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España España · Barcelona
Voto de Ulher:
6
Bélico. Drama En un pueblo inglés, Albert, el hijo de un granjero, ve nacer un potrillo. Poco después, su padre lo adquiere en una subasta, y el chico le pone de nombre Joey. Pero la familia se arruina y no tiene más remedio que vender el caballo justo cuando estalla la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Ése es el punto de partida de un viaje en el que tanto Albert como Joey lucharán por sobrevivir a la contienda y volver a estar juntos. (FILMAFFINITY) [+]
15 de febrero de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas a nadie le debe extrañar los kilos de azúcar vertidos por parte de Spierlberg en su último trabajo. Dedicado durante años a aplicar el bálsamo a historias que no siempre lo requerían, el cineasta parece recuperar los principios sobre los que se asienta su filmografía. Relatos grandilocuentes en búsqueda de la lágrima fácil y un hueco en el recuerdo del público más accesible. Porque si algo tiene el cine de Spielberg es ese sentido de la maravilla que nos devuelve a la infancia. Un cine de fácil digestión aunque tanto edulcorante puede resultar indigesto en algunas ocasiones.

En "Caballo de batalla" encontramos la inverosimilitud de sus tramas y se le sigue perdonando ya que en sus obras no buscamos un análisis exhaustivo de la sociedad. Nos da igual que merodeen personajes con estereotipos al límite o que el maniqueísmo reine en cada secuencia porque la película la firma Spierlberg. El cineasta se pavonea en estas realizaciones con esmero y soltura haciendo alarde, sin tregua, de su apellido. Sin embargo vivir de las rentas comienza a pasarle factura.

No se le discute su impecable técnica. Lo que se debate es un guión con tantas brechas que por momentos naufraga. La amistad entre el joven y su caballo roza la cursilería en un primer acto donde se nos vende forzadamente el nacimiento de la pasión equina con frases lapidarias que provocan el rechazo antes de llegar al punto. Sin embargo a Spierlberg, como el gran niño que es, le gusta jugar con su público y a pesar de habernos inducido al coma por hiperglucemia en los primeros minutos del metraje opta por un buen chute de adrenalina en una segunda parte donde las trincheras y la pirotecnia levantan el vuelo de un filme bobalicón. Vale que si nos paramos a comparar a Joey con Ryan, el caballito sale peor parado pero pocos se atreverán a negar que cuando Spielberg pone el ojo en la guerra la platea se rinde a su eficaz entretenimiento.

En contraposición a un guión manido, hallamos en un casting de lujo la varita mágica que dota a la cinta toda la calidad que el texto le quita. Es una verdadera pena reencontramos con Emily Watson escupiendo frases viciadas para dar más pena. Excelentes actores europeos como Peter Mullan y Eddie Marsan, recientemente vistos en "Tyrannosaur" o el implacable Niels Arestrup de "Un Profeta" quedan ensombrecidos por el protagonismo de un caballo todoterreno cuyas herraduras de almíbar no le ayudan a despegar.

Lo mejor: los descarados autohomenajes que se marca el maestro Spielberg.
Lo peor: tomársela en serio.
Ulher
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