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Vámonos con Pancho Villa!

Drama. Bélico Durante la revolución mexicana, un grupo de valientes campesinos, conocidos como los "Leones de San Pablo" se unen al ejército de Pancho Villa. Después de algunas batallas, con más derrotas que victorias, el grupo original es reducido, y una serie de problemas les lleva a replantearse su posición. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
26 de octubre de 2009
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emblemática película de la cinematografía mexicana, estrenada dos años después de su realización y hasta que los productores vieron el éxito obtenido por su realizador con la ya estrenada comedia "Allá en el rancho grande", cinta que marcaría el rumbo de la mayoría de las realizaciones en las siguientes dos décadas.

Sin embargo, la que hoy nos ocupa es una película que dejó un sabor amargo en los espectadores pues no es nada complaciente. Es decir, lejos de mostrar a Pancho Villa como un ídolo o como un ser mítico, el caudillo es presentado como un simple ser humano, un tipo que lo mismo reparte de sus mismas manos el maíz que será sembrado por los campesinos, como lidera las batallas y toma decisiones políticamente poco correctas.

Pero la película no se centra en la figura del caudillo, sino que mira y analiza la revolución desde los ojos de un grupo de campesinos que deciden enlistarse en las filas de Villa para poco tiempo después darse cuenta que la guerra no es como la pintan, recorriendo la historia desde muertes gloriosas y heroicas hasta llegar a las trágicas e inútiles, que terminan desencantando a Tiburcio, el protagonista de la historia.

Una película para rescatar del olvido.
Quique Mex
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8 de diciembre de 2010
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de 1935, relata la historia de un grupo de hombres que se alían al bando de José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido bajo el seudónimo de Pancho Villa, para hacer la revolución, famoso conflicto armado de la primera mitad del siglo XX en México.

Pancho Villa, en esta película, no cuadra con aquel jefe revolucionario que tanto nos han querido enseñar en las escuelas y colegios mexicanos. Este Villa tiene el tesón de dictador, lo que, creo, se acerca más a la realidad. Un hombre que le exigía mucho a sus tropas pero cuando alguno de sus soldados convalece mínimamente, él, sin mayor aplomo, se los quitaba de encima (como el terrible episodio donde algunos de sus soldados, un par de ellos realmente importantes en su campaña militar, caen atacados por la viruela, y Villa, sin trastabillar, los mandó matar para que no contagiaran al resto). Aunque no se puede negar la importancia clave de Villa en la revolución.

El grupo de hombres que se unen a Villa, y que son los protagonistas de este film, son conocidos en su pueblo como “Los Leones de San Pablo”, cuatro personajes que representan al pueblo llano mexicano. Son ellos con quienes nos tenemos que identificar la mayoría de nosotros porque, en el fondo, México y los mexicanos no han cambiado nada. Seguimos siendo demasiado soñadores, pasionales, hipócritas, bienquedas, burlones, parranderos, machistas, desmadrosos, hambrientos, harapientos, buscapleitos, resentidos sociales, perezosos, melodramáticos, astutos y llorones. México sigue siendo ese país que apuesta a lo grande pero pierde como siempre. México sigue siendo ese país de contrastes, en el que a unos les va excesivamente bien y a otros, la gran mayoría, les va desmedidamente mal.

Me gustaría decir que esta es una buena película, pero se tropieza las suficientes veces como para no considerarla como tal. Sin embargo, eso sí, habría que rescatarla del olvido y restaurarla porque (al menos la copia que yo vi proyectada en la Filmoteca de Madrid) está muy maltratada y es un documento histórico que abría que preservar.

En el FilmAffinity le he puesto 6 de calificación pero sólo porque sale Silvestre Revueltas (mi compositor favorito) haciendo un original cameo donde interpreta “La Cucaracha” en el piano de una cantina. En esa escena los ánimos se van calentado y algún borracho empieza a disparar, es en ese momento cuando Silvestre despliega un cartel donde pone escrito: “Se suplica no tirarle al pianista”. Monumental.
Pero si no fuera por eso le hubiera puesto un 5, o inclusive un 4 si me hubiera agarrado de mal humor. Es que la película divaga demasiado a nivel cinematográfico y literario (guión), además el trabajo de iluminación y fotografía no es muy limpio y algunas escenas se pierden en las tinieblas.

¡Viva la revolución!
Francisco Negrete
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28 de noviembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película calificada como la no. 1 de las mejores 100 del cine mexicano según la revista somos; esta bien lograda, mostrándonos a los tristemente célebres cuatro personajes llamados los leones de San Pablo. Quienes representan al pueblo que es arrastrado a la vorágine de la revolución a las ordenes del caudillo Pancho Villa. Y de como estos cuatro tipos se van carcomiendo con el paso de la historia, en la que desarrollan todo su miedo, su frustración , su fatiga... pero también su gran amistad y coraje hacia la muerte. Esta historia bien hilvanada nos adentra en el terrible conflicto de la revolución de 1910. En la que hubo héroes y villanos y que al final la historia la escriben los vencedores. Ahí queda la vida de estos leones indomables que se encaminaron hacia la muerte como un destino infranqueable. El mismo general Villa encontraría su tumba en Parral. Unos dicen que fue un bandolero, otros un héroe legendario. La verdad es que la oración ante el sepulcro de un fiel león dorado llora al ver la tumba abandonada y al recordar a los otros leones que también cayeron en el campo de batalla. ¡Ah que muchachitos! Vámonos a la bola... diría el general. Y los leones gritarían: estamos presentes general ¡Viva Villa!
Villa duerme bajo el cielo de Chihuahua.
RAMON ROCEL
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28 de agosto de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carlos Monsiváis y Gustavo García coinciden en considerar esta película como la mejor del cine mexicano, coincidencia con más peso que la película misma en cuanto a referencia de autoridad. Yo discrepo respetuosamente y más adelante diré por qué, pero comienzo con eso para dar una idea de la importancia del tema.

Rodada en 1935 y estrenada en diciembre de 1936, '¡Vámonos con Pancho Villa!' es la tercera entrega de una trilogía dirigida por Fernando de Fuentes sobre la Revolución Mexicana y cuyas primeras partes son: 'El prisionero trece' (1933) y 'El compadre Mendoza' (1934).

'¡Vámonos con Pancho Villa!' es una crítica dura y cruda tanto a la Revolución Mexicana en general como al caudillismo en particular, una crítica en forma de retrato realista, también a la naturaleza del mexicano como producto del atraso en todos los aspectos del desarrollo humano a principios del siglo XX (naturaleza que, por lo demás y dicho sea entre paréntesis, no ha cambiado mucho en las zonas más atrasadas del país, no sólo zonas geográficas, sino también del pensamiento).

Nadie puede negar su importancia en ese sentido, pero la película está lejos de ser perfecta y sus defectos no son menos importantes. Los años del rodaje y del estreno son anteriores a la Época de Oro del cine mexicano, hay que tener en cuenta. De ahí que las actuaciones en general sean desmesuradas, pues se trata del cine hablado en sus orígenes, el más primario, cuando legaba el lastre del entonces reciente cine mudo, que solía compensar el silencio interpretativo con exageraciones histriónicas, y aquí la exageración es un recurso de la debilidad.

Los momentos de humor o pretendida comicidad me parecen burdos y torpes, como para separar a los brutos de la brutalidad, lo cual no sucede con la secuencia de los trece soldados que, alrededor de una mesa en la cantina, deciden que muera de un balazo aleatorio uno de ellos para reducir la mala suerte. Esa noción brutal del sacrificio explica los dos finales.

Domingo Soler en el papel de Francisco Villa me parece mediocre, por no decir desafortunado, pues la personalidad del actor era más bien propicia para personajes beatos, moralistas y puritanos, o sea, exactamente lo contrario, de modo que su personificación en este caso resultó poco o nada representativa de la virilidad característica del caudillo. El Villa de Soler es un personaje áspero, no viril. Y el actor más adelante será encasillado en el otro tipo de papeles, dado su registro no muy amplio que digamos. Desde luego, no hay nada peor en el mundo que un Villa con el acento chiapaneco del antizapatista Eraclio Zepeda, que obviamente no es lo que sufrimos aquí.

Por fortuna, Pancho Villa tampoco es el protagonista en esta cinta, que narra en todo caso la incorporación de Los Leones de San Pablo, un grupo ficticio de amigos entusiastas y valientes (digamos “entrones”) a las filas villistas y después a la élite y guardia personal del Centauro del Norte, conocida como Los Dorados de Villa. La cinta narra también el desencanto del grupo con la Revolución.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Iván Rincón Espríu
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18 de julio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habiendo sido uno de los principales líderes de la Revolución Mexicana, José Doroteo Arango Arámbula (05/06/1878 – 20/07/1923), quien se hiciera conocer como Francisco Villa, o mejor aún, Pancho Villa, es un ícono de México a quien ya nadie le cuestiona su enérgica y decisiva participación en la derrota del régimen tirano que encabezaba el dictador, Victoriano Huerta.

Villa se desempeñó como Comandante de la División del Norte, al que la riqueza mineral del estado de Chihuahua le permitió obtener cuantiosos recursos para sostener a su ejército. Por otra parte, se ayudaba expropiando a los grandes hacendados que abusaban de sus trabajadores, cuyas tierras entregaba a los campesinos y soldados para que las sembraran… y cuando lo creía necesario, asaltaba bancos o trenes si se enteraba de que contenían importantes remesas.

En 1910, Pancho Villa se unió al movimiento maderista (cuyo líder era, Francisco I. Madero) y, en ese entonces, hacía las veces de Robin Hood, robando a los ricos para dárselo a los pobres. De Madero, obtuvo Villa la educación que le haría interesarse con otros ojos por el mundo de la política… y entonces, se dedicó a engrandecer sus tropas, con las que aplicó, su ingenio y su capacidad estratégica, para dar duros golpes a las fuerzas del Estado.

Cuando sólo contaba 11 años, Rafael F. Muñoz, conoció personalmente a Pancho Villa, y fue tal la impresión que el jefe guerrillero le causó que, tan pronto se hizo periodista decidió acompañar a Villa, publicando luego numerosos folletines sobre los hechos de su revolución. En ellos narraba la bravura, la lealtad y los sacrificios de los combatientes… hasta que un día surgió la novela “¡Vámonos con Pancho Villa!” (1931), en la que, con un estilo de admitida ficción-documental, recrea aquel eterno evento revolucionario.

Como protagonistas, Muñoz escoge a un grupo de cinco amigos que se hace llamar, Los Leones de San Pablo, en honor a su valor y al pueblo donde nacieron. Liderados por Tiburcio Maya, Melitón Botello, Máximo Perea, Miguel Ángel Del Toro “Becerrillo” y Rodrigo Perea, viendo la dura situación del país y el mal trato que les da el capitán Medina que manda en su pueblo, un día deciden de común acuerdo: “¡Vámonos con Pancho Villa!”

Así comienza una historia de intensa amistad, de lucha encarnizada contra la tiranía, pero, sobre todo, una demostración de lealtad a una causa y a un líder, que durará hasta la muerte… o hasta que sea el momento de hacerse aparte.

El guion, escrito por Xavier Villaurrutia y el también director Fernando de Fuentes, está muy bien matizado sin idealizar a personaje alguno; contiene pausas de humor y exalta muy bellamente la amistad… y al final, uno siente que, Pancho Villa, fue un ser humano como otro cualquiera: con grandes aciertos y una que otra decisión equivocada, pero, como Líder fue un ser inolvidable, pues, contribuyó enormemente a una causa justa que reclamaba a gritos el pueblo mexicano.

Con, << ¡VÁMONOS CON PANCHO VILLA! >>, el renombrado director, Fernando de Fuentes, completaba su, Trilogía de la Revolución, la cual había iniciado con, “El Prisionero 13” (1933), a la cual siguió, “El Compadre Mendoza” (1934).
Luis Guillermo Cardona
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