Adivina quién soy - Películas para no dormir (TV)

Sí, olvidable pese a tener un interesante punto de partida. En “Adivina quién soy” hay intenciones de Enrique Urbizu: un homenaje a “El espíritu de la colmena”, “La matanza de Texas”, “Nosferatu” y alguna más trasmutando el asunto a los tiempos modernos del terror.

Se queda en ideas como esas señales y detalles de la publicidad en la parada del autobús. Pero el resultado final es entre algo aburrido y con riesgo de caer en el ridículo por algunos pésimos momentos.
Si alguien espera encontrar algo interesante o terror puede probar mejor con el material original porque la motosierra de “Adivina quién soy” no tiene mucha potencia y está oxidada.

Le canta, le canta. Vaya si no. Y no lo digo porque este señor beba o deje de beber en ayunas. Eso no lo sé ni me interesa. Lo digo porque su peli canta. Canta por soleares. Y cuando un thriller, o una presunta peli de terror como ésta, huele a tres kilómetros a la redonda o te lo tomas a cachondeo o estás perdido.

Como podréis deducir, el menda se lo tomó a cachondeo. ¿De qué otro modo, si no, puede tomarse uno una peli en la que las réplicas de Leatherface y Nosferatu dan vergüenza ajena y en la que el personaje interpretado por Goya Toledo se folla bien a gusto al psicópata de turno?

Una verdadera pena, en serio, porque el sustrato argumental no era malo del todo y probablemente se hubiera podido amortizar de forma mucho más productiva si el tándem Urbizu-Serrador hubiera apostado por un thriller dramático más o menos serio o incluso por una frikada valiente y descarada. Pero no, la cosa se quedó a medio camino y ni tan sólo el siempre solvente Josep Mª Pou consiguió remontar una peli que, como bien afirma MB, no deja de ser un producto descartable, olvidable y -si mucho me apuráis- absolutamente deplorable. Por mucho que te lo tomes a cachondeo.

Enrique Urbizu firma esta entrega de la saga "Películas para no dormir" tras haber realizado largometrajes bastante alejados del género.
Quizás es por ello que no llega a convencer, aterrorizar o inquietar, ni siquiera perdurar en la memoria....
Nos cuenta la historia de una niña de imaginación desbordada que tiene numerosos amigos imaginarios, todos ellos monstruos, como Nosferatu, Leatherface... y nos recuerda que, en demasiadas ocasiones, hay monstruos mucho más terroríficos y más reales en nuestras vidas cotidianas.
La idea no es mala, pero las interpretaciones mediocres y el tramposo final no redondean el producto sino que lo destrozan.
La más prescindible de la saga.
Enoch.

Aún no tengo claro qué es lo que Enrique Urbizu quería transmitir al público cuando se planteó dirigir esta película. Me parece sorprendente que habiendo sido uno de los guionistas del magistral filme La novena puerta, haya parido esta cinta simple, ridícula y que en ocasiones roza el patetismo.

Exceptuando la actuación de José María Pou, el resto de actores parecen recién sacados de cursillo de teatro impartido en un centro cultural de barrio. Eso sin nombrar a los "monstruitos" que Urbizu ha seleccionado para formar parte del mundo imaginario de la niña, los cuales además de ser demasiado obvios, producen desde un sentimiento de cariño, pasando por una fase de vergüenza ajena hasta llegar a la mayor de las carcajadas.

Creo que lo único que salva a la película de que mi votación haya sido un 1 es el maquillaje de los muertos vivientes que aparecen casi al final, porque el de Nosferatu es para echarse a llorar.

Enhorabuena Enrique. Has logrado convertir al mayor malvado del género de terror, Leather Face, en un Oso Amoroso. Eso sí que tiene mérito.

Desafortunado thriller (que no película de terror) que mezcla la más vacua de las intrigas con el homenaje a varios clásicos, esta vez sí, del cine de terror, con La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre) o Nosferatu a la cabeza.

Los personajes principales de la historia son una madre (Goya Toledo) y su hija (Nerea Inchausti), quienes viven solas en un tranquilo barrio residencial. La madre trabaja como enfermera, por lo que no puede pasar demasiado tiempo con su niña, cuya fantasía (y apatía por sus compañeros de clase) la han llevado a desarrollar todo un mundo de fantasía en el que se relaciona con infinidad de monstruos, incluido un vampiro (Aitor Mazo). La afición de la menor por todo lo relacionado con el terror (léase películas, novelas, figuras…) preocupa cada vez más a su progenitora…

Urbizu demuestra cierto estilo en la planificación de las secuencias de acción, sin embargo, la historia se le va de las manos, ya que la misma se pierde en una trama tan predecible como anodina en la que apenas brillan algunos de los susodichos homenajes (a pesar de la ñoñería con que varios de los míticos personajes son retratados). A ello habría que sumar unas interpretaciones que, en el mejor de los casos, no pasan de aceptables y un trabajo de maquillaje más que notable, sin duda lo mejor de tan desangelada producción.