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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5,255
Críticas ordenadas por utilidad
Los últimos días de la URSS
MediometrajeDocumental
Francia2010
--
Documental, Intervenciones de: Mikhail Gorbachev, Lech Walesa, Boris Yeltsin
7
8 de marzo de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
72/07(08/03/22) Con motivo de la Invasión atroz de Rusia a Ucrania, me he decidido a instruirme un poco en las raíces del conflicto, para ello me he visto este documental. Un muy ameno, instructivo y didáctico trabajo que sintetiza en poco más de 50 minutos la caída del Imperio Soviético, unos hechos que merecen mayor metraje, incluso una serie que analice más en profundidad todo el tropel de acontecimientos que llevaron al Gran Oso a sucumbir con sus pies de barro. Producción francesa dirigida por Jean-Charles Deniau & Serguei Kostine, que escenifican en la primera secuencia el colapso tras el Telón de Acero con la Icónica caída del muro de Berlín en 1989, ello como impulsor a los eventos que en dos años harán descomponerse a la URSS. Ello surtido por formidables imágenes de archivo (la del derrumbe de estatuas de Lenin son míticas, y como zenit esa disputa ante el auditorio de Yeltsin con Gorbachov porque este último firme la prohibición del PCUS, y como este se niega, lo hace Yeltsin), así como testimonios de protagonistas de los hechos, siendo el más notorio Mikhail Gorbachov. Nos adentramos en la convulsa presidencia de este, que con sus ansias de aperturismo llevó una nueva esperanza al mundo, haciendo de dos palabros desconocidos un sueño de gran futuro, Perestroika y Glasnost. Pero para esto se nos dice, que hacía falta la ayuda de las grandes naciones capitalistas, primero acabar con la carrera armamentística (aquí no se dice que fue la Guerra de las galaxias comenzada por Reagan la que hizo posible, al no poder seguir ese ritmo de competir con ellos, que la URSS colapsó económicamente), y luego requerir ayuda económica para sus reformas. Pero los problemas internos le llevaron a disputas nacionalistas con repúblicas que ansiaban su independencia (Ucrania, Lituania,...), e interiores con la pujanza del combativo Boris Yeltsin, un político carismático que pretendía un aperturismo demócrata mucho más rápido. Esto derivó entre medias en un intento de golpe de estado contra ambos. Todo este choque de trenes conllevó el desmembramiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en diferentes países, y concluye con la disolución de la propia URSS en 1991, cuando la bandera de Rusia vuelve a ondear en el Kremlin.

Gloria a Ucrania!!!
TOM REGAN
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6
8 de marzo de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
69/04(05/03/22) Irregular dramedia en modo ómnibus escrita y dirigida por el cineasta de culto Jim Jarmusch, colección de cinco viñetas, transcurren durante una misma noche, sobre el vínculo temporal formado entre taxista y pasajero en cinco ciudades: Los Ángeles, Nueva York, París, Roma y Helsinki. La acción de las viñetas tiene lugar al mismo tiempo, y casi todo el tiempo dentro del habitáculo del vehículo, moviéndose desde Los Ángeles en los Estados Unidos hasta Helsinki, Finlandia, en cada uno de los países hablando en su idioma de origen. La escena en cada ciudad parece ocurrir cada vez más tarde en la noche debido a los cambios de zona horaria. Cinco microhistorias sin más afán que hacer un mosaico de personajes por el mundo, pero sin capacidad de hondura alguna. Como todo formato ómnibus peca de irregularidad en la suma de historias, variando el género en cada una de ellas entre el drama y la comedia, predominado el estilo Jarmusch en retratar a tipos solitarios, perdedores, seres marginales, y en la noche se mueven como pez en el agua, desenvolviéndose en medio de diálogos sobre todo tipo de temas (sobre el sentido de la vida, el hermanamiento de razas, los disminuidos físicos, el sexo disfuncional, o el dolor verdadero).

Se puede ver la habilidad del director en retratar en pocas imágenes la ciudad en cada segmento, hay unas charlas ágiles, algunas buenas actuaciones (Armin Mueller-Stahl, Roberto Benigni, Béatrice Dalle, o Matti Pellonpää), otras que cumplen el trámite (Gena Rowlands, Giancarlo Esposito, Rosie Perez, o Isaac de Bankolé), y una que está penosa (Wynona Ryder), tiene una bonita cinematografía de Frederick Elmes (“Terciopelo Azul” o “La tormenta de hielo”), con un gran trabajo de iluminación nocturna, promisión de tomas largas, o travellings; Y posee una banda sonora creada por Tom Waits combina guitarra, violoncelo, trompas, acordeón, percusión y teclados, una melodía con reminiscencias a ser el tic tac de un reloj descontando los minutos para que acabe la noche, que proyecta un clima de contrarreloj. Sumase una canción final, "Back In The Good Old World", entonada por Waits y Katleen Brenan.

Tras los créditos iniciales, un plano fijo muestra cinco relojes. Cada uno lleva encima un letrero con las inscripciones Los Ángeles, Nueva York, París, Roma y Helsinki, respectivamente. Así comienza este viaje al fin de la noche, en el que acompañamos a cinco taxis que circulan por las calles de su ciudad simultáneamente; cinco pequeñas historias que muestran lo extraordinario de lo cotidiano y el misterio de unas horas del día en las que puede pasar de todo.

Los Ángeles: Al caer la tarde, la taxista con pinta mugrienta, Corky (Winona Ryder), con mancha de grasa en el rostro, con gorra, fumando, desaliñada, y con un aparatoso manojo de llaves colgando del pantalón, recoge a una ejecutiva de Hollywood, Victoria Snelling (Gena Rowlands) en el aeropuerto y, mientras Corky conduce, Victoria intenta hacer negocios por su teléfono. Cuando Victoria sugiere que conducir un taxi no es una gran carrera, Corky responde que su sueño, de hecho, es convertirse en mecánico. Durante el viaje, Victoria, que es agente de casting, se da cuenta de que Corky sería ideal para un papel en una película que está seleccionando. El taxi es un Chevrolet Caprice Classic Wagon de 1985; Tiene una moraleja bastante tontuna sobre los sueños por realizar, y como algunas veces no coinciden con lo esperado; Muy simplista y artificioso, aparte de tener una actuación y caracterización bochornosa de Wynona Ryder, aparte de llevar un taxi que parece salido de una chatarrería, me queda un sketch malo.

Nueva York: Helmut (Armin Mueller-Stahl), un inmigrante de Alemania Oriental que era payaso en su país de origen, ha encontrado trabajo como taxista. Al anochecer, recoge a un pasajero llamado YoYo (Giancarlo Esposito), un joven astuto que quiere ir a Brooklyn. Cada vez más alarmado por la incapacidad de Helmut para manejar una transmisión automática, la ignorancia de la geografía de Nueva York y el escaso dominio del idioma inglés, YoYo toma el volante. Durante el viaje, YoYo ve a su cuñada Angela (Rosie Perez) en la calle y la obliga a subir al taxi para llevarla de regreso a casa. El taxi es un Ford LTD Crown Victoria de 1983; Un bloque de comedia tontorrona, pretende hacer gracia con situaciones pueriles, como ponerse una nariz roja, tocar una trompetilla, hacer chistes con los nombres, o que alguien tenga el título de taxista sin saber conducir. Olvidable.

París: Por la noche, un taxi recoge a dos diplomáticos africanos borrachos, se burlan del humilde conductor (Isaach De Bankolé) y les resulta gracioso que sea de Costa de Marfil. En francés, cuando dice que es ivoirien, dicen il voit rien (no puede ver nada). Harto de sus insultos, los echa, olvidándose de sacarles dinero. A continuación, recoge a una atractiva joven (Béatrice Dalle, bella actriz que Jarmusch hace se transforme en invidente con gestos extraños), que es ciega. Como ella no puede ver el color de su piel, él le pregunta de dónde cree que es. Después de pensarlo un momento, dice Costa de Marfil. Espinosa y sexualmente provocativa, ella rechaza la mayoría de sus esfuerzos por ser amigable, considerándolo por debajo de ella, pero él está genuinamente fascinado por ella y su situación. El taxi es un Peugeot 504 de 1980; Historieta que no se sabe bien de qué va, supongo que de juntar a dos minorías en un negro y una mujer ciega, pero esto se hace con una conversación adusta, pretendidamente divertida, pero que resulta antipática. Aparte de no saberse para que la ciega quiere la dejen en medio de la noche en la orilla del Sena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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7
6 de marzo de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
64/26(27/02/22) Sugestivo drama francés exacerbadamente romántico dirigido por François Truffaut y adaptado de una novela de 1956 del mismo nombre de Henri-Pierre Roché, protagonizada por (el actor fetiche del director en su saga de Antoine Doinel, aquí por vez primera alejado de este rol con Truffaut) Jean-Pierre Léaud como Claude, Kika Markham como Anne y Stacey Tendeter como Muriel. Está basada en la novela de Henri-Pierre Roche, autor de (otra adaptación de Truffaut) Jules y Jim (el autor comenzó a escribir a los 74 años y estos dos triángulos románticos fueron sus únicos libros). La historia autobiográfica de Roché, basada en la historia de amor con dos hermanas, se había convertido en la historia autobiográfica de Truffaut, quien recientemente había terminado un romance con Catherine Deneuve y quien años antes había tenido una aventura con su hermana, Françoise Dorléac, fallecida en 1967. También se pueden ver paralelismos entre los personajes de Muriel y Ann Brown, con las hermanas Charlotte y Emily Brontë (esta última murió de tisis como la Ann Brown de Truffaut y a diferencia de la de Roché). Estrenado el film con críticas decepcionantes en su versión cortada 108, que el descontento director creía que se debía a que los productores redujeron su duración original de 130 minutos y antes de su muerte en 1984 la restauró a su duración original, lo que hizo que las cosas fueran más coherentes. Un relato de amores de idas y venidas, un alegato en favor del amor libre, sin ataduras morales, sin las restricciones pacatas puritanas de nuestra sociedad, una reflexión sobre el despertar sexual y disfrutar de él sin restricciones, un grito en favor del carpe diem, del tempus fugit. Ello en un desarrollo sereno, indagando en las emociones del amor, en sus barreras autoimpuestas, en los convencionalismos, en los sacrificios.

Esto rodado por el director con gran sentido sensorial, desde la preciosista fotografía del barcelonés Néstor Almendros (“Días de cielo” o “La decisión de Sophie”), ensalzando los campestres parajes naturales (Gales, Lac d'Ilay, Auderville, Flamanville), otorgando un cromatismo pictórico a los fotogramas inspirado en obras victorianas (con juegos monocromáticos donde no predomina el rojo hasta el momento clave), haciéndonos trasladarnos a este tiempo de principio de siglo XX, con transiciones elegantemente clásicas en los fundidos de iris (tan del cine silente), intentando fundir el libro con la narración fílmica (esto ya evidente desde los créditos iniciales en que vemos pasar las páginas de un libro con sus correcciones a mano), para ello el epítome es la voz en off en tercera persona, que termina por hacerse cansina en su sobre explotación de contarnos lo que vamos a ver. Asimismo es de alabar la deliciosa música de George Delerue (tiene un cameo en la película), que eleva las sensaciones hasta provocar lirismo en las secuencias con las melodías clásicas de piano.

La película comienza en París allá por el año 1902. El narrador (el propio Truffaut) explica que Claude Roc y su madre viuda reciben la visita de Anne Brown, hija de un viejo amigo. Anne invita a Claude a pasar el verano en la costa de Gales con su madre viuda y su hermana, Muriel. Si bien disfruta de la compañía de Claude, su esperanza es que él pueda ser el esposo de su hermana introvertida, que tiene problemas con la vista. Finalmente, Claude y Muriel comienzan a enamorarse y Claude supera su resistencia inicial y la convence de que acepte casarse. Madame Roc, supuestamente preocupada por su mala salud y con el consentimiento de la Sra. Brown, dice que deben vivir separados durante un año sin ninguna comunicación antes de casarse. Al regresar a Francia, Claude se mueve en círculos artísticos y tiene aventuras con varias mujeres, mientras que Muriel en Gales lleva un diario y se vuelve cada vez más abatida.

Se abordan la contraposición de caracteres entre las hermanas, Muriel la cara de la represión sexual puritana, una catequista célibe que acepta las restricciones mojigatas familiares. Mujer que ya pone sus barreras desde las gafas de sol que la hacen distanciarse, aunque muy pasional. Stacey Tendeter cumple con su rol, sin dejar especial huella; Anne tiene un sentido libre de la vida, sin imposiciones monogámicas, es una escultora sin restricciones morales. Kika Markham la encarna con buen resultado; Y en medio este francés mujeriego, Claude, un tipo tranquilo, que no se altera, elegante, y caballeroso, pero que cree en los espíritus libres, y se lo inculca cual mentor sexual a Anne, siendo la gran lección los días que pasan en la cabaña del lago suizo. Jean-Pierre Léaud da bien con el papel, emulando a su icónico Antoine Doinel de la saga truffatiana.

La película está tallada en base a varias catarsis que siempre llevan al clímax de la separación, esto punteado por el director en un cierre de iris. El primero se da cuando Claude es ‘expulsado’ de la vivienda de las Brown; Otra cuando Claude marcha de Gales a su hogar en Francia, separándose de las hermanas; está la despedida a modo epistolar, cuando Claude envía una carta a Muriel dando por finalizada su relación; La estética y poética despedida de Ann y Claude en barca en el lago, cada uno por un lado, tras pasar días de amor en la cabaña; La despedida de las dos hermanas, tras confesar Ann a Muriel su ‘secreto’; Otra tras una catárquica muerte; Y la última se da tras una noche de amor virginal (¿?), y no digo de quien para no spoilear; Tiene además recursos dramáticos incisivos como por ejemplo la carta que envía Muriel a Claude donde la vemos en primer plano narrar su represión sexual como terminó implosionando, o como lo es la trémula escena sexual del rush final donde la cámara se apega a los personajes de modo cutáneo. Todo para desembocar en un final dramático, un poco artificioso, pero de calado emocional.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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5
27 de febrero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
55/17(18/02/22) Decepción galáctica esta película dirigida por Gareth Edwards, con guión de Chris Weitz (“Sr. & Sra. Smith”), Tony Gilroy (“michael Clayton”), John Knoll (“Pacific Rim”), y Gary Whitta (“El libro de Eli”). La saga de Star Wars es uno de los baremos para saber que me he hecho mayor, ya bordeo el medio siglo (me da grima pensarlo). En los 80, cuando vi la trilogía genuina, y en su momento, de adolescente me maravillaron en sus ansias de entretenimiento infantil que llegara con facilidad en su parafernalia visual a nosotros los imberbes entonces para calarnos, para convertirlas en un fenómeno pop. Pero las décadas han pasado, y ya cuando Lucas le dio por hacer la génesis de Darth Vader con la trilogía (primera, segunda y tercera), ya con la treintena me sentí decepcionado con un producto que no venía a saciar a los que seguimos la saga en su inicio, si no que se regodeaba en su puerilidad, en su inanidad, en su humor tontorrón, pero es encima no hace mucho revisioné las de los 80 y me he encontrado con algo más blandito que un peluche de espuma, mi sentido de la nostalgia no pudo con el sentimiento de estar ante algo simplón, y ya en el colmo de darle nuevas oportunidades me vi “Star Wars: El despertar de la Fuerza”, la séptima entrega, y ya no pude más, me dije hasta aquí hemos llegado con la estafa (y no me vale que la saga ahora sea de la Disney), y no he visto las dos posteriores que parece dan fin a la llamada ópera espacial. Pero hete aquí que Disney+ tenía de producto estrella el spin off de la saga “The Mandalorian”, y me picó la curiosidad, y mi sorpresa fue mayúscula, demostrando que todo lo proveniente de Star Wars debe ser algo naif, se puede hacer algo divertido, ingenioso, mordaz, con buenas historias, y con personajes tridimensionales que te importe lo que les pasa. Entonces me dije de ver “Rogue One”, otro spin off en formato película, con una idea original en su premisa, contarnos como se consiguieron los planos de la Estrella de la Muerte donde estaba un fallo en su estructura por donde se podría destruir, dando sentido a esta laguna que muchos han hecho chascarrillos sobre la ineptitud del Imperio.

Pero mi gozo en un pozo, pues lo que sobre el papel es una idea sugestiva, sobre el celuloide se convierte en algo anodino, rutinario, con personajes de cartón, sin alma, pintorescos, pero sin hondura, sin desarrollarse, esbozos de clichés, donde todo huele a ya visto pero encima rebajado de poder de enganche. Los temas de amor paren tal, de sentimientos de culpa, de redención, de heroísmo, de sacrificio por una causa mayor, quedan lastrados por un desarrollo, arrítmico, con una duración cansina y agónica, donde termina y no hay una sola escena a recordar, un momento que se te quede en la retina, todo me ha es enmohecido, provocándome lo peor, el tedio. Nada me emociona, me importa un bledo lo que les pase a los protagonistas, pues son meras perchas en su carácter de una sola nota. El argumento me ha resultado más plano que una mesa, con más agujeros que el coche de Sony Corleone (lo de una nave pequeñita en el espacio moviendo a una grandiosa del Imperio es de traca), con desaprovechamiento de una gran pléyade de intérpretes, como Mads Mikkelsen (herejía su adusta personalidad), Forrest Whitaker (en un rol idiotesco de radical), Ben Mendelsohn (reducido a un payaso estúpido), Diego Luna (remedo bastardeado de Han solo), Riz Ahmed (en un rol desdibujado, aun teniendo tiempo en pantalla), o la heroína a la que da vida Felicity Jones, auténticamente inane, nunca deja huella (aparte de la escasa, siendo benevolente, química que tiene con luna). Aparte de lo discutible de recuperar con efectos digitales a dos fallecidos Peter Cushing y Carrie Fisher. Por supuesto que lucen de maravilla los efectos especiales, no es para menos en una super-super producción, pero n o hay un dramatismo detrás que me haga engancharme.

El director ha querido innovar siendo más solemne que en otras entregas y ha patinado, dice que se ha inspirado en “La Batalla de Argel” (1966), esto solo habla de su pomposidad y fatuidad, pues supongo que se refiere sobre todo al estiradísimo tramo final de la batalla, pero esto me ha sido torticero en su evolución de varios niveles artificiosos en cómo se desenvuelven. También se referirá a la fotografía de Greig Fraser (“Thero Dark Thirty” o “Dune”), que lejos de la luminosidad cromática, se le ha dado un patinado turbio grisáceo para infundir un estado de ánimo decaído, como si esto pudiera ser un drama electrizante (está el supuesto alivio cómico en el amigo robot K-2SO, con la voz de Alan Tudyk, claro cruce entre C-3PO y Chewbacca), uno espera una película de aventuras que te transporte un rato a tu niñez, y esto está lejos de serlo. Y para el remate está la banda sonora de Michael Giacchino (“Up” o “Ratatouille”), un pegote, donde uno hay innovación alguna sobre la Homérica partitura de John Williams, las supuestas versiones, si las hay, son olvidables.

Es un una historia donde vamos rebotando de planeta en planeta sin descanso, donde parce Edwarsds quewrer tapar sus carencias narrativas tras una acción constante, con un sinfín de clímax, pero no se da cuenta de que estos también son sin fuerza alguna para remover al espectador que asiste (por lo menos yo) fríamente al devenir de la galería inacabable de personajes, cual si cuantos más hubiera, más épica tuviera, y lo que consigue es saturarnos hasta alejarme de lo que veo. Ejemplo de este atropello de roles es el supuesto jedi (demasiado evidente diciendo varias veces ‘La fuerza está conmigo’) ciego Chirrut Imwe (Donnie Yen como un remedo de Zatoichi) con su compañero (o algo más?) barbudo con el arma con depósito mochila Baze Malbus (Wen Jiang), que aparecen de la nada, se apegan a los protas, y luchan con ellos, pero nada sabremos de ellos (¿?). Por supuesto que se notan las ansias totum revolutum de poner todas las razas posibles en la palestra.
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TOM REGAN
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8
18 de febrero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
49/10(12/02/22) Buen melodrama con resortes de cine negro dirigido por Luis Buñuel en su etapa mexicana, con guión escrito por el propio Buñuel en colaboración con Luis Alcoriza (“Él” o “Tiburoneros”), en lo que se puede ver como una revisión de la historia de ‘Frankenstein’, en la que el Bruto del título es una especie de creación que manipula a su antojo, donde el Mad Doctor es aquí un empresario inmobiliario al que ‘su criatura’ se le termina volviendo en contra, en ello en un tránsito donde el protagonista (encarnado por un gran Pedro Armendáriz), sufre una metamorfosis por el amor de una virginal joven Meche (a la que da vida una dulce Rosa Arenas), antítesis de la femme fatale Paloma (embestida por una maravillosa Katy Jurado), ejemplo de la misoginia buñueliana. Una cinta con mucho de atavismo, de instintos primarios, donde hay lugar para palizas, sadismo (una mujer pide arrastrándose por el suelo y con el labio ensangrentado que le pequen más), sexo, asesinatos, aplastamiento de cráneos, la lujuria, los celos, y la corrupción moral. Un relato donde las ideas izquierdistas buñuelianas fluyen por todas partes en la lucha de clases, en la visión del capitalismo encarnado en Andrés (buen Andrés Soler) como el Mal, en su enfoque de las clases bajas como oprimidas, en Paloma (morena) como ejemplo de la corrupción decadente de las clases altas, en su mirada enternecedora de Meche (como contraste es rubia9 como ejemplo de las clases pobres. Estableciendo una especie de alegoría revolucionaria del proletariado en la unión de los inquilinos de un barrio contra el casero (este dice de ellos: “Ojalá tuviera el poder para exterminar a esa pandilla de revolucionarios”). En realidad esto se aleja de como critica a estas clases bajas en films como su anterior “Los olvidados” (1950) y su posterior “Viridiana” (1960), donde hay un enfoque critico contra estos estratos, alejado de la condescendencia simplista de esta cinta.

El trabajador del matadero Bruto (Pedro Armendáriz) accede a ayudar al rico señor de los barrios bajos Don Andrés (Andrés Soler) a sacar a los ocupantes de uno de sus edificios. Sin darse cuenta de su propia fuerza, Bruto mata accidentalmente a uno de ellos y luego se enamora de la hija del muerto, Meche (Rosa Arenas). Desafortunadamente, la esposa de Don Andrés, Paloma (Katy Jurado), también se ha interesado por Bruto y disfruta jugando con él.

La historia se puede dividir en dos partes. En la primera nos presentan a los protagonistas, vemos las artimañas de Andrés para intimidar a los inquilinos a través del Bruto, este vive con una familia de aprovechados, pero Andrés lo ‘recluta’, y en un giro un tanto forzado lo lleva a vivir a su casa, vemos como este se comporta de modo aterrador con los inquilinos (al menos con uno), nos exponen la personalidad inegnua del Bruto (se dice sospechoso de ser bastardo, y se muestra humilde en saberse lento de mente), vemos a la mujer fatal (joven bella casada con el viejo Andrés) Paloma ‘cachonda’ del cuerpo del Bruto, su picardía y nivel de manipulación, como se deshace de las insinuaciones sexuales de Andrés, como esta se derrite por el cuerpo del Bruto, ello en niveles sadomasoquistas (como muerde el pecho desnudo del Bruto, una mujer fuerte que dice cuando quiere y cuando no); Pero entonces tras una nocturna persecución muy expresionista, entre sombras y estrecheces (remite a las “M, el vampiro de Dusseldorf” o “El Delator”), todo deriva en que el Bruto conoce a la candorosa Meche, y aquí comienza la segunda parte. La redención del Bruto a través de la belleza y dulzura (‘Puede que haya hecho algo malo, pero entonces no te conocía’, le dice el Bruto a Paloma), el enfrentamiento con su amante Paloma y por derivada con su patrón Andrés, una especie de tragedia griega, sencilla pero muy bien llevada, muy entretenida, importándote lo que les pase a los protagonistas, hasta desembocar en un final emocionante y dramático.

Buñuel fiel a sí mismo riega la cinta de sus mantras, de animales como gallos y gallinas, de simbolismo cerril como que el Bruto trabaje en una carnicería, o el gallo al que asfixia el Bruto, y no podía faltar el humor retorcido de el de Calanda de con la inclusión de ese anciano padre de Andrés (encarnado por el valenciano … en un rol caricaturesco, suelta una muy no políticamente correcta frase, sobre todo hoy día: “En mis tiempos, los hombres no eran tan mariquitas como ahora”), que se mueve por la casa soltando a diestro y siniestro ‘Puñales!?, protagonista a su vez de una escena turbadora transgresora como es cuando Paloma da de chupar su dedo mojado en licor al anciano suegro, o el modo alegórico en que se da el sexo con una y otra mujer del Bruto, con la Demonio es con carne achicharrada de fondo y con la Angelical la imagen es una poética vela apagándose.

Se le puede achacar que los personajes y las situaciones resulten arquetípicas, que sean esbozos prefabricados. Qué teniendo un metraje tan ajustado, que no llega a los 80 minutos se produzcan elipsis un tano desconcertantes, ejemplo notorio es que pasamos de que Meche le diga al Bruto que no quiere verlo más y a la siguiente vez ella (desahuciada) se marcha a vivir con él en pecado, como si en la mesa de montaje se hubiera quedado material que rellenara estos huecos de coherencia. También el final resulta algo apresurado, aunque muy efectivo e incisivo.

De la puesta en escena destaca como gran parte de la acción acontece de noche, con el mundo de la oscuridad lo tenue asolándolo todo, y aquí la cinematografía de Agustín Jiménez (…), otorgando una pátina gótica con elementos que retrotraen a films ya mencionados, e incluso, salvando las distancias a “El tercer hombre”, moviéndonos por callejones oscuros, con la luz creando sombras con vida propia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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