Le silence de la mer (TV)

Hermosa película que no puedo comparar con la clásica de 1949 por no haber visto ésta última. Aún así, me ha parecido una más que digna versión televisiva.Quizás cambie la puntuación cuando vea la versión de Melville pero de momento le pongo un siete merecido en mi opinión.

El peso de la película recae en tres personajes: el abuelo, la bella nieta huérfana que vive con él y un oficial alemán que se aloja con ellos, impuesto por las autoridades de ocupación. Pero he aquí que el intruso es un culto capitán alemán, apuesto, profesor de música, amante de la cultura francesa y del idioma. Al igual que la nieta, también él ha perdido a su padre en los campos de batalla franceses de la Primera Guerra Mundial.

Se hace difícil odiar a un enemigo como éste, y hasta el silencio que le dedican el abuelo y la nieta es cruel. Máxime cuando en una escena clave de la película asistimos al diálogo que mantiene el capitán con otros dos oficiales alemanes amigos suyos.

Y Bach de hilo conductor y de elemento clave en la película.

Diferentemente de lo que se puede pensar a partir de la indcación "TV", entre paréntesis, se trata de una película cinematográfica que se puede encontrar, gratis, en YouTube.

Yo discrepo de la mayor parte de la crítica que he leído sobre esta película. La fotografía es, de hecho, bellísima. Y la tranquilidad que resuma en cada escena que se desarrolla en un pueblo marinero de Francia durante la II Guerra Mundial, ofrece al espectador un rato muy agradable.

Sin embargo, no veo belleza en el argumento. Lo que veo son dos personas incapaces de superar la humillación y el odio, aun delante de la prueba viva de que el enemigo ni siempre lo es como nos contaron o como lo imaginamos. A veces, como en el caso, podría convertirse en un amigo e incluso en un amor, si no fuéramos tan duros de mollera y de corazón.

La protagonista, Jeanne, y su abuelo, André, se niegan, durante más de tres meses, a corresponder a la amabilidad del "enemigo" que tienen en casa, impuesto por el régimen de Pétain. Pierden la oportunidad de amar y ser amados, de disfrutar de una compañía interesante e, si se quiere, benéfica para el alma en tiempos tan duros.

Hay otra película, mismo título, de 1949, del director Jean-Pierre Melville, basada en la misma obra de Jean Bruller, que fue publicada en 1942.