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España España · Barcelona
Críticas de Risard
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
10
24 de noviembre de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida es magia, por mucho que la ciencia se empeñe en explicarla, hay un lado espiritual que sólo podemos conocer a través de los sentidos internos, como la intuición y la meditación. Estamos encerrados en un ciclo temporal, que no sabemos si es sólo físico, o tal vez pudiéramos controlarlo a nivel mental, para así, vivir eternamente. Bajo la premisa de que el espíritu es infinito, ¿quiere decir eso que si ese espíritu evoluciona lo suficiente puede manejar un mismo cuerpo físico eternamente? ¿Si evoluciona, necesita un cuerpo?¿Cómo podemos tomar una decisión radical ante las hipótesis sean cuales sean los resultados generales sin conocer las excepciones? Creo que ante todo la sabiduría se obtiene observando y meditando. La balanza entre ciencia y fe.

Cometemos un acto de fe creyendo ciegamente en pruebas no mostradas públicamente a la sociedad, meramente citadas en artículos de supuestos reputados científicos ¿Es la ciencia hegemónica un lugar donde encontrar conocimiento o dónde creer ciegamente en aquello que no podemos experimentar? Como citaba Marilyn Vos Savant, la comunidad científica actual se basa más en hechos no probados ni experimentados, ha hecho creer a la gente en lugar de hacer conocedora de la realidad en la que vive. ¿Si todo aquello que no puedes experimentar lo aceptas como ciencia, no es un tipo de religión, de fe ciega ante algo que te han contado? Sí, se llama cientificismo.

¿Física cuántica, espiritualidad, fe...? ¿Qué ocurre si fusionamos todas las materias? Tal vez encontremos un sentido más lógico, como un puzzle que encaja. Siempre hay pruebas y dificultades, la mayor de todas es el dogma, por ello, cada individuo, siendo consciente de sí mismo, rodeado de la naturaleza y aceptándose tal y como es, simplemente observándose, sin juicio castigador, tal vez en ese punto encontraría su esencia y su trabajo aquí, en este plano dimensional, en este paraíso o purgatorio, depende siempre del punto de vista de cada individuo. El hombre de Jerome Bixby, relator de una obra extensa en su proceso de desarrollo, pues le llevó casi seis décadas acabarlo, viaja a través del conocimiento de la eternidad, pero de lo únicamente vivido, y así acumula vivencias que lo llevarán a intentar comprender su origen, sin resultado alguno más que una experiencia empírica.
De presupuesto exiguo y textura de telefilm, esta estimulante historia invadió todos los ordenadores de los más apasionados del cine independiente y ciencia-ficción siendo una de las descargas más prolíficas de su época, siendo también el boca a boca de la década, como el film más interesante de los últimos años. El debate filosófico, biológico, religioso y antropológico es cuanto menos la conversación más excitante que un servidor vio en una obra cinematográfica, donde nos obliga a romper límites y creencias para vislumbrar un nuevo horizonte lleno de posibilidades.

Ha sido una de las mejorets experiencias cinematográficas que alguien con curiosidad de romper moldes puede tener, me alegra que aún haya mentes interesadas en contar grandes historias que te hacen reflexionar y dudar de todo, para así aprender que teniendo una mente abierta, y aprender las infinitas posibilidades de nuestra existencia. John Oldman, deja estupecfactos con sólidos argumentos a sus compañeros catedráticos sobre el dilema a plantear, desmonta y deconstruye una serie de afirmaciones asentadas ante cualquier estudio en cualquiera de sus materias más científicas para replantearles una realidad alternativa que hasta entonces desconocían posible, o más de un relato de ficción. Su severidad a la hora de transmitir el asunto a debatir es la raíz más fuerte que posee, psicológicamente hablando, pese a que luego arremeta con planteamientos que suman continuamente nuevas incertidumbres a los invitados. Por primera vez, decide romper el silencio ante semejante secreto, un secreto que quedará como un juego mental para algunos, un juego realmente estimulante, pero que a la vez ha llegado a producir crisis que desmoronaban mundos.

Estamos, sin presunción lo digo, ante una de las películas más inteligentes e interesantes de nuestra década, y me aventuro a decir que de la historia del cine. Se ha ganado gran respeto entre adeptos del géneros y amantes de films de profundidad filosófica y dialéctica. El productor Eric D. Wilkinson llegó a agradecer a los internautas la difusión no autorizada, pues fue el motor que la hizo despegar y convertirse en la obra de culto que hoy es.

Para más críticas en instagram: @risard_egoteabsorbo
Risard
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9
1 de marzo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que cabe destacar en la manera en la que Florian Zeller nos cuenta esta historia es, la buena estrategia de identificarte con el protagonista, haciéndonos partícipes de su enfermedad. El recurso de confundirnos mentalmente nos lleva primero a la turbación mental, luego a la empatía, y más tarde a la lágrima, sin caer en sentimentalismos de telefilm.

Es absolutamente plausible su maestría en el desarrollo del metraje cómo nos vamos sintiendo como el protagonista, un inmenso Hopkins, y nos arrastra hasta la desesperación de querer que acabe esta breve historia. Pero Zeller va más allá, no sólo con eso, nos lleva al mismo tiempo a empatizar con su familiar más allegado, y cómo la impotencia y la necesaria emancipación se hacen hueco en nuestro corazón y partícipes de nuestra mente más racional. Pese a confundirnos para adentrarnos en la mente de nuestro personaje, y terminar percibiendo un gran removimiento de emociones, no nos aleja de mantenernos en la lógica y en la racionalidad del asunto.

¿Cuántos padres o madres han necesitado separarse de sus hijos? ¿Cuántos hijos han necesitado separarse de sus padres, ya infantilizados por alguna enfermedad haciéndolos necesarios de tutela? La vejez nos lleva de retorno a la niñez, y es la paradoja que nos contaba Fincher en su maravilloso caso de Benjamin Button, es curioso cómo el ser humano, nunca llega a ser un ser auténticamente maduro del todo, siempre acarreamos alguna mochila emocional que nos lleva de nuevo al origen, curioso que seamos la única especie que seamos tan sumisas a la emotividad dominada por la mente conceptual. Nos creemos seres superiores, pero nacemos y morimos con pañales.

Uno no puede evitar salir de la sala de cine emocionado, con lágrimas por las mejillas, ante semejante historia, y sobre todo por el excelentísimo trabajo de Hopkins, un servidor ya conocía su talento, pero todavía ha conseguido sorprenderme más. No duden en apuntarla en su lista, es y será un film imprescindible.
Risard
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7
23 de noviembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La desolada y servil mirada y vocecita de nuestro protagonista ante la idílica propuesta de trabajo es casi reiterativa, pues no parece ser la primera vez que cae ante el sometimiento y la servidumbre ante un puesto de autoridad. Rick, se enfrenta ante la situación clara de esclavitud bajo el mando de un prepotente trepa abusón que tanto predomina hoy día en el panorama laboral.

El propóito de Loach en el recorrido que podemos hacer en su filmografía está claramente el empatizar, indignar y no olvidar a todas esas personas de nuestro alrededor que sufren las injusticias de una devoradora sociedad apática e invasiva, y donde la vida laboral ocupa la mayor parte de nuestro tiempo, donde no queda hueco para momentos íntimos y personales (debido al cansancio) de autoestima para encontrar un momento de paz. Es la explotación laboral, un sistema opresor que saca el jugo al humano cual naranja. Y lo deja seco, totalmente deshidratado y moribundo en una cama de hospital enfermo y consumiendo fármacos mientras prolongan su sufrimiento para... alargarlo y enriquecerse en su lecho de muerte. Eso sin contar el dinero que sacarán una vez fallecido, ataúd, incineradora, nicho... La vida del trabajador medio.

Este cine es social, humano y necesario, para que podamos encontrar un lugar en nuestro interior donde no nos permitamos caer en sumisiones, injuticias y abusos. El cine de Loach vive para recordarnos por qué no debemos permitir un sistema que no beneficia, sino enferma. El drama en esta historia está perfectamente equilibrado con una realidad devoradora, creando víctimas involuntarias ante un aluvión masivo de estrangular un tiempo valioso y creativo, malgastándolo en servir a otros de forma indecorosa. Cuando la angustia posee al espectador, ante la posibilidad de que la desgracia sea todavía mayor, Loach y Laverty nos dan más dosis de realidad sin caer en el esperpento del epectáculo y la exageración, sino con un medido realismo que no puede dejarte indiferente.

Sin Loach el cine no sería lo mismo, es harto necesario como una buena comedia de Allen, o una perversa historia de Haneke. En la variedad está el gusto, y mi favorito de cine social es el grandérrimo británico por antonomasia, sin él, nos faltaría una visita urgente con la realidad a través de la pantalla de la empatía y la equidad. Larga vida, por favor, queremos más.

Para más críticas, en instragram @risard_egoteabsorbo
Risard
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8
30 de septiembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida es un espejo donde el otro no existe, es ese reflejo de una parte de ti de la que has de aprender. Eso le sucede al joven y caprichoso príncipe de un castillo encantado por una bruja, un joven que no deja de mirarse vanidosamente y poder descubrir su belleza interna.

El amor, aquello que hace que un hombre feo se vuelva guapo. Aquel amor que tal vez una madre no supo dar, urge menester de un niño que ahora castigado por su monstruosidad ha de encontrarlo con ésta exteriorizada y maldita en su rostro y cuerpo. Un amor que depende de su interior para transformarse. Bien podría ser Bella un simple reflejo de su propia belleza castigada para poder aprender dónde colocar ese lado de él que se niega a ver. Nos educan en la monstruosidad, el adoctrinamiento, sobre todo a los príncipes que futuros reyes se aferrarán a la falsa idea de ser superiores, y no hay nada más feo que la prepotencia. El espejo que recibe de regalo no es más que la lección de aprender a amar su oscuridad mirándose para no olvidar en lo que se ha transformado, y al mismo tiempo pueda ver el mundo que su fealdad no le deja vivir, ese mundo que se pierde por no amar su otro rostro. La figura de la hechicera, es la simbología de la mujer sabia, la mujer que sana a través de sus dones, y aunque ello parezca castigo, no es más que la oportunidad para dejar salir el príncipe benevolente que en su esencia esconde. Todos tenemos una bestia dentro, una bestia fea y sucia a la que no nos gusta mirar, una bestia temerosa de sí misma, y del mundo, pero hay que sacarla a ese mundo y enseñársela, sin miedo, abrazándola, para así metamorfosearnos, De un mundo lleno de prejuicios en contra de nuestra totalidad, nuestra luz y nuestra oscuridad, un mundo que sólo acepta el lado bien de la gente, lo políticamente correcto.

Si el papel de Bella en todo este cuento fuera sólo la consciencia de Bestia para hacerle ver, que también es un ser con capacidad de amar, de cuidar y proteger, es probable que si decidimos darle la vuelta a la tortilla, podamos ver exactamente la misma historia, pero inversamente. La historia de Bella y Bestia no es más que un ambigrama. Bella no es capaz de amar a un monstruo, su monstruo y cuando consigue amar ese lado oscuro suyo es cuando se transforma y se sana de la malición, de hecho, me parece mucho más interesante desde la perspectiva analítica de Bella. Amarse a uno mismo (y en consecuencia amar a alguien como efecto colateral) no es más que el resultado del éxito y el triunfo en una vida colmada de abundancia en todos los aspectos.

Para más críticas en instagram: @risard_egoteabsorbo
Risard
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7
4 de diciembre de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Redención, mafia y testosterona, la especialidad de Scorsese mezclado de nuevo con unos ingredientes como Pacino, De Niro y Pesci. ¿Qué podría salir mal? Nada, ni el exceso de metraje se le puede reprochar. Estamos delante de una de sus mayores obras, desde 'Infiltrados' o 'Shutter island' que un servidor no disfrutaba tan gratamente de un film del maestro.

El irlandés es un homenaje al paso del tiempo, a sus magnánimas obras de mafiosos, marcando una evolución desde 'Malas calles' hasta 'Uno de los nuestros' o 'Casino'. Mostrándonos a sus actores fetiches en estado de gracia y madurez, donde todo se apaga, se funeraliza. La madurez de sus protagonistas parece la madurez de sus antiguos personajes, parece el cierre de un ciclo. Sus protagonisas están todos magnánimos, desde el escueto y breve Keitel, el desenfrenado Pacino, hasta el comedido Pesci. DeNiro, se desborda en la sencillez y humildad, algo a lo que no nos tenía acostumbrados.

Scorsese viaja constantemente en el tiempo sin dar más peso a un tiempo que a otro. Entrelaza momentos y sentimientos encontrados a lo largo de su narrativa donde no hay cabida para el arrepentimiento, pero donde todo gira alrededor de la redención. Esa es la búsqueda final de su protagonista al narrarnos su historia. Es consciente de la necesidad de traición para ascender a sus ambiciones, y que arrepentirse no aportará nada más que entorpecer su ascenso. Así que decide llegar al final para asumir su responsabilidad. La política y el crimen se abrazan creando un ola que arrasará hasta los Kennedy, creando un bloque temporal que se contiene sin desbordarse y sosteniendo tal vez el film más redondo de su director. Su protagonista mantiene su fidelidad a la familia y la amistad, la lealtad a los suyos, como la mayoría de mafiosos, pero no obstante languidece solitario en su residencia preguntándose, por qué.

La helada interpretación de Anna Paquin cabe ser destacada pese a su brevedad, pues los silencios son los momentos más difíciles de interpretar, y ella borda esos momentos, no es de extrañar que con once años ganara su primer Oscar como actriz secundaria. Mucho se habla de su escaso silencio en el film, pero precisamente lo que su director quiere remarcar es cómo el mayor castigo que da una mujer, es la retirada de la palabra, la frialdad, oponiéndose a su propia naturaleza. DeNiro brilla con llaneza, pero brilla, y el señor Martin redondea su mejor película en mucho tiempo. La mafia más sobria, pero sin dejar de ser mafia. Planos que recuerdan a sus anteriores films, pero con una luz más discreta y seria, sin excesos. Si decidiera retirarse, cerraría su filmografía con el broche de oro, bravo señor Scorsese, bravo.


Para má críticas en instagram @risard_egoteabsorbo
Risard
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