Mas allá de la crítica fácil que está inundando la película es innegable que Biutiful es un auténtico espectáculo visual. Sumergida en una de las caras de la Barcelona poliédricas y contemporánea Biutiful se despliega como une película de ritmo lento, asfixiante, insistente que a través de sus 145minutos nos brinda un auténtica cascada de sensibilidad y angustia a partes iguales. Es un torrente de imágenes atroces e interpretaciones memorables, donde cada plano, cada gesto, cada foco, cada frase y cada nota subrayan terror y rezuma sentido estético. Nada es en vano, todo en favor de la película como agente transmisor de emociones (amargas) y de sensaciones (claustrofóbicas) para contarnos algo tan normal, pero tan ejemplar, como el esfuerzo tozudo de un ciudadano anónimo que se resiste a caer al vacío. Tan aterradora como genial.

Es indudable que la propuesta tiene bastante de original y atrevida, pero ahí acaba todo. El buen planteamiento inicial se va dilapidando minuto a minuto, decepción a decepción, a través de complicaciones de trama, barullos imposibles y una sobredosis de acción que dejaría a Stallone mirando la peli con los ojos abiertos. La conjuntivitis final llega en una última escena donde Nolan, quizá incapaz de resolver su lío de interniveles, cierra con un recurso sofrito e infantil de vergüenza ajena. No.

Es de sobras conocido que Woody Allen és un generador de ideas constante y un trabajador compulsivo. Pero esto sin ser poco ya no asegura nada. “Conoceras al hombre de tus sueños” posee un guión decente, buenas ideas, interpretaciones creíbles… y sin embargo uno se va del cine con la sensación liviana e inquietante de haber visto un episodio octogenario de Ally McBeal. Bien para un capítulo de una sidcom americana, mal para una película del creador de “Manhattan” o “Matchpoint”. Porqué de hecho, la película incluye las mismas vicisitudes humanas, las mismas dudas, las mismas infidelidades reales e imaginarias de siempre. Todo es lo mismo pero nada sabe igual. Descafeinado, inacabado, leve … Y es que uno sale del cine con la sensación que la misma película hubiese sido muy diferente si el genio americano se hubiese empeñado en ello.

La mayoría de las películas de animación incluyen, quirúrgicamente seleccionados, todos los ingredientes necesarios para asegurar su éxito: recursos, personajes, sus roles... todo está milimétricamente estudiado para entretener y conmover. Y sin embargo, no siempre surge la magia. Pero en esta ocasión, los alquimistas de Pixar sí consiguen el hechizo. Bien trazada, dirigida con mano firme y con un guión notable del oscarizado Michael Arndt, Toy Story 3 es un emocionante y emotivo alegato a la amistad y a la solidaridad, es una película absorbente, tierna, mágica y terapéutica que a sus 30 segundos te dibuja una cándida sonrisa en la cara que no se te borrará hasta los créditos finales. Los 6 € mejor invertidos en mucho tiempo. Chapeâu!

No soy de los que despotrican del Woddy Allen de las dos últimas décadas. Al contrario: creo que en ese tiempo, el genio de Manhattan ha rodado más de una docena de películas, como mínimo, notables. Sí, tropezó con "Vicky Cristina Barcelona" y me hubiese gustado decir que se en "Si la cosa funciona" se ha puesto de pie de nuevo. Pero no es el caso. Su última entrega tiene una trama imposible, un nivel de gag mediocre, una interpretación solo correcta (tampoco nos pasemos con lo de Larry David) y un doblaje ridículo. O sea que ni Allen parece Allen, ni (para colmo) Nueva York parece Nueva York. Que lástima.