Esta es una de esas películas que los chicos sólo entrarían a ver si una chica que les gusta se lo pidiese. Hay soldados pero no hay tiros. Hay chicas, pero no se desnudan (o lo hacen púdicamente). O sea, un rollo donde unos americanos van a Inglaterra y se lían con otras tantas mozas locales. La historia se centra en una de las parejas: él es un honrado y cabal chico de pueblo y ella una chica formal con novio idem que está en el frente. Como era de prever, le gusta más el soldado exótico que el suyo (cómo no si se trata del mismísimo Richard Gere en juvenil plenitud). El lío es pistonudo, teniendo en cuenta que están en un pueblo pequeño, que la mamá es muy convencional y que pesa el sentimiento de culpa de tener al novio en el frente mientras se filtrea con otro alegremente. Los escenarios están conseguidos, así como la fotografía y la música. El recorrido por las características inglesas, que chocan a los americanos, es muy tópico: té de las cinco, pachorra y tradición. Algunos planos son originales y poco visto (o yo no los recuerdo), como el de ese beso que se ve en el reflejo de la superficie pulida de la cocina. La película se ve con gusto, tumbado en un sofá con la famila, en una de esas tardes en que no apetece hacer nada de provecho.

Película claustrofóbica donde las haya. La historia comienza con un tío al que meten en una celda-apartamento y lo tienen allí 15 años sin darle explicaciones. Luego sale y empieza a buscar al culpable de su encierro. Como es la segunda parte de una trilogía no me entero muy bien de la raíz del asunto, pero la cosa tiene que ver con un compañero de escuela (católica, por cierto) y con la hermana de éste. Se suceden luchas a brazo partido, al más puro estilo Bruce Lee, con escenas de cama y otras de tortura. El ambiente sigue siendo casi tan opresivo como el del comienzo, pues aunque el personaje va y viene libremente, hay siempre alguien que lo vigila y lo controla. La estética es de un cutrerío pop, con las paredes decoradas con motivos geométricos (de ahí lo de "papeles pintados"). La música es agradable y pegadiza. El conjunto no está mal.

Historia de posguerra desarrollada en el valle de Arán, poco antes del intento de invasión. Lo que debería ser una historia terrible de terror y de sangre se convierte en un juego de niños tontorrones. Se podría hacer una interminable lista de despropósitos. Como muestra: ¿Quién se cree que en un pueblo dominado por un alcalde falangista, venga el maquis y meta a una familia de judíos polacos en el desván de la escuela? ¿Y que estos se dediquen a hacer ruido con las cacerolas y el maestro diga que son ratones y todos se lo crean? Y lo de la emisora es ya de traca. Y qué decir de unos actores de función de fin de curso y de unos diálogos totalmente inverosímiles. Si los jóvenes tienen que juzgar la época por series como esta, van dados...

Siempre se dice de alguna películas que "han envejecido mal", pero no recuerdo haber visto otro caso más palmario que este. Desde las vestimentas y peinados, hasta la cutrería de calles e interiores, pasando por el lenguaje y el pensamiento de los personajes, todo parece proceder de la edad de las cavernas más que de finales del siglo XX. Lola y Daniel se encuentra en el camerino de esta, catorce años despuñes de su divorcio y se ponen a pasar revista a toda su vida pasada. Surgen todos los tópicos: quién puso más, quién engañó a quien, que se dedicaba más a los hijos, que si tú eras muy golfo, que si tú fingías los orgasmos... Un "Cara a cara al desnudo" muy por debajo de Bergman. Se me viene ahora a la mente "Secretos de un matrimonio", que viene a tratar de lo mismo, pero a años luz. Aquí los actores que hacen de sí mismos sobreactúan, Lola habla con vocecita de señorita cursi de provincias y Daniel se comporta con nerviosismo y grandes aspavientos. Los dos fuman y beben como cosacos, un signo de los tiempos. Todo queda en un docudrama que igual, en esos tiempos en que no salían parejas en la tele tirándose de los pelos, tenía su aquel, pero ahora nos resulta rancio.