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España España · Somewhere Far Beyond
Críticas de Richy
Críticas 1,314
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
6 de noviembre de 2023
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Bien, sigamos con las rarezas…

Nos enfrentamos a una cinta de las progresivas, de esas que parecen algo y luego cambian de registro, o más bien de las que empiezan genial y luego se desinflan. La propuesta de Travis Stevens, al menos, está claramente diferenciada en dos actos para hacer saber al espectador que va a ver una obra dual. Son dos películas distintas en la forma y el contenido, unidas por un hilo argumental muy delgado.

La primera parte, o primer acto, es un estupendo ejercicio de tensión y terror psicológico, donde se nos presenta un individuo (Josh Ruben) de aparente poder adquisitivo que resulta ser un asesino en serie, actuando bajo la influencia de una extraña criatura con forma de búho de dos metros (¿?). Por otro lado, tenemos a una experta perita en objetos de museo (Sarah Lind) que prueba suerte en una red social de citas, y va a dar precisamente con el trastornado ese… y hasta aquí todo normal, la historia y la forma de narrarla engancha, la ambientación es la adecuada y la tensión que desprende el relato resulta agradablemente opresiva.

Pero viene la segunda parte, o segundo acto, y todo se transforma. Stevens coge el hilo argumental anterior y lo hace un ovillo, le da la vuelta, lo retuerce y mil cosas más, para presentarnos una pesadilla surrealista, donde campan imágenes inquietantes y frases incongruentes que intentan evocar lo ya presentado en el primer acto. El protagonista, el asesino, vive una experiencia traumática mezclando la realidad y el producto de su imaginación, conformando un cuadro visual potente pero carente de todo sentido del ritmo y de la coherencia. Un lío, vamos.

Cabe destacar las actuaciones de la pareja protagonista, Josh Ruben y Sarah Lind, el primero por su inquietante frialdad asesina, y la segunda por su credibilidad como víctima.

El hecho de haber sido finalista a mejor película en el festival de Sitges 2022 demuestra la originalidad de la propuesta, eso es innegable, pero para el gran público tanta originalidad a veces no llega a convencer. El cine, como arte que es, debe reinventarse y buscar formas de expresión que conecten con los espectadores.

Quizás ese ha sido mi problema, esta vez perdí la conexión.
Richy
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7
3 de noviembre de 2023
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La adolescencia puede ser terrorífica, sí, pero los inicios de la edad adulta también pueden serlo. Todos esos cambios hormonales de la reciente adolescencia, el acné, los primeros amoríos y las primeras calabazas, tan dolorosas que duelen ya de por vida. Esas transiciones, consecuencias de la búsqueda de la propia identidad, se hacen más llevaderas con esos amigos que te comprenden porque están pasando por los mismos cambios. Y, si además de todo eso, añadimos alguna movida sobrenatural de por medio, ya tienes amigos para siempre (si sobreviven a esa movida).

Un poco de todo es lo que trata de transmitirnos David Robert Mitchell en esta cinta de terror adolescente inusual. Toca tantos aspectos que la parte paranormal parece tan sólo un añadido para hacer la película más comercial, pero sin ella la cinta hubiera acabado siendo un notable relato desesperanzado del despertar sexual de unos jóvenes en busca de su lugar en el mundo, mientras que por el camino van parando para sentir, conocer y soñar.

Pero es un relato de terror, una pesadilla paranoica muy bien presentada, con momentos que se hacen más inquietantes por el planteamiento de su puesta en escena: sórdida unas veces, a ratos bucólica, otras veces con los convencionalismos del cine de terror adolescente, y con algunas pinceladas que rozan el lirismo. La pesadilla se torna inmaterial y por tanto incrédula, aunque el que la vive lo ve con toda la consistencia física y lo traumático de ponerle caras familiares al horror.

Maika Monroe, la principal víctima de esta persecución implacable que atenta contra su integridad física y mental, se ayuda de unos amigos inicialmente escépticos, y soporta con creces el papel dramático tanto de víctima de lo sobrenatural como de los avatares de su recién estrenada edad adulta, todavía muy tierna, a la espera de hacerse callo.

Cabe destacar la estupenda banda sonora, que consigue ambientar a la perfección e incrementa la tensión en los momentos clave.

Para disfrutar de algo distinto dentro de un género cada vez más deteriorado.
Richy
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6
3 de noviembre de 2023
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Buen relato de intriga policial, en el que se dan muchas características del "giallo" italiano, pero faltan otras que algunos echarán de menos: hay asesinos en serie, mujeres guapas, y desnudos femeninos a mansalva, pero el gore descontrolado del que hace gala otras producciones aquí brilla por su ausencia.

Se trata de un thriller en el que el protagonista no es un detective como tal, sino de un periodista (Franco Nero) que se empeña en buscar al asesino de unos crímenes en los que misteriosamente parece estar relacionado. Lo hace no ya sólo por buscar titulares, sino porque la policía lo tiene como principal sospechoso y se ve en la obligación de limpiar su nombre. Franco Nero hace de antihéroe, alcohólico y violento, que aprovecha sus dotes de observación periodística para intentar desentrañar un caso en el que hay mucha gente mezclada, por lo que se hace necesario un pequeño esfuerzo por parte del espectador para seguir el hilo: no sólo de tetas vive el "giallo".

Técnicamente, la dirección de Luigi Bazzoni está repleta de una variedad de encuadres que ayudan a dar más peso a la intriga, desde picados a cámaras ocultas. Luego cabe siempre destacar al gran Ennio Morricone en la banda sonora, aunque esta vez tan sólo acompaña correctamente.

En cuanto al elenco, destaca la interpretación de Franco Nero, el que fuera el mítico Django en el spaguetti-wetern homónimo de 1966, y al que Tarantino volvió a echarle el ojo para un cameo en su “Django desencadenado” (2012).
Richy
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6
30 de octubre de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva propuesta de terror de la factoría Blumhouse, estrenada recientemente en Amazon Prime.

“Sangrientos dieciséis” es, en realidad, una película bastante tonta que se pasea por la difusa línea entre homenaje y copia descarada de una cinta de renombre como es “Regreso al futuro” (1985). Está planteada de manera similar: viaje en el tiempo, aunque esta vez a los años ochenta (para seguir con la actual tendencia en cine y series de recreación de esa década), paradojas paternofiliales y búsqueda de la manera de “regresar al futuro”. Pero no se queda aquí, hay que añadirle toques de slasher movie a lo “Scream” (1996) y comedia juvenil de Disney Channel. Es un extraño popurrí que, sin embargo, funciona.

La máquina del tiempo no es tan glamourosa como un DeLorean DMC-12; se trata de un fotomatón en el que la protagonista (Kiernan Shipka) se mete y aparece por accidente en 1987, dos años después del estreno de “Regreso al futuro”, película de rabiosa actualidad por entonces como demuestran los comentarios que escuchamos sobre ella. A partir de aquí, su búsqueda no se centrará sólo en volver a su presente, sino también en dar con el asesino que mató a su madre para evitar que suceda. El asesino se pasea con una máscara muy parecida a Max Headroom, otro de los múltiples guiños ochenteros que el espectador que vivió esa época reconocerá.

El filme está muy bien estructurado, la trama resulta entretenida y fácil de seguir, y el humor negro del que hace gala es su más destacado aliciente. La joven protagonista, Kiernan Shipka, le da un divertido toque rebelde e irónico a su personaje, ayudada por unos secundarios que hacen su labor muy correctamente, sin estridencias.

Siempre es bienvenida la película que nos da un paseo por aquella década tan única y especial, y si además te da lo que esperas encontrar, mejor que mejor. Ideal para verla en Halloween.
Richy
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8
26 de octubre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay tantas adaptaciones de novelas de Stephen King como variedad de calidades de las mismas, desde bodrios infumables a obras maestras, pasando por un sinfín de términos medios. “Misery” estaría muy cercana a las obras maestras.

Sin ser estrictamente el caso, en la práctica se trata de una película de escenario único: la habitación de la casa de Annie (Kathy Bates), una enfermera que rescató a un hombre de morir congelado en medio de un temporal de nieve, después de que su coche se saliera de la calzada. Por ironías del destino, ese hombre resulta ser Paul Sheldon (James Caan), un escritor de una saga de best-sellers de los que Annie está enganchada de manera obsesiva, sobre todo con el personaje principal: Misery Chastain.

El irregular Rob Reiner venía de firmar títulos tan importantes como “Cuenta conmigo” (1986), “La princesa prometida” (1987) y “Cuando Harry encontró a Sally” (1989), es decir, que con “Misery” estaba en plena racha creativa, y lo demostró con un sentido del ritmo extraordinario, logrando mantener el interés de principio a fin. Gestiona la tensión a base de primeros planos, contrapicados, y con un uso muy inteligente de la iluminación, y consigue así elaborar un relato de tintes hitchcockianos donde el aspecto psicológico es esencial.

En la fotografía podemos destacar a Barry Sonnenfeld, quien se pasaría a la dirección al año siguiente con "La familia Adams" (1991) y posteriormente sería el responsable de la trilogía "Men in Black", entre otros filmes más o menos acertados.

La gran baza de la película son sus actores. James Caan está soberbio como el sufrido e impedido escritor, secuestrado y sometido a los deseos y obsesiones de su cuidadora-fan: una espectacular Kathy Bates que borda un personaje de los más psicopáticos que ha dado el séptimo arte. Tal es así, que consiguió el Oscar a la mejor actriz principal compitiendo con verdaderas diosas como Julia Roberts, Anjelica Huston y Meryl Streep.

Extraordinaria en todos los aspectos.
Richy
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