en esas escenas yo no soy capaz de saber quién es cada uno, por qué están hablando, quién parte el bacalao, de qué puñetas hablan y mucho menos soy capaz de pillar los chistes. Porque sí, los guionistas te meten chistes en medio de discusiones geopolíticas. Y creo que como a mí, le pasará al espectador medio sin doctorado en ciencias políticas ni ocho jersey de cuadros en su armario. Y posteriormente viene la otra típica escena saliendo del despacho, en los pasillos, en la que los mandados comentan a toda hostia la jugada como si hablaran de cricket en armenio y una secretaria les interrumpe para dar información clave en dos segundos y seguir repartiendo folios.

Pues con Sorkin tampoco me entero de quién es cada uno pero sí de lo que está pasando. Y lo que es mejor, pillo los chistes. Independientemente de su labor como director, como guionista es un capo.

En la películas de juicios también me suele costar pillar los truquitos que usan los abogados y que provocan a toda la sala a hacer "wooohh tía, qué fort!". Pues aquí también los pillo. Y como he pillado lo que hay que pillar, puedo decir que esta peli está bien bacana. Cuántos otros peliculones de este palo habré infravalorado porque no son capaces de explicarme qué está pasando.

Frank Langella hace un papelón, consiguiendo lo imposible, que me den ganas de apalear el cráneo de un anciano que podría anunciar los Werther's Original. Eddie Redmayne hace su papel de siempre, Sacha Baron Cohen también y Michael Keaton, igual. Pero encajan. A Joseph Gordon-Levitt le dieron el papel que nadie quería. Y Mark Rylance que se los mea a todos.

Buena cinta que llega en una época peligrosa en la que hemos convertido la política y la justicia en un Madrid-Barça: apoyo incondicional a los míos y animadversión irracional a los otros, que son fachas.

Para apoyo incondicional o animadversión irracional, también puedes visitar www.cinenecio.com y ver hasta dónde se pueden llegar a decir tonterías en el ámbito del cine.
Sodapop
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17 de octubre de 2020
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un rutilante drama judicial que critica la actuación de administración Nixon durante la guerra del Vietnan, circunscribiéndola a lo que ocurrió en el esperpéntico juicio al que fueron sometidos los líderes de distintas asociaciones civiles que organizaron una manifestación en Chicago para intentar detener esa infausta e innecesaria contienda.

Su originalidad reside en que el guión construye toda la historia basándose en la personalidad de los protagonistas del juicio: los fiscales, los acusados y el juez, dejando que los hechos que se juzgan aparezcan sólo cuando resultan imprescindibles. Y lo hace además con ingenio, con un aguzado sentido del humor, plasmando las injusticias que afloran cuando las instituciones se mimetizan con quienes las ostentan (más en spoilers).

Su ritmo es ágil, su desarrollo narrativo claro y fluido, con una primorosa ambientación que transporta al espectador a la época reflejada. Y con unos personajes construidos con la suficiente densidad, con detalle, incluso los secundarios, todos excelentemente interpretados componiendo una actuación coral de primer nivel, lo que constituye uno de los mayores méritos de la película.

Poco que objetar en las formas, pero en el fondo parece que la cinta no llega a alcanzar la necesaria profundidad dramática para trascender, para dejar huella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
East
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