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España España · Barcelona
Críticas de Ulher
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Críticas 151
Críticas ordenadas por utilidad
7
19 de abril de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para muchos adentrarse en el mundo Malick supone una experiencia extrasensorial digna del mejor estudio. Ansían que pasen los años para que de nuevo el maestro del hipnotismo cinematográfico les conduzca al éxtasis. Para otros, entre los que me incluyo, el cineasta posee un poder casi inexplicable, que funciona como un imán para atraernos a su obra a sabiendas de su imperante pedantería. En este punto de partida llega To the Wonder. La hermana menor de El árbol de la vida, declaran algunos. Y es que Malick nos ha obligado a compararlas. Vestidas por el mismo diseñador, en sus entrañas conviven distintos espíritus. Lo que allí era una tesis filosófica sobre la existencia aquí es una lección dictada sobre el amor. Más asequible a un público que traía los deberes bien hechos. Curiosamente esa predisposición ha hecho que este viaje de encuentros y desencuentros haya llegado a buen puerto y por fin mi conciliación con Malick sea un hecho. A veces menos es más.

La base del filme no viene a descolocar a nadie. Quien más y quien menos ha experimentado el amor en sus diferentes fases. La película parte del enamoramiento entre un joven americano y una divorciada europea en la ciudad de la luz. Cada caricia, cada mirada, coreografiadas al milímetro, nos envuelven e irremediablemente nos trasladan a nuestro campo de siembra. Enseguida la sequía hace acto de presencia y el metraje se vuelve más áspero. La oscuridad del guión a partir de ese instante es proporcional a la cantidad de luz empleada en cada fotograma por muy paradójico que resulte.

Pero Malick, como es lógico, no se ha quedado en diseccionar los procesos del amor terrenal como ya se hiciera de forma ejemplar en la recientemente estrenada Blue Valentine. Va más allá en la búsqueda del amor. Para ello escarba en el personaje de Bardem. Un párroco en busca del amor a Dios. "Sedientos. Tenemos sed" confiesa en un momento este personaje resumiendo lo que somos. Su fe cuestionada es el paradigma de una crisis que se extiende como la espuma en la sociedad actual. Porque en definitiva To the wonder nos habla de ese proceso de búsqueda y compromiso. Valores que cada vez cuesta más encontrar.

Lo que no es complicado de atisbar son los excesos de un director que los ha convertido en marca de la casa. En contadas ocasiones lo reiterativo se convierte en atractivo. Hermosos planos a contraluz, travellings como sombra de los personajes, picados para ensalzar la frustración. Pocas veces el manejo de la luz es tan protagonista como aquí y aunque por momentos pueda desesperar también es de agradecer cómo Malick hilvana las emociones a través de la técnica.

Para feligreses del amor y sus efectos en todas sus manifestaciones.

Lo mejor: la fotografía en su mayor vertiente conceptual.
Lo peor: considerarla como una rama endeble de El árbol de la vida.
Ulher
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6
15 de febrero de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas a nadie le debe extrañar los kilos de azúcar vertidos por parte de Spierlberg en su último trabajo. Dedicado durante años a aplicar el bálsamo a historias que no siempre lo requerían, el cineasta parece recuperar los principios sobre los que se asienta su filmografía. Relatos grandilocuentes en búsqueda de la lágrima fácil y un hueco en el recuerdo del público más accesible. Porque si algo tiene el cine de Spielberg es ese sentido de la maravilla que nos devuelve a la infancia. Un cine de fácil digestión aunque tanto edulcorante puede resultar indigesto en algunas ocasiones.

En "Caballo de batalla" encontramos la inverosimilitud de sus tramas y se le sigue perdonando ya que en sus obras no buscamos un análisis exhaustivo de la sociedad. Nos da igual que merodeen personajes con estereotipos al límite o que el maniqueísmo reine en cada secuencia porque la película la firma Spierlberg. El cineasta se pavonea en estas realizaciones con esmero y soltura haciendo alarde, sin tregua, de su apellido. Sin embargo vivir de las rentas comienza a pasarle factura.

No se le discute su impecable técnica. Lo que se debate es un guión con tantas brechas que por momentos naufraga. La amistad entre el joven y su caballo roza la cursilería en un primer acto donde se nos vende forzadamente el nacimiento de la pasión equina con frases lapidarias que provocan el rechazo antes de llegar al punto. Sin embargo a Spierlberg, como el gran niño que es, le gusta jugar con su público y a pesar de habernos inducido al coma por hiperglucemia en los primeros minutos del metraje opta por un buen chute de adrenalina en una segunda parte donde las trincheras y la pirotecnia levantan el vuelo de un filme bobalicón. Vale que si nos paramos a comparar a Joey con Ryan, el caballito sale peor parado pero pocos se atreverán a negar que cuando Spielberg pone el ojo en la guerra la platea se rinde a su eficaz entretenimiento.

En contraposición a un guión manido, hallamos en un casting de lujo la varita mágica que dota a la cinta toda la calidad que el texto le quita. Es una verdadera pena reencontramos con Emily Watson escupiendo frases viciadas para dar más pena. Excelentes actores europeos como Peter Mullan y Eddie Marsan, recientemente vistos en "Tyrannosaur" o el implacable Niels Arestrup de "Un Profeta" quedan ensombrecidos por el protagonismo de un caballo todoterreno cuyas herraduras de almíbar no le ayudan a despegar.

Lo mejor: los descarados autohomenajes que se marca el maestro Spielberg.
Lo peor: tomársela en serio.
Ulher
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4
2 de junio de 2013
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La premisa era sumamente atractiva. Fernando Meirelles, director de las aplaudidas Ciudad de Dios (2002) y El Jardinero Fiel (2005) volvía al ruedo, después de la tibia adaptación de Saramago con A Ciegas (2008). Y volvía por la puerta grande. Capitaneando a un elenco con un carisma suficientemente solvente para navegar por los mares de un drama sobre historias cruzadas. Las miradas estaban rendidas a los pies de un cineasta con un gusto exquisito a la hora de trasladar la visión del lector a la pantalla. Pocos se enfrentaban al filme desde una perspectiva prudente porque de lo que no cabe duda es que estamos ante un director con un marcado estilo propio y al que como narrador, pocos reproches se le pueden atribuir. Sin embargo tarde o temprano podía hacer acto de presencia ese trabajo que entorpece una carrera prometedora. Ese bache que desestabiliza la confianza de su público. 360 Juego de Destinos se ha convertido, por derecho propio, en esa mancha.

La película se concibe como una tela de araña poco consistente y con demasiados tejedores. Apenas escarba en las distintas historias que componen esta adaptación de la novela La Ronda de Arthur Schnitzler sino que el esfuerzo se centra en seguir el esquema narrativo de la obra original. Presentación de dos personajes en un metraje desaprovechado para pasar a la siguiente página en la que uno de los personajes anteriores funciona de vínculo y protagonista de la historia que sucede y así hasta volver al punto de partida. Es una lástima que con semejante texto y cartel, la oportunidad de Meirelles para engendrar una obra que simplemente llegara al espectador, se haya ido por la borda. Los distintos episodios apenas tienen agallas para remover. Se quedan en la superficie y lo peor de todo son las intenciones frustradas de un respetable que va depositando sus esperanzas en cada historia. Cuando apuesta a que el guión hincará el diente, el director opta por una contención fuera de juego.

Material tenía suficiente para que esa circunferencia hubiera sido perfecta. Críticas a la dificultad de la reinserción social, la peliaguda problemática de la trata de blancas o el afrontamiento de la pérdida. Todo ello enfocado desde la naturaleza del amor. En contados instantes la película parece apostar fuerte por ellas, pero no transcurren ni un par de minutos que enseguida el guión se echa para atrás. El cineasta ha optado por la bifurcación incorrecta. En ese erróneo camino se ha topado con un guionista en horas bajas y un productor al que le ha importado más bien poco el resultado final. Todo ello conduce a una película prescindible y únicamente volverá a nuestra memoria por los aires de grandeza de su título puramente paradójico. Ese ángulo de 360 grados que se queda en uno de 180. Plano, plano.

Para los que disfrutan con los puzzles cinematográficos.

Lo mejor: los minutos en pantalla de Ben Foster.
Lo peor: a pesar de todo, su falta de ambición.
Ulher
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3
5 de marzo de 2007
8 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decepcionante es el adjetivo perfecto para describir con una sola palabra el último film de Minghella. Breaking and Entering es sin más un intento de forma sin fondo; un guión sencillo sobre el que se intenta plasmar una pretenciosidad de profundidad, una narración caracterizada por los altibajos constantes, una fotografía correcta sin llamar la atención y unas interpretaciones mejorables. Jud Law quizás sea el pilar básico que salva este film, no sobresale pero tampoco defrauda; Juliette Binoche es el claro ejemplo de que intentar superar interpretaciones pasadas es realmente complicado; por lo que respecta a la maravillosa Wright Penn (inolvidable en Nueve Vidas) aquí está lineal; no llega a emocionar a causa de la contención exigida. Se puede decir que el trabajo interpretativo del trio protagonista es similar determinado por la sobriedad.

El fallo de Breaking and Entering se localiza principalmente en el guión, una historia forzada en la que el desenlace termina por confirmar lo que la primera media hora del film nos retransmite, es decir, decepción.

Lo mejor: el cartel promocional
Lo peor: el guión

Mi nota: 3
Ulher
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10
29 de abril de 2006
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film impresionante y apenas descriptible. La película más fuerte que mis ojos han visualizado. Terminas de verla y te sientes realmente mal. Imágenes impactantes se suceden a velocidades inusuales. El espectador de esta película se puede sentir perfectamente identificado con el personaje de Malcolm McDowell en la Naranja Mecánica. Es la primera película que conozco de Aronofsky y se ha convertido en una de mis pelis preferidas. Se crea un ambiente asfixiante en el que no puedes dejar de mirar la pantalla, si el director pretendía que el espectador viviera lo que les ocurre a sus personajes, lo ha logrado con creces. La fotografía y el montaje son de matrícula, junto con la canción que se sucede durante toda la pelicula. La interpretación y caracterización de Ellen Burstyn es magistral, Jennifer Connelly borda el papel, esos primeros planos de su mirada hacen sentir rabia, lástima y demás sentimientos encontrados hacia ella. Lástima no poder argumentar lo mismo de Jared Leto.

Excelente película con moralina incluida no apta para todos los públicos; abstenerse espectadores que huyan de la realidad.

Lo Mejor: Ellen Burstyn y la fotografía.
Lo Peor: que por siempre se seguirán realizando películas sobre esta temática.

Mi Nota: 9,5
Ulher
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