Ësta película pasa a mi gusto como una de las mejores de la historia del cine. Es una película clásica, que tiene de todo pero a la vez con aristas que no son fáciles de digerir. Magnífico el guión, hay una corriente de magia entre los protagonistas Soledad Villamil y Ricardo Darín pocas veces vista en el cine. A pesar de su largo metraje te atrapa por su calidez, su intriga, su romanticismo, su pura vitalidad y por un final apoteósico.

Alberto Rodríguez ha dado una vuelta de tuerca a sus 7 vírgenes y grupo 7 a través de una película más sobria que las anteriores. Se apoya en el entorno enigmático, bello y silencioso de las marismas sevillanas para contar una historia que va desgranándose sola merced a una dirección muy cuidada donde las sensaciones de los planos van fluyendo en la mente como códigos que nos desvelan un tiempo, unas personas y un lugar. Hipnótica e innovadora, la isla mínima nos lleva al epicentro de la soledad del espacio donde se graba.
Muy buenas las interpretaciones, la fotografía y la música. Los planos perfectos y el guión buen

Si el cine es crear atmósferas únicas, crear personajes complejos, una buena trama, fotografía de altísimo nivel y música que mueva la historia, esto es CINE.
Sí, lo sé, estamos sumergidos en la necesidad de una inmediatez que apague la pequeña sed de constantes y fatuos estímulos, pero ésto es un trabajo artesano, poesía en cada instante, para saborear como un gran brandy, como un jamón de buena curación.
He tenido la suerte de verla en un estado de relajación, dejándome llevar por cada plano, cada mirada.
Película hipnótica, misteriosa, sorprendente.