Los primeros minutos de 'El gran Hotel Budapest' parecían confirmarme las expectativas puestas sobre ella. Las primeras escenas son de gran belleza, un estilo que escasea hoy día más de lo que debiera, y ya desde el principio la película de Anderson destila un aura única. El uso de la fotografía y colorido es sin duda lo mejor del film, que para mi gusto pierde según avanzan los minutos.

El comienzo del relato de la historia siembra más expectativa de lo que finalmente es, sin dejar de ser una buena película, pero que no alcanza el nivel que de ella se espera tras los primeros compases. La belleza de la fotografía deja paso a una historia ya típica del cine actual, de buenos y de malos. Para mi gusto, lo que hace grande o no a una película es la historia que cuenta, y a partir de ahí el resto de factores la elevan a una gran película o una buena película sin más. La historia es precisamente lo que me falla en Hotel Budapest, sin quitar ello que todo lo demás sea excepcional, incluyendo la interpretación con una breve pero talentosa aparición de actores ya 'requete' reconocidos y reconocibles.

Pese a la pequeña decepción con el nudo y desenlace de Hotel Budapest, no deja de ser una preciosa película de un gran disfrute visual.

De eso va la película, de todo menos de sexo. Si ya el amigo Lars nos hace la ¿simple? comparación con la pesca para avisarnos: "Oye, te hago una comparación con la pesca, por si no te das cuenta de que el sexo es una excusa para hablarte de algo más importante". Qué película, qué historia tan terrible. La historia de una adicción, la historia más real de adicciones de todas cuantas he visto.

No es una película fácil de entender, y siempre es un problema en Lars, sus películas gustan más o menos dependiendo del sentido que tú le quieras dar. Supongo que quedándose en la historia superficial puede llegar a ser una película vulgar. Pero la historia escondida es algo espectacular.

La de una adicción, la de una obsesión que te consume, con la que no disfrutas pero aún así te obliga, y que destruye TODO cuanto tocas. Familias, personas...padres. Que hace que te des cuenta, y que a la vez no importe en absoluto del destrozo que causas. Que te sientas mal porque sabes que deberías sentirte mal y sin embargo, no es así. Y sin embargo sigues.

Tras varias películas vistas de Don Lars -no todas, y seguro que no en el mejor orden posible-, esta me deja con una pregunta aún sin responder, ¿Lars von Trier hace películas?. Desde luego, no de la manera en que la gente entiende el significado de 'película'. No te pongas 'Melancolía' cuando llegues cansado a casa y te apetezca desconectar, porque no te va a gustar; no te pongas 'Melancolía' cuando te aburras un domingo por la tarde y te apetezca ver una peli, porque no te va a gustar; y por último, aunque no imprescindible, póntela cuando estés solo. Porque no es una película al uso.

Más que película, yo lo definiría como experiencia; las películas de Lars von Trier son ese 'whisky' que te tomas en tu salón un martes a las 23:00, y no el que tomas con el café; son esa canción que le acompaña, y no otra, o ese vino que adoras y reclama tus cinco sentidos para apreciarlo, y no el que te tomas con la comida. Así que, antes de sentarte a ver 'Melancolía', no lo hagas como una película más, y prepárate para algo extraño, distinto, y solo apreciable con los cinco sentidos puestos.

Dicho esto, 'Melancolía' tiene sus puntos fuertes y débiles. Creo que es importante saber que el propio director atravesó una fuerte depresión previa a la película, y que esta obra plasma, en parte, la manera en que él la vivió y la concepción que le quedó de la misma tras superarla. Por lo que las dos horas son una contínua metáfora sobre la misma (el planeta, las relaciones, la fotografía y, sobre todo, la ambientación y el color de la misma). Consigue, al menos en mí, introducirte en el mundo gris y frío de la 'melancolía', que no depresión. Consigue que te impregnes de ese sentimiento ya desde casi el principio, y convivas con él hasta la maravillosa escena final. Y la protagonista es fundamental.

Si consigues envolverte de la atmósfera que Lars ofrece, disfrutarás o sufrirás (aún no tengo muy claro si la experiencia de esta película es algo agradable) 'Melancolía'. Sin embargo, corres el riesgo de salirte de ese ambiente, en tal caso las dos horas te parecerán siglos.

Hacía tiempo que no cogía con tantas ganas una película. Las buenas críticas, no solo de expertos si no también de gente cercana con parecidos gustos a los míos, el posible surgir de un director primerizo y, sobre todo, las comparaciones con las producciones -y diálogos- de Quentin Tarantino (santificado sea tu nombre) y Clint Eastwood hacían que confiase en esta película casi al 100%.

Pero decepción. Decepción porque no eran ni Tarantino, ni Eastwood. Porque sí, pero no. Porque ves Django y dices, "pues tampoco es tan difícil hacer esto, oye", y ves "Gran Torino" (sálvense las distancias) y más de lo mismo. Pero luego ves Bone Tomahawk y te das cuenta que es difícil de narices. Y yo me pregunto por qué una conversación sobre cómo llaman a las hamburguesas de cuarto de kilo en Francia me interesa, y por qué casi una hora de diálogos en un desierto se me llegaron a hacer aburridos e interminables. Como la película.

Me sobra una hora entera de película. Y de las escenas finales ni hablamos, dignas de una Serie B de los años 80. En el polo opuesto a algo que sea mínimamente creíble, y por tanto no te metes en la película como deberías. Le pongo un '5' porque quizá fue la comparación con dos monstruos del cine lo que causó mi decepción, y porque Kurt Russell está bien, al igual que la fotografía y la ambientación.

Es la conclusión que saco después de casi dos horas de sufrimiento ante algo que ya he visto mil veces. Que en realidad yo ya sabía a lo que iba, pero reconozco que tenía cierta esperanza de encontrarme un "algo más". Y ese algo más se limitó a un intento desde el minuto 1 del director de dejarnos claro que en India los juicios son cutres, que a veces son injustos, que se acusa a gente solo porque molestan, y...lo peor de todo: ¡¡al juez le da igual!! Y no solo eso...¡¡¡es capaz de irse de vacaciones aún cuando alguno de los juzgados lo está pasando mal!!!

Dios mío, se me rompe el corazón.

En resumen, no (me) aporta nada que no supiera ya, salvo un correcto retrato de la sociedad hindú (que agradezco, y de ahí el generoso '4'). La intención de meter el mensaje moral en cada escena hace que cada intento de ello llegue a desesperar (que sí, que ya nos ha quedado claro que el mundo es injusto, también en India).