No voy a entrar a debatir sobre si la película es mejor o peor cinematográficamente, si la historia está bien o mal narrada o si los actores han sido bien elegidos y han conseguido el propósito, obvio, de asemejarse al máximo a los componentes de la mítica banda.

Prefiero centrarme en que Bohemian Rapsody es una deuda por fin pagada. Hace tiempo que Queen y, más en concreto, Freddie Mercury, merecían el homenaje en pantalla grande. Era un biopic necesario. No porque lo pidieran los fans o la crítica sino porque la mítica banda de rock británica hacía tiempo ya que ha pasado a la categoría de leyenda y, lo que es más importante, al ámbito de lo cotidiano, de nuestra cultura. En los estadios deportivos se corean sus estribillos de "we are the champions" y "we will rock you! con su metalero ritmo de percusión acompasado por las palmas del público. Son canciones para las masas, para escenografiar conjuntamente, banda y público, es mucho más que rock. Es la sensación de unidad, de fraternidad.

Muchas bandas lo han conseguido en mayor o menor medida pero solo Queen ha trascendido. Ha ido más allá. Ha llegado a todo el mundo, aunque no te guste su música.

Y por eso era imprescindible una película que narrara su vida, su lucha, cómo se forjó todo. Es posible que la cinta se pudiera hacer mejor, centrarse más en ciertos detalles o no alargar otros quizá más superfluos pero es innegable que Bryan Singer (curiosa la coincidencia en inglés entre el apellido del cineasta y el tema a tratar) puso todo de su parte para homenajear, para dejar un legado.

Honestamente creo que Rami Malek merece al menos un respeto. Lo da todo en la película y eso hay que valorarlo. Todos conocemos a Mercury y nos lo recuerda. Vemos a Freddie en sus gestos, en sus manías, en su visión de la vida.

Considero que Bohemian Rapsody es una película muy digna. Vale la pena verla y no es imprescindible ser fan de Queen.

Conan el bárbaro, Conan the barbarian, película estadounidense de 1982 dirigida por John Milius, autor de obras como Dillinger (1973), Amanecer rojo (1984) o la serie de televisión Roma (2005), entre otras.

Película épica de guerreros de aspecto nórdico, brujería y mitología ambientada en una época indeterminada entre los tiempos antiguos y la Edad Media, en un clima muy frío, de hecho, sus personajes recuerdan sobremanera a los grandes personajes de la mitología escandinava (étnicamente rubios, de ojos claros, muy altos y fuertes), también sus referentes religiosos, costumbres y demás.

Película ochentera, de culto desde el primer día de estrenarse, se ve hoy en día con la nostalgia de su época, muy dada a la imaginación y una libertad creativa que hoy nos resulta inhabitual.

Protagonizada por el Arnold Schwarzenegger más musculado de su "musculada" historia como actor y también por otros actores de reconocimiento más unánime como Max von Sydow o James Earl Jones (aquí ¡con ojos azules! por exigencia del guion, en el papel del malvado Thulsa Doom, rival de Conan que asesinó cruelmente a la familia y madre de éste cuando era niño, papel archifamosamente interpretado por el español Jorge Sanz, cosa sorprendente, pues nadie lo esperaría al tratarse de un actor que jamás se pareció físicamente lo más mínimo a Schwarzenegger).

Muchos quieren ver en esta historia de aventuras, con mucha sangre por cierto, referencias filosóficas a Nietzsche y alegorías varias, también simbolismos esotéricos y mensajes escondidos. La iconografía clásica de dioses, serpientes, espadas míticas, brujos, magia negra y "de otros colores", fortalezas y los propios personajes generan un ambiente de deleite para cualquier fan del género.

Conan el bárbaro es un personaje divinizable que en realidad es el epítome absoluto de lo que es un ser humano, con sus carencias y virtudes, temores y atrevimientos, sentimientos y emociones básicos, con sus necesidades vitales más genéricas (comiendo carne, bebiendo, charlando con amigos ante una fogata, teniendo sexo en las numerosas escenas eróticas del filme, etc).

Película de aventuras, puro espectáculo que tiene numerosas peleas muy violentas con personajes abyectos en el lado de los villanos (recuerdan, permítaseme la broma, a los grandes músicos de bandas heavies ochenteras) y crueles también pero nobles entre los buenos. Encontramos mujeres bellísimas que agradablemente tienen un protagonismo destacado en la aventura como Sandahl Bergman o Cassandra Gaviola, lo cual es de agradecer.

Pero no podemos olvidar la maravillosa música de Conan el bárbaro, una de las más recordadas de siempre, conducida por Basil Poledouris, que recuerda hasta la inevitable confrontación por plagio con la BSO de Desafío total (1990, Paul Verhoeven) película también protagonizada por Schwarzenegger, por cierto. Ni que decir tiene que Conan el bárbaro es anterior, por tanto, en el tema de la música, tres hurras por Poledouris.

Conan el bárbaro es una película más que recomendable para quien guste de este tipo de cine, curiosa en sus detalles de guion aunque mal envejecida en mi opinión, floja en la puesta en escena, demasiado efectista y anticuada en lo visual.

Close encouters of the third kind (1977, Encuentros en la tercera fase) es una de las primeras películas de Steven Spielberg. Antes de esta, había rodado varios cortometrajes y dos excelentes cintas que hoy son prácticamente de culto para muchos fans, Duel (1971, El Diablo sobre ruedas) y Jaws (1975, Tiburón).

Spielberg empezó pisando fuerte en este noble arte, sorprendiendo a crítica y público con novedosas formas narrativas pero, sobre todo, con historias que cautivaron la imaginación y el asombro de casi todos.

Encuentros en la tercera fase se ve hoy con una perspectiva algo diferente a la de la época a la que pertenece. Sigue siendo una película imaginativa y peculiar, con personajes típicamente spielberguianos, papás y mamás que parecen niños, niños que ejercen de niños estandarizados, juguetes mecánicos que se mueven solos, imágenes impactantes, fantasía a raudales, puesta en escena marca de la casa pero sobre todo, mucho, mucho espectáculo.

Uno tiene la sensación de estar viendo, cosa que antes no pasaba, una especie de "documental" sobre la historia de la Ufología clásica. En la película hay básicamente dos corrientes argumentales mezcladas hábilmente: por un lado, se nos narra la historia de varios personajes entre los que destaca el de Roy Neary (Richard Dreyfuss), padre de familia que asiste a un encuentro en la segunda fase y cree recibir una imagen mental que no sabe interpretar y se obsesiona por descubrir su misterioso mensaje. La obsesión será tan brutal que abandonará sin dudarlo a mujer y tres hijos. Otro de los personajes clave es el de Jillian (Melinda Dillon) que sufrirá una traumática experiencia cuando sufre la abducción de su pequeño de tres años a manos de los extraterrestres. Ambos terminarán encontrándose y compartiendo la búsqueda de respuestas y la recuperación del pequeño Barry. El tercer personaje importante es el investigador ufológico Lacombe, interpretado por ¡Oh, sorpresa! François Truffaut. Los tres coincidirán en el tramo final de la película donde se resuelve la trama.

Por otro lado, la cinta narra hechos episódicos de encuentros con ovnis, describiendo algunas de las situaciones más habituales en los testimonios de todas las épocas, gente que ve objetos muy rápidos y luminosos en cualquier noche clara, terroríficas abducciones de personas queridas, aparición inexplicable de aviones o barcos de otras épocas en lugares inesperados, gente de países exóticos (la India, etc) que afirman haber asistido como experiencia mística a encuentros sobrenaturales, persecuciones (infructuosas) de la policía o el ejército a ovnis, encuentros en carreteras solitarias con alteración de aparatos eléctricos que dejan injustificadamente de funcionar y reanudan su actividad en cuanto desaparecen los visitantes, etc.

Todo ello, contado con habilidad por el director de Cincinnati, generando una historia fácil de seguir.
Es de destacar la larga escena final que comento en mi spoiler.

Death to 2021, en España rebautizado como "A la mierda 2021", traducción cuestionable pero no demasiado desencaminada en mi opinión pues en esta especie de documental, solo subtitulado en español, al menos de momento, vemos a una serie de personajes, interpretados por numerosos actores muy famosos de EE.UU. y el mundo anglosajón en general, que van desvelando diversos puntos de vista sobre los principales acontecimientos sociales y políticos que ha deparado el año 2021.

Uno de los aspectos más llamativos de este Death to 2021 es el tono irónico de muchos personajes, verdaderas caricaturas, incluso parodias, de diversas posiciones políticas y sociales radicales en torno a temas polémicos como vacunarse o no, el asalto al Capitolio que hicieron seguidores de Donald Trump y otros asuntos de relieve.

A través de estos personajes se crea un debate implícito entre las enfrentadísimas opiniones que tiene la sociedad estadounidense sobre estos temas candentes. Se nos muestra todo tipo de puntos de vista, a cual más beligerante, soflamas y algo de racionalidad, según como cada uno queramos interpretarlo.

En resumen, una visión con dosis de humor ácido que vale la pena ver para empezar a entender la polarización que experimenta la sociedad estadounidense y que, por extensión, afecta también a muchos países occidentales.

¡No olvidemos que varios actores interpretan sarcásticamente a personajes con visiones pintorescas totalmente alejadas de sus verdaderos puntos de vista! Quizá el caso más elocuente es el de Hugh Grant (que da vida a un supuesto aristócrata clasista e intolerante) pero no es el único.

Oxígeno, película francesa de 2021, Oxygène como título original. Dirigida por Alexandre Aja, responsable también de Furia (1999), Alta Tensión (2003) o Infierno bajo el agua (2019).
Protagonizada casi en exclusividad por Melanie Laurent, cuenta la dramática experiencia de una mujer que se despierta dentro de una unidad criogénica futurista llena de tubos, artefactos médicos y seguridad en un ambiente claustrofóbico y enervante. Su única "compañía" que ve en una pantalla sobre su cara (el receptáculo es como un ataúd lleno de luces y pantallitas que controlan su estado de salud) es Milo, la inteligencia artificial, aséptica y desesperante como no se ha visto igual, que interactúa con ella sin aportar soluciones y poniendo pegas a cuantas ideas se le ocurren a la protagonista para intentar escapar de tan desgarradora situación. Por si el aislamiento y el desconocimiento de lo que le ha ocurrido para estar en esta situación fueran poco, el oxígeno desciende alarmantemente sin solución posible por una avería técnica, generando una cuenta atrás desquiciante que da toda la tensión al argumento. Obviamente el descenso paulatino pero sin pausa del oxígeno da pie al título de la cinta.
La protagonista irá recordando poco a poco partes inconexas de su vida reciente que le servirán para recomponer el puzzle que pueda resolver su problema de vida o muerte. Algunas llamadas con todo tipo de desconexiones y problemas a personajes clave irán desarrollando el argumento.

Aunque la película se encuadre dentro de la etiqueta de ciencia ficción, lo cierto es que la trama (una persona encerrada sin apenas poder moverse que lucha por sobrevivir) y que se desarrolle en un futuro quizá no muy lejano con su tecnología avanzada y tal no son indicativos de que sea realmente de este género. Podría haberse hecho una trama similar en cualquier época, con la estética y tecnología apropiadas. Digamos que se podría escribir una historia similar en cualquier momento histórico cambiando solo algunos detalles concretos de la narración y la estética.