Me consta que a más de uno le resultará insoportable Moonrise Kingdom. Sus ingredientes podrían provocar indigestion si se tragan de la misma manera que los de otras películas que podríamos llamar convencionales. La estética retro, el estilo de narración digno de cuento de hadas, la presencia de Bill Murray... Todo hay que manejarlo con mucho cuidado para que no salte por los aires. Si se aborda con la mente abierta, esta película resulta en un cuadro extraordinario. En ningún momento Wes Anderson se pasa de la raya, ni en la cuota de protagonismo de Murray ni en el nivel de rarezas al que nos tiene acostumbrados. No cae en la sordidez a la que el guión podria haberle llevado. Los ingredientes son usados de forma magistral para construir una historia enormemente conmovedora que gira en torno a la idea de la felicidad perfecta y qué sucede cuando desgraciadamente la pierdes. Si al salir del cine siguen sin entender el título, vuelvan a verla. O no.

Es un fenómeno consolidado el hecho de que productores, directores y guionistas estén sacando una rentabilidad brutal a una generación de nostálgicos mediante remakes, secuelas y precuelas de las películas que la traumatizaron de niño. Recuerdo perfectamente cuando alquilamos Alien en el videoclub y el intenso horror que nos produjo. Una de las claves del éxito de Alien ha sido, gracias al ilustrador alemán H. R. Giger, la mitología que rodea a estos seres. Con esta película Ridley Scott hace un llamamiento a todo el ejército de nostálgicos prometiéndoles que va a desvelar todos los misterios sobre sus Xenomorfos favoritos. ¿Ha cumplido su promesa? No.

Aunque es cierto que Prometheus aporta mucha riqueza adicional a la mitología de Alien, en realidad supone más preguntas nuevas que respuestas a las preguntas antiguas. Para mantener la tensión se contrata al guionista de Perdidos para que haga lo mismo que hizo en la serie: por cada dato clave de la trama que da con cuentagotas, aporta al mismo tiempo un nuevo interrogante. Scott es ambicioso y quiere exprimir el filón con dos, o incluso se habla ya de tres, películas. Quiere hacer las respuestas finales épicas, por eso introduce la religión en la ecuación. Hay numerosas reseñas católicas durante la película y se desarrolla durante un 25 de Diciembre. Según Scott, ningún detalle del guión se ha dejado al azar... Les animo a que busquen durante la película la recreación del relato de la Anunciación del Evangelio católico.

Prometheus es una película de ciencia-ficción más que correcta, con numerosas escenas que la hacen muy interesante, destacando a mi parecer la del robot cirujano y por supuesto la escena final. Lo único criticable sería la intensa estupidez de la mayoría de sus personajes (ver Spoiler), dejando tan solo como personajes relevantes a tres: Elizabeth Shaw, David el Androide y Janek el capitán de la nave.

Ya han dicho que la versión Blue-Ray viene con 40 minutos de escenas eliminadas. Otra maniobra para ganar más dinero que traerá seguramente más preguntas que respuestas. Si lo que quieren son respuestas lo mejor es buscarlas en Internet, la gente está elaborando teorías con muchísima imaginación. Como ya le pasó a George Lucas, en ocasiones los fans son mucho más capaces que los directores en extrapolar los elementos de los guiones más míticos para inventar las teorías más fascinantes.

El Legado de Bourne era la mejor alternativa una tarde que iba a ver el Caballero Oscuro y me equivoqué de cine. Tengo que decir que entré con ciertas ganas ya que soy fan de la saga. Lo primero de lo que te das cuenta es de que la franquicia de Bourne podría continuar hasta el infinito. Siempre habrá otro oscuro departamento de alguna misteriosa agencia que seguía con los experimentos con agentes. Siempre habrá algún agente rebelde que se abra camino a base de inteligencia, bofetadas y tiros. Siempre habrá otro agente de su mismo nivel al que se acabará enfrentando y siempre habrá algún país lejano al que se tengan que desplazar por algún motivo. Siempre la misma canción de Moby al final. Los ingredientes son los mismos en todas las películas, sin embargo Jason Bourne tenía algo que este no tiene. Te das cuenta de que en una hora de película Aaron Cross ha hecho menos cosas que las que Jason Bourne hubiese hecho en 15 minutos. Lenta como ella sola, El Legado de Bourne está llena de conversaciones inútiles, escenas innecesarias y explicaciones aburridísimas. Para darle una vuelta de tuerca al guión los agentes sometidos al programa Outcome tienen superpoderes. Ahá. Lo único destacable es el papel de Edward Norton como listillo perseguidor, todo lo demás induce al bostezo.