Haz click aquí para copiar la URL
Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Celeste Mar
1 2 3 4 >>
Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
7
30 de marzo de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos datos biográficos que no requieren certidumbre son siempre útiles: Florence cantó su repertorio en el que incluía a Mozart y a Verdi, en el periodo que va desde 1912 a 1944, en Filadelfia primero y en Nueva York en la cumbre de su carrera, en momentos de convulsiones mundiales y probablemente - esto es solo tentativo dado que la historia puede tener innumerable particiones provenientes de eventos diversos - en el fin de una época en la que el arte creía tener aspiraciones revolucionarias.
Cualquiera de nosotros - asumo cierto amateurismo en los lectores - podría juzgar, escuchando sus registros, que Florence cantaba decididamente mal, desafinando ostensiblemente y de manera sorprendente si tenemos en cuenta, como seguramente el pianista elegido por sus dotes musicales habrá considerado, que los Maestros involucrados eran reales y admiradas celebridades, en principio -- conexión muy factible de realizar después del azoramiento inicial -- capturadas por el dinero en exceso de Florence.
Varias líneas se cruzan y se entremezclan: estaremos en presencia de una metáfora acerca de cuan abstracto y equivalente general puede ser el dinero, capaz de transformar el oído nulo en uno capaz de presentarse en el Carnegie Hall?; O quizás Florence es un epítome de la fuerza del Deseo, irrefrenable aún ante la evidencia -- lanzando su célebre frase: "podrán decir que canté mal, pero no que no canté"?; O será la crueldad de las personas lo que la historia intenta señalarnos?.
Veamos con atención el auditorio de esas veladas y separemos aquellos aduladores por dinero, sordos seniles y parientes cercanos, cada uno con sus intereses o taras particulares que hacen de Florence una cantante, y detengámonos en esa noche en el Carnegie Hall, con soldados invitados para ver Ópera y que se encuentran, más de repente que un rayo, con la figura de Florence gorgojeando desprejuiciadamente, y movámonos también un instante después de las carcajadas provocadas por un espectáculo patético: ese momento en que todos retornan a sus asientos, acomodándose en su estupor, asombrados por estar asistiendo a un evento en el que los contrarios se superponen sin mezclarse pero resonando entre sí, como si en los gritos de Florence estuviera anidando, sutil, la Verdad de un mundo que aborrece de los ideales y festeja a solo aquellos que, fuera de su consciencia, reconocen como hipnotizados las consignas por las que somos hablados sin darnos cuenta.
Celeste Mar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
10 de marzo de 2022
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás el enamoramiento entre el adolescente de 15 años y la mujer de 25 — simpleza de guión que no admite ningún spoiler — sea el ancla para permitir el estreno de esta película en los circuitos comerciales, porque está claro que, más allá de la sutileza posible de la asimetría entre ambos afectos — por un lado el enamoramiento pleno y por el otro probablemente solo aburrimiento y curiosidad transformada en amor — el film solo muestra ventana tras ventana, sin solución de continuidad — un buen ejercicio es ver el videoclip de Haim “Little of your love” del mismo Anderson — , a un Gary que pueda ser, en cuestión de segundos sin cambio de cuadro, un vendedor de colchones de agua, un actor o el manager de un palacio de pinball, aunque el atrevimiento tiene su propio límite (hay algo que pueda definirse que no lo tenga?) cuando nos preguntamos si Gary y Alana son los mismos de principio a fin, si, además del aquelarre de phantasía (en el sentido griego de apariencia) que atraviesan hay un “ellos” (un “ello” psicoanalítico en plural?) que no se modifica, al igual que su enamoramiento y que nos deja a las puertas de una idea — la posibilidad de trastocar el cableado interno que altere radicalmente la recepción de aquella phantasia — que nos hubiera entusiasmado pero que al mismo tiempo hubiera sido algo distinto, ahora sí, a una película estrenable, aunque, dando un giro más — que siempre estará dispuesto a otro y luego a otro y luego a otro — las escenas, al igual que el baile un tanto desordenado y quizás por eso cautivante de aquel videoclip, nos transporte, sin eliminarnos, al no-lugar al que solo el arte tiene acceso.
Celeste Mar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
7 de octubre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En algunos casos, la enseñanza de la Navaja de Okham no es la más apropiada para extraer el sentido de las cosas: justamente parece ser el caso de Joker, donde la obstinación de plantearla como simple metáfora del oprimido (para no hablar del peligro de contagio que los medios nos advierten con temor, asumiendo que Arthur Fleck puede multiplicarse en los miles de desposeídos y despertar así una revolución de escaso pronóstico), no nos despierta entusiasmo, quizás por ser un estándar adaptable a cualquier explicación, en contra de nuestro deseo a veces irrefrenable de encontrarle la quinta pata al gato, porque creemos que Arthur, con su risa inevitable que esas interpretaciones estúpidas lo reducen a Tourette, solamente actúa para los que lo quieren ver, con independencia de su pasado de abusos y mentiras, con pasos de danza que recuerdan, no sin propósito, al Teatro No del siglo XVI, el siglo de los shogunes, de los samuráis, de las máscaras y los movimientos aristocráticos, pletóricos de simbolismos que exigían una concentración inusual en el sonido, los antifaces, el vestuario majestuoso (no es hermosa la música que lo rodea y él envuelve? No es magnífico el traje de Fleck cuando se presenta en ese programa retrógrado de Murray Franklin?) , que desprenden, como una emanación de las cosas que ellas mismas se empeñan en esconder, una catarata de belleza inenarrable, solo accesible por la perseverancia en una negligencia vigilante que finalmente extrae de los objetos la delicadez de lo sublime por sobre la muerte y la destrucción.
Celeste Mar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
28 de febrero de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es siempre curioso advertir el movimiento de las críticas y de los premios de la industria cinematográfica: es como si todos fueran arrastrados por la misma ola, barranca abajo de un río turbulento, incapaces de hacer pie mediante el control del propio cuerpo. Los comentarios caen en dominó y se produce el raro (no tan raro) fenómeno de cincelar las opiniones hasta de los más críticos bajo la sola influencia de un ostracismo social destinado a los que difieren de las loas que el status quo dedica de una manera misteriosa (no tan misteriosa).
Bailes y coreografías que apuntan a ser homenajes, épocas en las que no sólo el jazz tenía mucho para decir y soñar, nos sumergen en una Nostalgia cuya N mayúscula nos debería alertar de un peligro complejo por lo inadvertido -- todo lo que no sale a la luz nos hace un poco más esclavos.
El amor, en cierta contradicción, parece tener el límite de los sueños que no lo abarcan, abandonado como un pedazo aislado de realidad expuesto para ser desechado por una autonomía que aparece en el mismo plano de elección social: ella, persiguiendo sus deseos de estrella y él en la afición por un jazz en aparente desuso.
La Nostalgia se nos presenta cuando ya no vislumbramos nada nuevo, como resultado de una resignación propia de tiempos sin opciones, como parece tener el Director y el guionista, dibujando a su imagen y semejanza los perfiles de Sebastian y Mia, que no son capaces de amar volcados a una alienación en la que creen haber alcanzado algo nuevo cuando en realidad solo se han permitido ser admirados por haber logrado deseos impuestos por una estructura que no alcanzan a descifrar, convirtiéndolos a ellos y a la película, en patéticos referentes de un mundo que no encuentra razones para pensar, anuladas como están todas las Promesas de Tormenta, únicas capaces de barrer las ramas que no son nuestras y presentarnos la Verdad en el arco iris de un Sueño que todavía nos debemos.
Celeste Mar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
10 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hombres querrían ser distinguidos y poderosos, de tal manera que su fortuna pudiera permanecer sobre una base estable y pudieran vivir, en prosperidad, una vida tranquila — en vano, ya que al competir por llegar al más alto honor hicieron que el camino fuera hostil para sí mismos, y a pesar de todo son golpeados y arrojados desde la cumbre, como por un rayo, por el resentimiento envidioso, que los lanza con desprecio al Tártaro más repugnante..."
Lucrecio
La tendencia a entender los grandes acontecimientos como provocado por grandes causas se explica en nuestro deseo (instintivo?) a encontrarle sentido a todo, horrorizados ante el vacío de explicación que evitamos permanentemente a costa de propuestas falsas pero que a primera vista nos aseguran un lugar previsible en el universo, aunque el relato acerca de la invasión del Rey de Inglaterra a Francia, con el consecuente reguero de sangre y muertes, nos muestra, para nuestro espanto, que la construcción de un evento histórico que se tornará sublime, no se debe a otra cosa que a la suma de pequeñas emociones demasiado humanas, como el orgullo que a la vez es manipulado con simples mentiras que disparan, ridículamente, la reacción de un Rey en el que vemos reflejada nuestra propia endeblez que está convencida de una autonomía a todas luces imaginaria, como el pedido final del Monarca a su flamante esposa francesa — la misma que instantes previos, como una hábil psicoanalista, introduce la duda del motivo — a la que le reclama, rayano en la ingenuidad y la torpeza, exactamente después de enterarse que toda su gesta se debió a un malentendido menor, que nunca le mienta, mostrando su (nuestra) incapacidad para dejar de lado por inútil nuestro afán de ser dueños de nuestro destino, repitiendo una y otra vez lo que nos condena a una esclavitud que, dramáticamente, no somos capaces de ver ni, por lo tanto, de remediar.
Celeste Mar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow