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El detective

Comedia. Drama Adaptación del relato de Chesterton "La cruz azul" (incluido en "El candor del Padre Brown"). El padre Brown (Alec Guinness), un sagaz y excéntrico párroco muy aficionado a desentrañar casos detectivescos, pierde una preciada cruz medieval que debía llevar de Londres a Roma. El autor del robo es el conocido ladrón de obras de arte Gustave Flambeau (Peter Finch), un experto en disfraces al que el perspicaz sacerdote intenta atrapar no ... [+]
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
12 de enero de 2009
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Borges decía que en las historias de Chesterton sobre el Padre Brown "siempre realiza el tour de force de proponer una aclaración sobrenatural y de reemplazarla luego, sin pérdida, con otra de este mundo".

Y esto precisamente es lo que falla en esta película, que ni siquiera hay un misterio aparentemente sobrenatural que el detective más peculiar de la literatura policiaca tenga que aclarar con su sagaz sentido común. Incluso en este film ni siquiera hay misterio, es sólo una presentación de los personajes.

La caracterización de Alec Guinness no está mal del todo, pero hay cierto histrionismo con pretensiones cómicas no muy logradas cuando intenta reflejar la miopía del personaje. Como curiosidad, como Guinness iba todo el día con sotana lo confundieron con uno de verdad, y a partir de esa anécdota se interesó por el tema y se convirtió en católico, algo no muy bien visto en esa época en Inglaterra, sobre todo en el mundo del espectáculo como es natural.

Otro de los fallos del film es que en los relatos de Chesterton se presenta al Padre Brown como alguien insignificante, que pasaba por ahí, y que cobra protagonismo al dar con la solución del caso; y sin embargo aquí se le presenta en primer plano todo el rato. Y como he dicho antes, quizá lo peor es que apenas hay caso.
Gilbert
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27 de abril de 2013
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá de algún capítulo aislado de una serie televisiva, esta película es la primera adaptación cinematográfica que he visto de uno de los más conocidos personajes de la literatura policiaca británica, el Padre Brown, la más conocida creación del escritor británico G. K. Chesterton (aunque personalmente prefiero a Mr. Pond, peculiar aficionado a las paradojas entre las que destaca el relato "Los tres jinetes del apocalipsis", sin duda la pieza maestra del autor).

Hamer, director y guionista de la excelente "King Harts and Coronets" ("Ocho Sentencias de Muerte") se encarga de adaptar libremente el primer relato del Padre Brown, titulado "La cruz azul", tratando de respetar las peculiaridades del personaje, que en realidad es la antítesis del investigador científico y racional, encarnado por Sherlock Holmes; así, el Padre Brown basa sus deducciones en la intuición, en su conocimiento del alma humana y sus debilidades, y por eso mismo es capaz de ponerse en lugar del criminal, resolver los casos que se le presentan, y lo que para él es más importante, "salvar" al delincuente.

¿Tiene éxito el director al trasladar este curioso personaje a las pantallas? Sólo parcialmente; aunque la apariencia bobalicona del personaje -que también subrayaba Chesterton- trata de propiciar un sutil tono humorístico, el resultado no siempre es acertado, con la salvedad de algunos fragmentos bastante conseguidos, como la secuencia de la subasta del juego de ajedrez, que tal vez sea, desde un punto de vista cómico, lo mejor de la película. El guión, que desdibuja en mi opinión al antagonista de Brown, cometiendo un claro error, enfatiza la misión pastoral del personaje principal, y aunque intenta no caer en vulgar moralina, a veces se queda muy cerca, como en los sermones ante la parroquia, claramente innecesarios. Por el contrario, resulta más atinado en el tratamiento irónico de algunas situaciones y personajes, como se pone de manifiesto en las charlas entre el Padre Brown y su obispo.

Estoy de acuerdo con otros usuarios en que la trama criminal en sí carece de nervio e interés, y que en comparación con el original literario, el protagonista acapara en demasía la película, si bien creo que esto es comprensible desde el punto de vista cinematográfico (en los libros tenemos muchos relatos para ir conociendo al Padre Brown, mientras que en la película sólo podemos disponer de un metraje de 80 minutos).

Correctamente interpretada por Guiness (aunque lejos de sus mejores creaciones), flojean algo más los secundarios, no tanto por culpa de los actores, francamente buenos, sino porque el guión los desdeña un tanto. La música, de adecuados tonos cómicos y ligeros se adapta bien al filme, y la fotografía de Waxman es muy buena, aunque no tenga gran protagonismo, con excepción de la secuencia inicial y alguna más.

En conjunto, una película agradable, pero que no llega a satisfacer plenamente ni al aficionado al cine ni al seguidor de los relatos del Padre Brown, ese peculiar y heterodoxo pescador de hombres.
Quatermain80
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10 de mayo de 2009
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las adaptaciones literarias son siempre complicadas de llevar a la pantalla. Primero porque los directores muchas veces confunden el "basado en..." con el "inspirado en..." y segundo porque siempre hay una parte importante del público (sobretodo cuando el personaje es mundialmente conocido) que despelleja sin piedad al responsable de la adaptación si esta no se ajusta milimétricamente al planteamiento del autor original.
Personalmente, cuando veo una película, me resbala la obra en la que se inspira (me la haya leído o no) porque lo que me interesa es la actuación, además del qué y el cómo me lo están contando. Otra cosa es que el director se vanaglorie de crear una obra fidedigna al texto original. Cosa que suele ocurrir rara vez y sólo con directores endiosados que por suerte no suelo ver.

Desgraciadamente, esta película trata de conjugar la comedieta con la intriga logrando un batiburrillo que no es ni una cosa ni la otra. El histrionismo acentuado de Guinness que tan bien funcionó en otras comedias de la Ealing aquí no pega ni con cola. Y sus dotes de adivino genial, judoca con cinturón negro y ocho danes, guía espiritual y moral, además de su castidad tan bien llevada no se la cree ni el tato. Por si no fuera poco, su contendiente que debería ser el contrapunto altivo, irónico o mordaz carece de carisma. Pues vaya chufa... ni chicha ni limoná...No hay tensión, no hay misterio, sólo previsibilidad.
Lástima que tampoco la fantástica Joan Greenwood destaque interpretativamente y esté más de relleno que de otra cosa.

Para los que no han leído "El candor del padre Brown", recomendárselo. Para los que no han visto la película, no se pierden nada extraordinario. Cualquier otra película del trío protagonista es más destacable que esta, por otra parte, agradable pelicula que a pesar de todo se deja ver bien.
tantra
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13 de agosto de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si de alguna película puede decirse que se halla en abierta contradicción con el Zeitgeist de nuestra época es ésta. Tras la secuencia inicial, que nos presenta al Padre Brown detenido por la policía como ladrón, debido a lo peculiares que son sus procedimientos pastorales, sigue un significativo sermón dominical sobre la Gracia y la igualdad del ser humano ante el mal para cerrar la película con otro sermón sobre la parábola del Hijo pródigo. ¡Toma castaña!
No faltaría más que leer el resto de críticas que otros colaboradores de esta página han colgado en ella para darse cuenta de lo atinado de mi aseveración: es una película que no cumple ni uno solo de los preceptos que actualmente se exigirían o mejor se exigen a cualquier proyecto cinematográfico. Canta como una calandria si se la compara con cualquier película recién salida de las fábricas de productos cinematográficos al uso. Es una película religiosa, profundamente religiosa y que recoge gran parte de lo que pudiéramos llamar la esencia del Cristianismo, desde el concepto de Gracia hasta el de libertad, pasando por cuestiones tan fundamentales para el cristiano como el sentido de la vida o la resurrección de la carne.
Yo me pregunto en este orden de cosas, es decir, en el orden de la comprensión de las claves que se ofrecen al espectador para que descifre los sucesos del guión, cuántos espectadores actuales de esta película son capaces de comprender el motivo que el padre Brown aduce para explicar cómo ha conseguido descubrir quién es su antagonista Flambeau en la escena de la cafetería parisina y que tiene que ver con un bocadillo.
Y es que conviene no perder de vista en ningún momento que el autor del texto Gilbert K. Chesterton es un converso al catolicismo, como tantos otros hubo en la Inglaterra de las postrimerías del siglo XIX y principios del XX, conversiones algunas de las cuales causaron una auténtica conmoción en el mundo social, literario o político del Reino Unido, como pudo ser la del que luego sería Cardenal Newman, en 1845, la del escritor Maurice Baring, en 1909, o ésta de G.K. Chesterton en 1922. Por otra parte, menos convendría, a la hora de juzgar El detective, pasar por alto el hecho de que su actor protagonista, el inmenso Alec Guiness, se convirtiera también al catolicismo unos meses después de haber terminado la película. Quiero decir que, con mayor o menor acierto en su desarrollo, hay mucha sinceridad, mucha autenticidad en este guión, y que no es justo calificar de moralina, es decir, de moralidad inoportuna, superficial o hipócrita, actitudes morales en las que los autores se jugaban personalmente mucho.
Quien esto suscribe no es creyente, ni tan siquiera aceptaría ser calificado de agnóstico, y se hallaría probablemente mucho más cómodo bajo el calificativo de ateo, es decir, aquél que considera que, puestos a decidir sobre la existencia o inexistencia de Dios juzga que, sin tratar de salirse del marco de profunda oscuridad en que vivimos desde el instante en que llegamos a este mundo hasta el momento en que nos vemos forzados a abandonarlo, quizá lo más sensato sería creer que estamos solos.
Toribio Tarifa
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22 de mayo de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
165/14(17/05/11) Inane film británico, una comedia con pretenciosas dosis detectivescas a lo Sherlock Holmes, basada en las obras de Chesterton sobre el personaje, donde hasta incluso el gran Sir Alec Guiness realiza un personaje cargante, tan resabiado que repele. Tenía depositadas grandes expectativas en la cinta, se sumaban el director Robert Hamer (8 sentencias de muerte) con el gran actor Alec Guiness, en el marco del clásico estilo inglés de la comedia refinada, pero el resultado es negativo. El guión es de una candidez sublime, tanto que los personajes resultan de papel, totalmente planos, son clichés sin la menor gracia, el sentido de humor es de lo más pueril, no hay pizca de ingenio, el desarrollo del argumento resulta bastante tontorrón, muchas escenas chirrían por forzadas, por no hablar de su mensaje/moralina religioso de redención, casposo es lo menos que se le puede decir. El enfrentamiento entre el bien y el crimen, representados aquí por un petulante sacerdote y un ladrón de guante blanco, queda muy disparejo, el carisma de Peter Finch es nulo, es una personalidad de un comportamiento bobalicón que es nada creíble. Incluso en su moralizante intención cae en incongruencias, por redimir a un ladrón el cura es capaz de mentir, de acusar a inocentes para que los detengan y de obstruir al deber de la justicia, demasiados pecadillos para un cura y que encima quiere dar lecciones de rectitud. Incluso su argumento tiene agujeros de bulto como la trama del robo de la Cruz de San Agustín, en el tren el padre Brown lleva tres paquetes y en uno cual trilero fuera lleva la reliquia, en la cafetería se han reducido a dos, pero el rizo viene cuando decide dejar el que él cree que es la Cruz en una silla del establecimiento para engañar a Flambeau, pero si es tan valiosa como pretende dejarla abandonada en una silla? Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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