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España España · Aras de los Olmos
Críticas de Nerudario
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
1
7 de abril de 2011
13 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas resulta evidente que el filme póstumo de Kubrick es, con diferencia, el más flojo de toda su carrera. Eyes Wide Shut, es la adaptación cinematográfica de la novela "Relato soñado" escrita por el médico vienés Arthur Schnitzler, discípulo aventajado de Sigmund Freud (lo cual explica muchas cosas). Y lo de “flojo” es un adjetivo benévolo, que utilizo, más que nada, por respeto a la impresionante carrera del director de Lolita.

Eyes Wide Shut es una película, onírica, en el mal sentido de la palabra, donde la línea entre la realidad y la fantasía aparece desdibujada. Aunque la presencia de Kubrick se nota en los detalles, en conjunto, el guión no tiene nada de especial: trata de reflejar las sombras que subyacen a la vida convencional, invitando a ser seguido a la espera de algo, que a la hora de la verdad, nunca llega.

Historia de una pareja acomodada, el Doctor Bill Harford (Cruise) y su esposa, la galerista de arte, Alice (Kidman). Como parte de la elite newyorkina son invitados a fiestorros lujosos, en los que los excesos están a la orden del día, y el sexo es el ingrediente principal en este coctel de perversiones y fantasías, donde los deseos y las represiones se proyectan en la pantalla.

La escena de la extravagante orgía, a la que asiste un enmascarado Tom Cruise, es casi lo peor de la película, con ese erotismo ortopédico y barroco que, lejos de producir morbo o excitación deja al espectador aún más frío que las sosas fantasías eróticas del personaje de Nicole Kidman ( impagable su escena fumándose un porrete, aún sonrío al recordarla). A pesar de todo, la escena ha sido muy recreada en películas porno y en clubes de intercambio de parejas.

Para resumir, en una frase, semejante bodrio: es mala en todo. Puesta en escena relamida, estructura mejorable, diálogos deplorables decorados acartonados, interpretaciones lamentables... sí, lo admito, la odio.

Triste testamento cinematográfico, de un Kubrick, que aún así concluyó su carrera con un: “Vámonos a follar”, que como resumen vital, no está tampoco nada mal.
Nerudario
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1
7 de abril de 2011
24 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grandísima decepción, basada en una de esas novelas de términos de navegación (para los que somos de secano y nos interesa bastante poco la Copa América, en cuanto leemos dos párrafos de garfias, mesanas, trinquetes, arboladuras nos dan ganas de utilizar el libro para envolver bocatas), cuenta la historia del Surprise, barco inglés capitaneado por el inexpresivo Russell Crowe, en a ciencia cierta uno de sus peores papeles, que surca los mares para mayor gloria de su majestad.

Tras ser atacado, a traición por supuesto, por un barco francés más potente, con más cañones, más resistente, más bonito y tripulado por unos gabachos, malos, malísimos y pese a los daños; el bueno de Crowe, se recorre los siete mares (incluida expedición naturalista que no se sabe qué pinta ahí y que genera una de las conversaciones, entre el capitán y su "churri" el médico, más absurdas que he visto) con la intención de hundirlo.

Este "maravilloso" planteamiento es aderezado con grandes dosis de aburrimiento, lentitud exasperante y con un film ausente de otra trama. La película utiliza como eje, junto a la interminable persecución del barco francés, la amistad, de una homosexualidad latente, comparable a la de Bilbo y Sam de la saga ESDLA, entre el capitán y el médico; casi rota cuando éste se empeña en prolongar una expedición científica en las Galápagos que el capitán quiere acortar (pedazo de suspense y de tensión dramática), eso sí todo ello mezclado con conversaciones en las cuales se ensalzan las virtudes de la raza anglosajona.

La dirección corre a cargo de, mi hasta este momento admirado, Peter Weir (El Club de los Poetas Muertos, El Show de Truman) que se caracteriza por ser un director todoterreno, capaz de hacer películas sobre temas totalmente distintos y con estilos diferentes, que hasta ahora solía facturar acertádamente.

Esta idiotez acuática a pesar de todo tiene una bellísima fotografía, un sonido excepcional y algunas escenas de acción muy logradas, aunque, eso sí, los efectos especiales vuelven aquí a actuar contra el conjunto, mostrándonos algunos efectos un tanto rancios.
Nerudario
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