Persona Non Grata

Esperas ver un documental sobre Palestina y sobre Arafat y resulta que quienes más hablan de Arafat son los israelíes. Stone no llega a entrevistarse con Arafat. Lo que más sacan en el documental son los intentos del equipo de Stone por entrevistarse con Arafat.
Sacan también entrevistas con varios políticos israelíes, especialmente Netanyahu y Simon Peres. A los palestinos les tratan como a terroristas, a todos.

Una decepción profunda. No me lo esperaba de Stone. Sale mucho mejor parado Israel y Arafat muy denigrado.

Además de las cosas características de Stone en los documentales: mucho movimiento de cámara, doblaje al español sin quitar la voz en inglés con lo cuál se mezclan y uno no se entera de lo que dicen, partes que deberían borrarse para hacer el documental más presentable y sin embargo no se borran...
Estas no son maneras de hacer un documental.

El documental refleja unos cuantos puntos de vista de personas supuestamente intervinientes en el conflicto: personas no especialmente cualificadas ni interesantes (uno de ellos un ministro de exterior -Moratinos- español ¿ein?).
Un contenido lleno de lugares comunes que no aporta nada a una persona interesada en el tema, aunque probablemente sí que le aporte a una persona que esté por alfabetizar: no tiene más 'target' que ese.
En la parte técnica y cinematográfica es sencillamente cutre (el lo formal -imágenes- y, sobre todo, en lo estructural: guión y montaje).
En resumen: no eché usted en falta su visionado -es difícil de conseguir el documental- porque es absolutamente prescindible (véase un programa de "Salvador por el folllonero"-programa de tv de la cadena española La Sexta- y tendrá más chica que esto; y, con suerte, hasta se puede llevar algún chiste que no ofenda mucho su inteligencia.

“Persona Non Grata” es un acercamiento a través del documental que el prestigioso cineasta norteamericano Oliver Stone hizo en 2002 al conflicto entre Palestina e Israel (teóricamente) a través de la figura del gran líder palestino Yasser Arafat, la encrucijada planetaria más apasionante para mí y sobre la que estoy comenzando a escribir una novela.

El autor de obras maestras de la dimensión de “Platoon” o “Nacido el 4 de Julio” no está a la altura de su nombre ni su figura en este caso, dejándonos un documental más bien epidérmico sobre el conflicto, en el que trata de escuchar a todas las partes (aunque resulta haber muchas más voces israelíes que palestinas), pero que no profundiza de la mano de ninguna de ellas. No obstante, para tratarse de un cineasta norteamericano (conociendo como conocemos el secuestro que la opinión pública y política que los USA sufren respecto de Israel), dicha visión al menos quiere aparentar ser equidistante, lo cual no es precisamente un mérito menor a tener en cuenta.

Rodada en 2002 entre Jerusalén y Ramala (capital de la autoridad palestina), en sus apenas 60 minutos poco tiempo da de contar antecedente alguno, causas del conflicto en aquel momento histórico concreto y consecuencias sociales del mismo. Apenas un vistazo epidérmico a todo lo que allí está pasando, el exterminio paulatino del pueblo palestino a manos de una máquina de triturar personas y territorios de la dimensión de la israelí que estuvo (incomprensiblemente) nominada al León de Oro en el Festival de Venecia de 2005.

En el debe de esta cinta, el excesivo protagonismo del propio Oliver Stone ante la cámara y en el peso del metraje de este film, quizás contagiado por las formas y maneras de Michael Moore. Sobre todo cuando la finalidad del documental, entrevistar a Yasser Arafat, finalmente no se logra.

Otro grave inconveniente (marca de la casa Stone) es que, en lugar de subtitular las intervenciones como sería lógico, la versión en castellano superpone la voz de la traducción sobre la banda sonora original, con lo cual se produce en demasiados momentos un cacao de sonidos que te saca literalmente de la cinta.