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El extraño

Cine negro. Intriga. Thriller. Drama Wilson, un agente de la comisión de crímenes de guerra, está buscando a Franz Kindler, uno de los cerebros de los campos de exterminio nazis, que ha conseguido huir sin dejar huellas. Siguiendo la pista de un antiguo camarada de Kindler llega hasta Harper (Connecticut), donde es asesinado antes de poder identificar al fugitivo. La única pista que le queda es la fascinación del criminal nazi por los relojes antiguos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
4 de enero de 2007
114 de 148 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe duda Orson Welles es capaz de hacer pasar buenos momentos con muy poco, incluso con un guión paupérrimo como el que nos encontramos en “El extraño”. Porque la historia es inverosímil, pero además totalmente.

¿Un nazi que se fuga a EE.UU? ¿Le sigue un policía solamente? ¿No habíamos quedado que era tan importante? ¿Sólo un nazi diría que Marx era judío antes que alemán? ¿En serio? ¿No diría lo mismo un sionista? Y Franz Kindler ¿uno de los cerebros del holocausto pero nadie sabe que aspecto tiene? Y así hasta 25 razones podíamos dar de guión endeble pero no es esa mi intención.

La historia naufraga si se mira con mala leche, por eso hay que verla con cierta mentalidad de la época y entendiendo que el señor Welles siempre fue un hombre oportunista y no-contracorriente como una y otra vez se nos vende. En 1946, con los juicios de Nuremberg de moda, una película del niño bonito de Hollywood tenía que caer bien, sobre todo en Europa como así fue. Tanto Huston como Welles son a veces son demasiados ingenuos (a veces) y no terminan por escribir guiones de gran complejidad (a veces). Y es quizás porque los dos fueron niños grandes que ante todo querían pasárselo bien más allá de buscar tres pies al gato sabiendo encima qué público iba a ver sus películas.

Orson Welles estaba en un gran momento profesional y eso se nota para bien ya que se transmite una gran confianza en cada plano que hace que supere a los Robinson y Loretta Young incluidos. A destacar la conversación de la cena donde Welles expone su pensamiento sobre el pueblo alemán. Mi impresión es que tuvo siempre un poco de germanofobia. Lo cuál no es nada inteligente.
“El extraño” es una película de atmósfera lograda, de buenos diálogos, fotografía y encuadres portentosos y estupendas interpretaciones (el propio Welles es uno de sus mejores papeles) pero que como pasa en la mayor parte de las películas de la historia del cine el guión es deficiente. Y yo por si alguno no lo sabe todavía lo que más valora es el guión. Todo lo demás para mí va muy por detrás.

“El extraño” es otra de esas películas de sello, en este caso marca Welles que como “La dama de Shangahi” está por encima la consideración que se tiene de ellas del verdadero producto real y final que se nos ofrece.

En definitiva una de esas obras que sin interesarme excesivamente (igual que a Welles que reconoció que su implicación fue mínima) demuestran que una película correcta de la de antes es bastante mejor que las tres cuartas partes de lo que se vende en nuestros días. Menos mal que tenemos el DVD.
vircenguetorix
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15 de enero de 2009
57 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película que el mismo Welles definió como su peor trabajo es “El extraño”. Un encargo del estudio RKO que Welles aceptó para convencer/se que podía rodar una película con presupuesto ajustado y respetando el calendario. Y lo hizo. Realizó la película en menos tiempo del programado aunque el producto final nos de la sensación de que mas que Welles, la dirigió otro director. Olvídense de planos picados, porque en esta película todo es sobrio.

1946. La II GM. había acabado y Hollywood la ponía como telón de fondo en sus películas. Ese mismo año, Hitchcock rodaba Encadenados, de temática muy similar a “El extraño”: trío amoroso-político.

Welles afirmó que el guión (del que el se desentendió) de El extraño se encargó bajo manga a John Huston aunque en los créditos sólo aparezca el nombre de Anthony Veiller. Sea como fuera, lo peor que encontramos en esta película es este guión (1).

Como en cualquier película de cine negro que se precie, la fotografía adquiere gran protagonismo. Podemos apreciar como esconde en sombras en más de una ocasión el rostro de la doble identidad de Welles (Franz Kindler – Charles Rankin), dando a entender que el personaje oculta algo.

Aunque le suspense es algo que siempre usó Welles en su filmografía es aquí donde más podemos apreciarlo. Cabe rescatar la escena en la que Kindler se encuentra con Meinike (Konstantin Shayne) mientras los alumnos “andan al acecho.” Las sinécdoques (la pipa partida y precintada) ayudan a generar esta atmósfera de suspense. La pena es que la historia se mueve algo precipitada y ciertas cosas pasan sin un claro porqué (1).

Uno de los que yo considero mayores aciertos de la película es la ambientación. Muchos años antes de Lynch, Welles usó un tranquilo pueblo de Conetica para trasladar la historia. Y las calles, los habitantes (el uso que da Welles al dispensario del pueblo es brillante), la torre del reloj (hecho para y por la película) y los techos de las casas forman un escenario perfecto (por inusual) para un film noir.

A Welles, siempre se le reconoce como uno de los más grandes directores, pero cada vez que veo una actuación suya, no puedo dejar de pensar que también fue uno de los más grandes actores jamás dados; y ni Loretta Young ni Edward G.Robinson (ambos sensacionales) pueden con el carisma que siempre impone Welles a los personajes que interpreta.
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Chagolate con churros
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21 de noviembre de 2007
66 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había leido que Orson Welles renegaba de esta película, que era la más mala que había hecho, que no estaba satisfecho con el montaje final porque se habían suprimido escenas fundamentales para el desarrollo de la película, y doy fe que tenía razón que estamos ante una mala película, con un mal guión y un peor desarrollo, que da como resultado un film plano, inverosímil y fallido.

Es cierto que la película tiene algunos aspectos buenos, (estoy de acuerdo con lo que dice algún muy buen aficionado en una magnífica crítica anterior que es preferible ver esta película antes que muchísimas otras de las de hoy en día, pero no me impide calificarla como una película fallida), la fotografía es buena, el uso y el tratamiento de las sombras el adecuado, algunos encuadres de la cámara muy sugerentes, ya visto en otras de Orson Welles, la interpretación de Loretta Young es muy digna, la secuencia final en la torre del reloj, con sus contrapicados, está muy bien y es lo mejor de la película lo que quizás llegue a confundir al espectador en su valoración final, pero es que hasta entonces hemos tenido que ver un arranque un poco confuso y malo, un seguimiento del primer sospechoso chapucero, la secuencia de la caza del zorro de risa, la ocultación del cadáver patética, lo de la criada digamos que surrealista, la caracterización del personaje de Welles pongamos que bipolar, a veces es frio, inteligente, calculador, capaz de engañar a todo el mundo (recordemos que ha sido la persona capaz de idear el holocausto, engañar a todos, desaparecer y ocultarse ante la desesperación de los tribunales de guerra) y otras inseguro, desequilibrado, incapaz de controlar sus emociones por pequeñas que estas sean.

Señores pasen, veanla de nuevo, y vuelvan a calificarla por si la opinión cambia, porque a mí me habían hecho creer algo diferente con sus "recomendaciones", desde luego esta es mi apreciación, que puede ser errónea y muy discutible como todas las opiniones, pero donde hay un mal guión, nunca puede haber una buena película.
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maguffi
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28 de octubre de 2008
30 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Al comprometerse a dirigir “The Stranger” para Sam Spiegel, Orson Welles intentó borrar su fama de lento y manirroto ‘enfant terrible’ entre los productores de Hollywood. Enjaulando a su genio tempestuoso y desaforado, se obligó a demostrar que podía realizar un producto cinematográfico como cualquier otro cineasta, y dentro de los plazos y presupuestos pactados; que, modoso, podía ajustarse a un estilo convencional y ser complaciente con el público.
A causa de su reputación tuvo que aceptar cláusulas que le imponían controles especiales y la intervención de Nims, el hombre-tijera, el supercirujano que eliminaba cuanto a sus ojos no contribuyera al desarrollo del argumento. Según OW, se llevó por delante las que para él eran, con mucho, las mejores secuencias, rodadas en Sudamérica para un largo prólogo.

2) Fue la primera y última película que OW dirigió por oficio, sin poder involucrarse como el personal creador que era.
En adelante, esos trabajos de mero oficio y subsistencia los acometió sólo como actor.

3) El personaje, el criminal nazi Kindler, escondido en una pequeña localidad de Conneticut bajo la apariencia del profesor Rankin, es el típico soberbio extremo, de altanera onda maligna y antisocial, que a OW tanto atraía encarnar.
Es su único film con argumento lineal, que avanza rápido por los cauces del cine negro, muy convencional y mascado, severamente reprimida la vocacional tendencia del director al barroquismo.
Ni el acoso al criminal, ni a su vez el de éste a su esposa, dentro del cerco, en luz de gas, son demasiado originales. Y el detalle del lapsus antisemita tiene escasa consistencia para hacer en él tanta palanca.
Para bien o para mal, las películas de Welles dependen mucho de su acusada personalidad. Si ésta está coartada por una circunstancial penitencia autoimpuesta, la película poseerá una textura floja, de salir del paso.

4) Sin embargo, hay fuerza visual en el expresionista tenebrismo, propio del género, y hay una gran banda sonora, con varias capas (en las que el propio OW puso muchas voces) para formar el clima acústico de rumores y comunicaciones a media voz provincianos, en la tienda-bar, en la peluquería, en las reuniones…

Se utilizan las siempre impresionantes imágenes documentales de los campos alemanes de exterminio, quizá por vez primera.

5) Pero al final Welles no puede contenerse más y desmelena su inmenso talento escenificador en el desenlace del campanario, elevado sobre la multitud como una noria vienesa.
Archilupo
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10 de febrero de 2009
26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Edward G. Robinson no le hace falta ni por un minuto, un segundo, un instante o menos... percatarse de quién es quién cuando el depositario de toda sospecha dice: "Karl Marx no era alemán, era judío".

Yo soy mucho más tonta que el grandísimo coloso de la escena teatral, Mr. Robinson. Y sin embargo Welles, deja que yo adivine antes de que el enorme Robinson sepa si sus sospechas son o no fundadas.

Serán trucos de la narración, pero no me convence. Aunque ya lo sepamos de antemano, a nadie se le escaparía ese comentario estúpido con el que Welles se delata a sí mismo como un nazi novato esperanzado en reconstruir el Reich.

Por lo demás... Loretta Young está magnífica. Es la pieza clave de la película: colgando cortinas al principio y cerrándolas compulsivamente después como si quisiera enterrar un secreto odioso. La transformación de su personaje es progresivamente genial. De la entrega y el amor ciegos a ese collar de perlas que despedaza se abre un abismo terrible de duda, dolor y negación.

Welles, que a saber por qué se empeña en ser siempre el malo (con la cara de bueno que tiene), vuelve a jugar como en "Ciudadano Kane" o en "El Tercer hombre"* con las luces y las sombras, orquestando una manía persecutoria que siempre manejó con genialidad: las siluetas oscuras, las sombras que casi se convierten en personajes de sus películas.

Un final (una décima de segundo) impactante que te devuelve al principio, cuando el "predicador" se arrodilla implorando clemencia a dios; un reparto más que sobrao, un guión decente (aunque no convincente) y una escenificación al estilo del gran Kane.

Lo peor: no ha envejecido bien.
Lo mejor: G. Robinson, Loretta y Welles como actor.

Imprescindible, como todo lo que conste en la filmografía de este señor aficionado a los toros.

(* por mucho que la firme Carol Reed, la peli es made by Orson).
Valkiria
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