Nunca había visto un musical francés, pero visto éste, creo que me animaré con "Los paraguas de Cherburgo". Confieso que adquirí esta película atraído tan sólo por la presencia de Gene Kelly, mi bailarín favorito de la historia del Cine. Y confieso que, aunque su presencia es escasa, la película me dejó un sabor de boca inolvidable. Porque maravillosas son las escenas de baile, los números musicales, la ambientación, la banda sonora de Michel Legrand, y sobre todo, la presencia de las dos bellísimas protagonistas, hermanas en la vida real, como son la Deneuve y la Dorleac.
Sin duda, la película posee una partitura de las más conseguidas que he podido disfrutar en la vida. Canciones frescas, bellísimas, y con unos protagonistas de excepción: las citadas hermanas, Michel Piccoli, Jacques Perrin, etc. La historia en sí es la clásica chico-busca chica, pero ornamentada con unas interpretaciones muy logradas, con unos personajes conmovedores (la madre de las chicas, interpretada por Danielle Darrieux, es magistral) y con un buen rollo y un optimismo altamente contagiosos.
Muy recomendable para los seguidores de películas como "Melodías de Broadway 1955", "Un americano en París" o "West side story". No les va a defraudar.

Es difícil catalogar este joya como "un simple western", dada la profundidad, la carga psicológica y la cantidad de pequeñas historias que encierra. Como cualquier película de Hawks, roza lo sublime en casi cualquier aspecto que pueda referirse: las interpretaciones, el guión, la música, los secundarios, la fotografía,.... Imposible imaginar una película que encierre tantas virtudes como ésta. Nunca estuvo mejor Dean Martin, como tampoco recuerdo un papel tan brillante como el del Duque (quizá sólo lo compararía con el que ejecutó en Los cuatro hijos de Katie Elder, del maestro Hathaway), y un guión tan absorbente como claustrofóbico sólo podía venir de mano de la maravillosa Leigh Brackett (por otra parte, excelente escritora de novelas de ciencia-ficción) y de Jules Furthman.

Habrá quienes prefieran los grandes westerns de John Ford o Anthony Mann, gigantescos también, pero yo me quedo, sin ningún género de dudas, con los méritos de Hawks, un director que dotó de una brillantez insuperable tanto al cine "del oeste" como a la comedia, al cine negro o a las cintas de acción, y que supo sacar lo mejor de sí a cada uno de los actores que tuvieron la fortuna de trabajar con él.

Maestro entre maestros.

Sin pretender compararla a los clásicos del género, como Robín de los Bosques, Los Tres Mosqueteros o El Capitán Blood, es esta una película de esas que te alegran el día y que agradeces haber visto por la sensación de bienestar y del sentido de la auténtica aventura que tan pocas películas transmiten dentro del cine actual. Magistralmente interpretada por Auteui, Noiret y Pérez, posee unos diálogos ingeniosos, unos decorados como sólo los franceses saben hacer en las pelis de época, y unas escenas de acción que rozan la perfección. No es habitual ver al gran Auteuil en papeles de este estilo, al contrario que Vincent Pérez, pero se maneja de maravilla pese a su corta estatura y a su apariencia de "hombre del montón" que tiene y que tan bien le sienta en papeles como en El Octavo Día o Salir del armario.
Por supuesto, nada que envidiar a la cinta de Jean Marais, ya que, sin desmerecerla, la supera ampliamente se mire por donde se mire. Recomendada encarecidamente a los amantes del cine clásico de aventuras y a todos aquellos que deseen evadirse y pasar un rato inolvidable.

Es curioso que la crítica tenga a Orson Welles en un pedestal porque puso patas arriba el mundo del cine con "Ciudadano Kane" a sus 28 añitos. Sin embargo, pocos caen en la cuenta de que Stanley Donen, a esa misma edad, ya había filmado tres joyas imperecederas del musical ("Un día en Nueva York", "Bodas reales" y "Cantando bajo la lluvia", nada menos), y a los 35 ya llevaba en su haber otras maravillas del calibre de "Siete novias para siete hermanos", "Siempre hace buen tiempo", "Juego de pijamas", "Indiscreta" y la que aquí nos ocupa, "Tres chicas con suerte". Con ese curriculum, creo que es tremendamente injusto alabar de tal manera a Welles como el genio que sin duda es, en perjuicio de mi admirado Donen, mucho menos reconocido por los cegatos críticos snobs. Agravios comparativos, lo denominan.
"Give girl a break" tiene todos los elementos que el clásico musical de Stanley Donen siempre posee: historia de amor chico-chica, alegría contagiosa por doquier, buenos momentos de comedia, un colorido asombroso muy propio de la estética del realizador (¡Dios, esos decorados de Nueva York de noche, qué hermosos!), números musicales de antología, una música maravillosa, y una magia revoloteando por todo el metraje del film que la hace especialmente entrañable.
Por ponerle un pero, se echa en falta actores de mayor carisma que Bob Fosse o Marge Champion (que, sin embargo, están maravillosos en el aspecto coreográfico), más aún cuando el director solía trabajar con los más grandes (Astaire, Gene Kelly, Cyd Charisse, Howard Keel,...), pero bien, digamos que es tan sólo una observación personal. A pesar de su guión aparentemente sencillo, todo funciona a la perfección y es perfectamente aconsejable para hacerte pasar un rato visionando buen cine del de antes.

Por fin una serie hecha para machos. Y lo digo en el buen sentido de la palabra, que conste. Porque joyas como "Los Soprano", "Dexter", "Hijos de la anarquía" o "Breaking Bad" pueden ser degustadas por todo el mundo que posea un exquisito paladar, pero para disfrutar de "Californication" hay que ser un tipo hetero, mal hablado, borrachín, broncas y un pelín borde, calificativos que vienen como un guante al personaje que interpreta David Duchovny, el escritor Hank Moody. Un tipo encantador con una desastrosa vida personal que, pese a todo, es un romántico empedernido que adora a su ex-esposa pese a que no puede resistir los embites de las féminas que buscan beneficiarse de sus legendarias artes amatorias. Y claro, él, como todo un caballero que es, no puede sino satisfacer a la larga lista de preciosas hembras que constantemente lo ponen a prueba.
He visto las cinco temporadas de un tirón, y he de afirmar que no existe capítulo flojo. En mayor o menor medida, prácticamente todos tienen algunos momentos hilarantes. Situaciones comprometidas, embarazosas y tremendamente divertidas, diálogos magistrales, guiones perfectos, personajes maravillosamente descritos (¡¡¡¡Charlie Rankel genial!!!), con una banda sonora increíble para todos aquellos que amen el buen rock'n'roll, cameos de archiconocidas estrellas de la música (Zakk Wylde, Tommy Lee, ...), secundarios que son un puro lujo (el productor drogata que intima con Hank, el rapero Apocalipsis, Peter Gallagher en el papel de un patético rector de Universidad,...), buff, qué más se le puede pedir a una serie de humor.
Escenas de sexo subidas de tono, abundantes desnudos femeninos, un lenguaje que roza lo censurable y una ética más que dudosa en la mayoría de los personajes hacen que esta serie no sea lo más idónea para ver en familia precisamente.
Y lo mejor: no existen las irritantes risas enlatadas de las sitcoms que tanto parecen agradar al público yankee.
Si pensabas que "Chuck" era la mejor serie de humor rodada en la década, tu percepción cambiará cuando te metas en el particular universo de Hank Moody. Imposible no disfrutarla.