Peter Weir es un director de enorme talento, sabe elegir muy bien sus proyectos, se toma su tiempo para llevarlos a cabo y detesta repetirse en argumentos pasados.

Tal vez por eso, sorprendía que, a priori, "Camino a la libertad" pudiera seguir la misma temática de su anterior trabajo, la excelente "Master and Commander", pero Weir ha eliminado esa posibilidad, ha desprovisto al film de todo elemento grandilocuente, su única intención es arrastrarnos al sufrimiento de sus protagonistas.
Lo consigue recortando y minimizando al máximo la emoción, lo cual es un enfoque original sin duda, arriesgado también claro está, porque deja el film huérfano de toda épica y a la vez lastra el desarrollo de los personajes, presentando a la mayoría de forma plana y sin interés.

Por suerte, hay un actor inhumano en el reparto, un auténtico monstruo de la escena,
Ed Harris soluciona a golpe de talento y sobriedad cualquier defecto formal del resto de elenco, donde también destaca Colin Farrell, alejado de sus papeles habituales de lucimiento personal.

En definitiva, "The Way Back" no es para nada un film comercial, desagradará al gran público en general, tal vez solo por eso haya que tenerlo en cuenta, no es un film redondo, pero para los que seguimos con interés a este realizador, sin duda agradecemos que mantenga su estilo y su punto de vista alejado de convencionalismos, sabemos que no es nada fácil mantenerse fiel, esperemos que siga siendo así.

Aparatosa y ambiciosa producción en la que se ha embarcado Amenábar para esta, su quinta película como director.

Ante todo, decir que es un género complicado y había que dar por hecho que el resultado no podía ser del todo redondo, pero aún asi cabía esperar algo más de "Ágora".

Su principal defecto radica generalmente, en su excesiva frialdad e incapacidad para transmitir sentimientos, si a esto añadimos un ritmo narrativo difuso, un desconcertante toque personal, que aleja al espectador de la trama con extrañas filigranas técnicas y un montaje a ratos demasiado caótico, no queda más remedio que sentirse defraudado con lo que, a priori, parecía un producto de mucha mayor calidad.

Cabe eso si, defender su valentía al mostrar sin cortapisas el crisol enfrentado de la diversas religiones, todo un acierto sin duda. También su cuidada ambientación y el siempre reconfortante trabajo de una de las mejores actrices del panorama actual, la británica Rachel Weisz.

Desgraciadamente, hay que calificarla como lo que honestamente es, un film mediocre, excesivamente confuso en su resultado final.

Cuando en 1994, Fernando Trueba recogió el oscar por "Belle Époque", recitó esa mítica frase: "Quisiera creer en Dios para darle las gracias, pero sólo creo en Billy Wilder", al dia siguiente le llamo Wilder para decirle: "Fernando, soy Dios". Y le refirió que desde que hizo ese comentario al recibir el premio," La gente se arrodilla a mi paso por la calle".

Sirva esta anécdota para rendir homenaje al que seguramente sea el mejor autor de la historia del cine, el género de humor le pertenece, nadie, exceptuando a Woody Allen, ha sabido escribir guiones con tanta inteligencia y sentido del humor, dirigir películas con tanto ritmo y frescura, Wilder, sin duda es Dios en esto del Séptimo Arte.

"Primera Plana" es, para mi gusto, su mejor película, parte de la dificultad que plantea echarle un pulso a un clásico, el gran Howard Hawks ya había adaptado el texto con mucho acierto en 1940 con "Luna Nueva", y no parecía que fuera necesario volverla a rodar. Existe además una versión anterior, fechada en 1931, dirigida por Lewis Milestone.

Centrandonos en las 2 grandes, la de Hawks y la de Wilder, tienen muchos puntos en común, por ejemplo en sus vertiginosos dialógos, o en su ritmo frenético, justamente, en este último "Luna nueva" es superior, como buena representante de la "Screwball Comedy", sin embargo, el punto fuerte de la historia, la corrupción política y el poder de la prensa, son tratados por Wilder con mayor acierto, al retratar a los periodistas como un grupo de desalmados, jugadores borrachos, dispuestos a vender su dignidad por una noticia, que acaban pisandose sin pudor unos a otros.

Billy Wilder adapta la historia para que el personaje de Hildy pueda interpretarlo Jack Lemmon y asi poder emparejarle a Walter Matthau, su pareja cómica predilcta, nunca estuvieron tan acertados estos 2 grandes actores, sus diálogos en común son impagables y Wilder sabía sacar de ambos la mejor interpretación.

Amarillismo periodistico retratado con con el mejor sentido del humor, corrupción política escenificada con un cinismo tan entrañable como los personajes que lo representan.
De un clásico surge otro aún mayor, es la grandeza de su director.

Obra Maestra.

Existe otro cine español, menos dado a florituras, más cercano a ese sello de autor codiciando por muchos, pero que no todos merecen.

Ambientada en los años setenta, en la Andalucía más rural, 'La Espera' supone el tercer largometraje de F. Javier Gutierrez, a partir de su propio guión original, un relato cocinado a fuego lento, según sus propias palabras, que en origen, no deja entrever el particular descenso a los infiernos, bastante más literal de lo esperado, que va a sufrir su protagonista.

Eladio vive con su mujer y su hijo, cuidando como guarda una finca aislada, tiene la confianza del dueño, pero tras hacerse cargo de una montería, recibe una oferta para superar el número de cazadores por puesto, a cambio de un soborno.

El planteamiento inicial, evidencia su contacto con una película mítica del cine español, 'La Caza' (1966), de Carlos Saura, la cual aparece en los agradecimientos de los títulos de crédito finales, pero alcanzado el meridiano, gira hacia su propio terreno, una vez planteada, con cierta previsibilidad, el peligro que parece amenazar a sus protagonistas, la cinta evoluciona desde el misterio, hacia conceptos más propios del cine de terror, mostrándose más original, pero también algo menos convincente.

Un trabajo sobrio, que muestra con nitidez ese calor asfixiante del campo andaluz, con su cuidado gusto por los detalles, y sus matices austeros, esos que cualquier que pertenezca a la generación ahora comprendida entre los cuarenta y los cincuenta años, sabrá reconocer sin problemas, y que suponen todo un punto a favor, en cuanto a ambientación y calidad técnica se refiere, con unos excelentes trabajos de fotografía y maquillaje, este último especialmente inspirado en la segunda mitad del film.

Del reparto, destaca el gran trabajo de Víctor Clavijo como protagonista, dotando de una enorme credibilidad a un personaje, cada vez más expuesto a los demonios de la locura, mientras buenos actores como Manuel Morón o Pedro Casablanc, prestan su físico y su voz a perfiles costumbristas muy bien dibujados.

Finalmente, F. Javier Gutierrez merece con su último trabajo, que se le tenga en cuenta para ese sello de autor, sobre todo por su capacidad para planificar un film, dotado de ese aspecto comprometido que todo realizador debería abrazar, para acabar resultando genuino y reconocible, gracias a que saber dotar a 'La Espera' de un estilo sobrio, que pese a arrastrar esa lentitud general, que a veces provoca reiteración, acaba por ser en suma relevante.



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El cine indie norteamericano, siempre se las ha arreglado bastante bien para mostrar esa soledad del individuo, en un país inmenso y profundamente masificado, es un argumento coherente, que suele quedar bien asociado con las formas de aislamiento social del individuo.

El actor Brian Landis Folkins, que además ejerce como productor, encuentra un regalo en el papel del inadaptado David, un soltero solitario y retraído, hastiado de cuidar a su anciana madre, que un día descubre una cinta vhs que puede convertir sus deseos en realidad, es justo cuando comienza su particular relación con Andy, el presentador del video, un estupendo Will Weathon, recurrente actor secundario que sonará bastante a los trekkies.

Ambientada a principios de los 90, que comienzan poco a poco a ser los nuevos 80, como nueva década predilecta en la que situar las historias, 'Rent-A-Pal' es un film modesto, rodado en apenas un único espacio doméstico, que se beneficia de la cada vez más tensa relación entre sus protagonistas, con un envoltorio fantástico muy reconocible, que sin ser absolutamente original, funciona por su acertado trabajo técnico.

Opera prima como director de Jon Stevenson, a partir de su propio guión original, en un trabajo muy detallista, que se las arregla para crear su propio universo, y al que solo hay que reprochar el ser demasiado explicativo, en aspectos del comportamiento sobradamente conocidos por todos, y que alargan un metraje a las casi dos horas, cuando era suficiente el estándar de 90 minutos, para desarrollar su argumento.

Finalmente, estamos a ante uno de esos prometedores debuts tras la cámara, que si bien acusa sus defectos, eleva otra serie de virtudes a favor de Stevenson, como el crescendo que acompaña al film, o su obsesiva crueldad, factores suficientes para retener este nombre y estar pendiente de futuros proyectos.


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