Me gustan aquellas películas que al finalizar la sesión te dejan unos minutos “embobao” y cuando sales de la sala puedes comentarla con los colegas. Time es una de ellas. La historia de una joven pareja que se ve sumida en la rutina, o al menos es lo que piensa ella que, comida por los celos, decide cambiar de cara (en el sentido literal).
La nueva obra del autor surcoreano Kim Ki-Duk (La Isla, Hierro 3, Samaritan Girl) vuelve a tratar el tema del amor desde el interior del ser humano y, esta vez, desde la superficialidad. Pero sobre todo, esta película habla del paso del tiempo. ¿Cuántos de vosotros os habéis puesto a contar los minutos que faltan para terminar unas clases? De esta manera se nos hace eterno y no lo aprovechamos, como pasa con todo. Eso es lo que KKD nos quiere decir: el paso del tiempo hace que incluso lo que más queremos pueda ser dañado. Un tiempo que pasa tan lento que en el filme ni siquiera transcurre.
Quizá sea Time la que abra una nueva etapa en este director puesto que no es tan lenta y no posee esas imágenes tan potentes donde podíamos deleitarnos como nos tenía acostumbrados aunque si que aparecen aquellos elementos característicos del autor como pueden ser personajes barrocos, largos silencios, significados ocultos…
En fin, se trata de una película con un buen principio y con un excelente final. ¿O es con un excelente final y un gran principio? Eso, al fin y al cabo, tendréis que descubrirlo vosotros mismos.
Seguro que os gustará o que, por el contrario, despreciareis pero seguro no os dejará indiferentes.

Nunca está de más ver, de vez en cuando, una producción independiente, y menos una película Rumana que en España viene una cada diez años…
“12:08 al este de Bucarest” se presenta como un programa de televisión en donde se debatirá si en una pequeña ciudad de Rumania hubo o no hubo revolución en 1989, con la caída del régimen soviético. El programa está dirigido por el director de una pequeña y desastrosa, televisión, junto a dos invitados estrella que dicen haber estado en la “revolución”: un viejo algo loco que hacía de Santa Claus hace años y un profesor endeudado por sus problemas de alcohol.
Sobre este fondo, la película cuenta con dos partes claramente diferenciadas: la presentación de personajes (que no tiene desperdicio) y el programa, desternillante.
Lo que más gusta de este film es la capacidad que tiene el director de enseñar al espectador como fue la revolución en Rumania a la vez que te partes la caja viendo un programa muy amenizado, con la utilización de tan sólo tres o cuatro planos. Quizá la última parte se hace pesada, pero tiene un final solemne que aboga por la vida y el disfrute.
Una buena opción que sorprenderá a muchos, yo me incluyo entre ellos.

La mejor película de Takashi Miike, así, sin más. A mi parecer no existe filme como este: grotesco, absurdo, delirante... la originalidad en su máxima expresión.
Hay que decir que el director japonés es uno de los directores más irregulares que conozco pero que, de vez en cuando, nos deleita con películas como estas, que rompen esquemas y te dejan boquiabiertos.
¿Dónde encuadrar una película como esta? ¿En el musical? No puedo olvidar cuando la familia encuentra el primer cadáver: IMPRESIONANTE. ¿Humor negro? El baile con los muertos, la mala suerte de la familia Katakuri...
El gran pero, quizá le encontremos en los bruscos cambios de ritmo de la película que pueden hacer que perdamos la atención de la historia pero es que ¡Esto es Takashi Miike!, no se la pierdan y si después os entran ganas de bailar como el hermano delincuente, no me digan nada.

A primera vista parece que le director nipón cambia de tercio: de un cine de terror a un drama. Pero sólo a primera vista. Es cierto que se aleja del terror pero Kiyoshi Kurosawa se mantiene fiel a sus principios mostrando una sociedad cada vez más dividida y solitaria donde el contacto humano apenas existe. La división está presente a lo largo de toda la obra ya sea por medio de un televisor o las rejas de una carcel.
Véase la doble ventana en las escenas donde los protagonistas se encuentran en el coche o los pandilleros hablando por walkie talkie sentados en una misma mesa (vuelve a la denuncia de las tecnologías que nos convierten en personajes individuales, perfectos en una sociedad cada vez más "licuada")
Para los fans del grandioso Kiyoshi esta película, grabada en formato digital, no defraudará, pero los que esperen ese terror que solo él es capaz de realizar, olvídense: este film es un drama sobre las relaciones humanas.

Delirante es como podría definir la obra maestra que nos presenta el director coreano Bong Joon-Ho. Quizá es que me gusta demasiado el humor negro... pero es que esta película es claramente diferente a lo que hayamos podido ver antes.
Delirante es el personaje que interpreta Song Kang-Ho (que tan pronto nos pone cara de payaso perdedor en "The Host", como interpreta a un duro general en "Join Security Area": se come la pantalla) comisario de pueblo con unas dotes de investigación algo peculiares, así como de Kim Sang-Kyung que junto a Kang-Ho forman una excelente pareja que nos hará pasar un buen rato.
La película se podría dividir en dos: la primera parte es la presentación de los hechos, la más divertida (no pude dejar de reirme) mientras que la segunda es más solemne, más seria, pero no por ello menos entretenida.
De verdad una película que da gusto ver, si es que los coreanos cuando se ponen en serio son capaces de hacer cine del bueno, bueno, bueno.