La manzana

Dejémonos de fundamentalismos. Parece ser que el cine iraní tiene que dividir por la mitad a la crítica o a los espectadores como si todo el cine iraní fuese una única película. Hay bodrios y hay obras de gran calidad como esta deliciosa manzana, brillante, verde y sin gusano dentro.

Lo que sí es cierto, y esto hay que reconocerlo, es que el ritmo del cine iraní es por lo general bastante pausado para lo que estamos acostumbrados a ver. Es una premisa que puedes aceptar o no, y punto. Cuando vemos una superproducción americana de acción estamos avisados del ritmo ágil que va a predominar, y sin embargo los resultados y las sensaciones siempre son desiguales.

Este film cuenta con dos peculiaridades bastante singulares: la directora era menor de edad al rodarla; y los actores son en realidad las personas reales a quienes sucedieron tales aconticimientos, los cuales están recreados y, por tanto, manipulados.

Pero esa maniplulación, lejos de tomar la forma de denuncia o crítica de los hechos tan duros que narra, es transformada en un antológico canto a la vida, y quizá ahí se nota que la directora es prácticamente una niña y sabe cómo plasmar la ilusión y el nacimiento a la vida de las dos niñas que habían sido privadas de ella.
En la parte técnica supongo que contaría con la ayuda de su padre, el consagrado Mohsen Majmalbaf, porque hay algunas secuencias y planos realmente inolvidables.

La vida occidental se caracteriza por un mayor nivel material, racional, civilizado, científico, etc., de sus ciudadanos, y sobre todo de las mujeres. Y precisamente porque el ciudadano medio de la civilización occidental ha tenido tanto tiempo libre para el ocio, ha estado tan acomodado —en riquezas materiales, en amparo de la ley, en libertades civiles—, comparado con el ciudadano medio de las otras tres civilizaciones (las civilizaciones islámica, la hindú y la del Lejano Oriente), es que ha conseguido una creatividad y un vigor intelectual sin precedentes, respaldado por la ciencia y la tecnología de vanguardia que los pueblos librepensadores de Occidente han desarrollado sin cesar: la imprenta, el telescopio, el microscopio, el sextante, la máquina de vapor, la pila eléctrica, la bombilla, el motor de combustión interna, el cine, el automóvil, el avión, el teléfono, el telégrafo, la radio, la televisión, el aparato de rayos X, las vacunas, el motor a reacción, el motor cohete, el transistor, internet... Todos estos inventos son fruto de la fértil interacción entre ciencia aristotélica y la religión judeocristiana, con un énfasis en el individualismo, que caracteriza a la civilización occidental, donde las mujeres tienen más derechos como seres humanos y están más equiparadas a los hombres que en ninguna otra parte del mundo. Además no olvidemos una dato importantísimo que a menudo la gente desconoce: Occidente publica muchos más libros al año que ninguna otra civilización y, en general, prohíbe muchos menos.

Bien, el mérito de esta película está en exponer de una manera simple y sencilla que sin una educación formal y sin la posibilidad de adquirir una tradición escrita, muy pocos seres humanos pueden alcanzar su pleno potencial, y la mayoría de ellos languidecerán en condiciones de privación que son la vergüenza no ya de una determinada civilización sino de nuestra aldea global. Las muchachas de muchos Estados islámicos fundamentalistas se ven flagrantemente excluidas de lo que tristemente pasa por educación en esos lugares, y a veces ello es debido al pobre maridaje cultural de religión retrógrada e ignorancia, el cual se transmite de padres a descendientes como bálsamo protector, pero que en realidad resulta una especie de mortaja degenerativa para mantenerlos subdesarrollados e infantilizados durante toda su existencia. Esta historia iraní, de manera llana, sosegada, reveladora, "como el que no quiere la cosa", nos plantea lo comentado en este último párrafo.

Fej Delvahe

Una película de muy buena acogida crítica, de gran mérito desde su propia base, dado que está realizada por una ¡mujer de 17 años!, nada menos que en un país tan reaccionario como Irán: Samira Majmalbaf, hija de Mohsen Majmalbaf.
Está basada en un penoso caso real: un padre que tiene retenidas a sus dos hijas desde que nacieron, es requerido por la Dirección de Asuntos Sociales para que las deje libres, puesto que sino las perderá. La directora emplea un tono y estilo austero, desnudo, muy sobrio, cercano al documental, apoyándose en sencillas metáforas para lograr un trabajo digno, equilbrado, válido y sobre todo, muy meritorio.

De una entrevista a la directora para Channel 4 UK en mayo 2005, la película es la historia real de una familia.
Nada más ver en las noticias que un padre de familia tenía encerrado a sus dos hijas de 11 años en casa sin haber salido ni haber tenido contacto con el mundo exterior en toda su vida, la directora quiso filmar esa historia.

Bajo la presión de los vecinos denunciando que las tenía encerradas y no se habían lavado en años, los medios de comunicación y al final las autoridares intervinieron para velar por los intereses de las dos niñas.
La directora se dió mucha prisa porque sabía que cada día que pasaba, las niñas estarían más influenciadas por el contacto con el exterior y rápidamente se preparó para rodar. El rodaje duró dos semanas.

Según sus palabras, aunque la película tiene una línea argumental, está lo más cerca posible del documental. La película trata sobre la familia de las dos niñas encerradas y los primeros días desde que intervienen las autoridades.

La vida en directo.
Esta película y el cine iraní en general, es la demostración de lo que es la depuración máxima de la imagen.
Es cine en estado puro porque prescinde de todo efectismo.
No tiene ninguno de los vicios de Hollywood; ritmo frenético, finales felices forzados, argumentos masticados para que no tengas que pensar, estrellas que hacen no creibles sus interpretaciones de tanto verlas, etc.
Los no-actores dan autenticidad a las historias.
Este cine, con sus imágenes pausadas, trata de hacer pensar al espectador.
Es cine-verdad.
Es lo más parecido al neorrealimo italiano, que para mí fue el movimiento más importante de la historia del cine, debido a que sus películas eran la realidad filmada practicamente. La espectacularidad es algo hueco y vano.
padrino