Un bonito neologismo para una película que hará las delicias de los aficionados a la neurolingüística y de otras gentes del entorno del marketing. En un sistema económico donde la producción es cada vez más inmaterial, más basada en ideas, símbolos y afectos (dirían Negri y Hardt) el espionaje industrial ha de hacerse ya en el momento en el que surge la idea en la mente de su creador.

A los ladrones conversos que se ganan la vida enseñando a los creativos cómo proteger sus ideas en su misma mente les proponen crear una nueva idea en la mente de otro: el sueño de todo lobo del marketing.

Una película con un inmenso trasfondo filosófico, el principal, un guiño al concepto hindú de "Maya", la realidad como una ilusión que nos aleja de la auténtica realidad. También guiño al marxismo y su concepto de alienación, ser otra cosa de lo que realmente somos, pasar de ser seres humanos a trabajadores.

Otros muchos conceptos de calado se pueden rastrear en esta película... hay inclusos documentales que los explican con detalle.

Una película muy bien ambientada en la cultura budista tibetana con música de Ryuichi Sakamoto, donde la historia de la vida de Shiddarta Gautama -el Buda- y la de la búsqueda de la reencarnación de un Lama recientemente fallecido se van entretejiendo.

Al final la búsqueda concluye encontrando tres reencarnaciones del Lama, una niña y dos niños. Ese tipo de reencarnación, más difusa, no tan personal es la que yo sí me creo. Me parece que está muy en línea con una visión cuántica de la realidad, de la supramente, la budeidad, Dios tal como yo lo entiendo.

Lo más interesante, por sus referencias indirectas a la irrealidad del mundo, Samsara, es que se puede ver esta película como una precuela de la trilogía de Matrix, donde se reflexiona en profundidad sobre esa (im)posible (i)rrealidad del Mundo...

Una película muy en linea con uno de los ensayos de Henri Bergson, pero de sentido totalmente opuesto: "Materia y Memoria" que fue escrito como reacción a "Las enfermedades de la memoria" de Théodule Ribot, que había sido publicado en 1881 y que defendía que la ciencia médica habían probado que la memoria se vinculaba a una región concreta del sistema nervioso, localizada en el cerebro, lo que probaba su naturaleza material. Bergson se oponía a esta reducción del espíritu , defendiendo una postura netamente antirreduccionista. Para él, la memoria era de naturaleza profundamente espiritual y el cerebro servía para introducir memorias, siendo pues de naturaleza práctica. Ciertas lesiones tienden a perturbar esta función pero no borran la memoria. Así, un fallo del cerebro simplemente implica que no puede cumplir su función de añadir nuevos recuerdos, pero no altera la esencia de la memoria (de Wikipedia).

Una reflexión de cómo la vanidad y la egolatría realmente pueden complicar a uno la vida, mientras la humildad favorecería relaciones más amorosas y auténticas.

La falta de autenticidad, de aparentar algo que no se es, sería el principal atractor de desgracias. Valoremos el cariño auténtico, el sexo desenfadado, el llevar una vida con humor.