No cabe duda de que es un melodramón un tanto envejecido que hace derramar lágrimas a jóvenes idealistas que no conocen lo que es la vida, nuestros sacrificios, nuestras caídas, nuestras incomprensiones y sufrimientos.
Lo mejor, sin duda, es la partitura, que no ha envejecido ni un ápice y que merecidamente ganó el Oscar. Ojo con la presencia de un joven Tommy Lee Jones cuando empezaba su carrera interpretando a uno de los amigos universitarios de Oliver.
Personalmente no me hizo llorar, pues para eso están mejores películas con mensajes más realistas y humanos y no con frases de lo más inmaduras y que delatan el escaso conocimiento de lo que es la vida, como "amor es no tener que decir nunca lo siento".

Me enteré de esta versión canadiense hecha para la televisión, protagonizada por la actriz Leelee Sobiesky y dirigida por Christian Duguay, el mismo de Caza al terrorista. Tuvieron que pasar algunos años para que pudiera visionarla y debo decir que me gustó mucho por su fidelidad a la historia, por su excelente reparto y por su despliegue de producción. La actriz está adecuada para el papel teniendo en cuenta su edad cuando fue elegida para el papel (dieciséis años) a diferencia de Ingrid Bergman, Milla Jovovich e incluso Reneé Falconetti. A pesar de su extensa duración, no decae el interés de la película en ningún momento y se le retrata a la doncella de Lorena de manera respetuosa: frágil y fuerte, peleadora y piadosa al mismo tiempo. Es recomendable su visionado para poder tener una mejor visión de esta santa mujer que sigue inspirando a muchos hoy en día por su coraje y su fe.

Alan Parker es un cineasta bastante irregular que hace concesiones a los clichés y al cine comercial hollowoodense para ganar billete. Por ello algunas de sus películas no funcionan del todo y más bien parecen telefilmes. Un buen ejemplo es esta película, que en su afán por hacer una crítica a la pena de muerte no consigue impactar emocionalmente como sí lo hace Pena de muerte con Sean Penn, EL hombre de Alcatraz con Burt Lancaster o ¡Quiero vivir! con Susan Hayward. Ello debido a que propone como ejemplo el que un profesor y su alumna pongan a prueba dicho sistema judicial. Por ello, el final podrá ser inesperado, pero descabellado porque ni aun con ese plan en su cabeza, David Gale consigue que sea abolida la pena capital, hoy tan aplicada como siempre en Estados Unidos.
Siguen siendo mejores películas de Parker, Expreso de medianoche, Birdy y Mississippi en llamas.

No hay duda de que estamos ante un excelente filme carcelario que evita caer en el sentimentalismo o en el patrioterismo pro irlandés. Simplemente, la historia se basa en las memorias del verdadero Gerard Conlon y cómo la policía y la justicia británica se ensañó contra él, su padre y los "cuatro de Guilford", utilizados como chivos expiatorios para calmar la furiosa reacción de opinión pública británica tras el atentado con bomba en el Londres de 1974.
Sin duda, éste fue uno de los errores más grandes de la justicia británica, porque supuso también la falsificación de las pruebas contra los acusados. Algo no sólo grave, sino también inmoral.
Llega a conmover el progresivo deterioro de la salud de Giuseppe, el papá de Gerry (notable Pete Postlethwaite), quien en su aparente fragilidad, manifiesta una serenidad y fortaleza espiritual grandes que lleva a su hijo a comprenderlo mejor, sobre todo en una época de dolor como estar 15 años encarcelado injustamente.
Todo en el filme es notable: la partitura con temas de U2, las buenas actuaciones, el ritmo narrativo... nadie debe perdérsela.

En los 90 y en la presente década se pusieron nuevamente de moda las películas de catástrofes (Dante's Peak, Volcano, El día después de mañana, Poseidón, entre otras), pero todas ellas de calidad inferior a los clásicos de los años 70 (Infierno en la torre y La aventura del Poseidón). Tornado no escapa a esa situación, pues los espectaculares efectos especiales no logran levantar el desastroso nivel cinematográfico de esta cinta, pues tiene un guión inverosímil y de escaso desarrollo que atrape de verdad al espectador, incluso a quienes no son fans de este género. Recuerdo cuando la vi en el cine y me quedé impresionado por la pirotecnia audiovisual, pero mi tía se quedó dormida y no sabía por qué. Varios años después la vi de nuevo y ahora fui yo el que se durmió. Una película al igual que un plato de comida no es sólo la salsa o los condimentos, pues si se abusa de ello se vuelve indigerible y hasta detestable. Y ello pasa con esta película. Para saber más miren el spoiler.