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España España · Madrid
Críticas de Servadac
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Críticas 359
Críticas ordenadas por utilidad
6
2 de febrero de 2007
19 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Plano fijo)
En el rincón de la izquierda, la troupe Vogler:
- El rostro.
- El portavoz.
- El hermoso andrógino.
- La bruja bicentenaria.

(Contraplano)
En el rincón de la derecha, el trío Vergérus:
- El consejero de Sanidad.
- El cónsul.
- El jefe de policía.

Preside el encuentro el honorable Johan Spegel, un actor a caballo entre dos mundos.

(Plano cenital)
Presentación del combate, a cargo del propio Spegel:

“No morí. Pero ya he empezado a aparecerme. En realidad quedo mejor como fantasma que como hombre. Me he hecho convincente. Nunca lo fui como actor.”

(Plano medio, cruce de golpes)

Bergman (voz en off) hace audible el rostro de Vogler: “En nuestra profesión, experimentamos a menudo que somos atractivos mientras llevamos nuestras máscaras.”

Vergérus: “Ustedes representan lo que más desprecio de todo. Lo inexplicable.”

(Plano general, con Spegel, juez y parte, en el centro del cuadrilátero)

Johan Spegel: Hemos asistido a la actuación de Vogler, “¿un estafador que necesita ocultar su verdadero rostro?”. Sin embargo, mi veredicto es que la fe de Aman/Manda (discípulo y mujer) redime al hombre y al artista. En consecuencia, considero que el combate ha sido nulo.

(Inserto: Recorte de prensa)
El combate prometía y, si bien no decepciona, tampoco colma las expectativas levantadas, muy a pesar de la tramoya y los espejos. Bergman, no tires la toalla, no te rindas. Tu cine es pensamiento y poesía.
Servadac
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7
8 de enero de 2007
51 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
De verdad que lo intento, doctor, pero…

- ¿Qué le pasa ahora Servadac? ¿Acaso no le gusta William Holden?

- No creo en Joe Gillis.

- Vale, vale. ¿Y qué me dice de la Swanson?

- No creo en Norma Desmond.

- Esto parece grave, ¿desconfía usted de los personajes?

- Bueno, no de todos. Me encanta el Max de von Stroheim. El expresivo perfil de su cráneo rapado; la estrella de la Desmond o la Swanson reflejada en su mirada; la entrega colosal y desmedida,…

- Pare, pare. Esto no es un consultorio sentimental.

- ¿Qué está usted insinuando?

- Nada, nada. Continúe.

- La puesta en escena roza lo sublime, con esa mansión que encarna el ego de la actriz, decrépita y lujosa, testigo de un marchito resplandor. Y la vida en los estudios de la Paramount, ¡ah, un documento inolvidable!

- Tenga cuidado, podría enfermar de lirismo.

- Uhmmm… Nancy Olson es simpática, nadie diría que siente algo por su prometido, pero es simpática. ¡Y resultona!

- Eso es tangencial, ¿le gustan los actores o no?

- Su talento es indudable.

- ¿El guión?

- No es malo. La historia es valiente y uno diría que muy cierta.

- ¿Fotografía, montaje, sonido?

- Todo bien.

- Diga treinta y tres.

- Billy Wilder, ¡uy, perdón!

- ¡Ajá!, ahí está el problema. No le convence Billy Wilder.

- ¿Y qué puedo hacer?

- Bastará con que reserve sus neuronas para Lubitsch.
Servadac
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4
21 de noviembre de 2006
94 de 205 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo siento, señores, pero el yogur llamado Billy Wilder, ha caducado.

- ¿Y si le añadiéramos un poquito de membrillo?

- No way! La película ya contiene ese ingrediente: se trata del presunto actor Horst Buchholz, que nos ofrece un cursillo acelerado de cómo sobreactuar en cada escena.

- ¿Y la elegancia del austriaco en el contar?

- Elegante es Lubitsch.

- ¿Y la agudeza crítica?

- Agudo es Lubitsch.

- ¿Y el humor?

- Gracioso es Lubitsch.

- Acaso no haya comprendido usted la cinta...

- En efecto. No entiendo por qué ha de ser divertido escuchar a una pandilla de caricatos chillones gesticulando sin parar y escupiendo las líneas de diálogo como si tuvieran el baile de san Vito. Tampoco entiendo qué tienen de gracioso esos juegos de palabras bobalicones y esas réplicas supuestamente cáusticas y provocadoras (lo único que provocan son bostezos). En cuanto a repetir una y mil veces las mismas gracias (taconazos, ondulaciones de cadera, discursitos de telecomedia, estridentes tics verbales, etc.), supongo que a los amantes del perro de Pavlov les parecerá desternillante. A mí, no.

- Pero diantre, ¿algo bueno tendrá la película?

- Sí, el papel de Arlene Francis y la persecución en el coche destartalado. Yo soy así de simple.

- O sea, que prefiere usted a Lubitsch.

- ¡Toma, claro!
Servadac
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6
14 de mayo de 2008
20 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
1)

Ajustó, una a una, las piezas de un severo mecanismo. Midió los gestos, las caricias. Un, dos, tres, flexión y ¡hop!, dos, tres, flexión y ¡hop!, dos, tres...

Se complacía en despertar la admiración del delineante.

Supo trazar, con sus rodillas, el ángulo perfecto.



2)

El virtuoso se sentó delante del piano. Abrió en canal su propio tórax. Con pulso firme, fijó el metrónomo en la cavidad desnuda de su lado izquierdo. Tic, tac. Tic, tac. Tic, tac.

En su fraseo se sincronizaron todos los relojes.



3)

El chico, La quimera del oro o City Lights fueron la parte sin piel de su poema (*).

En esas cintas, el Hombre de Hojalata sí tenía corazón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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