Sublime baile entre el drama y el thriller donde la obsesión, el deseo y la soledad dan forma al frío y calculador personaje que narra la historia mientras escribe en su diario. Barbara Covett, magistralmente interpretada por Judi Dench que consigue levantar serias dudas sobre lo clarísimo que estaba el Oscar a Helen Mirren por The Queen, es la pluma que escribe con puño firme y buena letra la historia que ella misma desata con su fijación enfermiza por una joven profesora, Sheba Hart.

Un día cualquiera, Covett, llega a trabajar al colegio donde da clase y ve una cara nueva, una joven profesora con aire frágil y bohemio por quien comienza a sentir una fuerte obsesión. De pronto cae en sus manos un terrible secreto del que sólo ella tiene conocimiento, un secreto que si lo susurrara se convertiría en escándalo y vergüenza para la joven profesora. Con un chantaje sutilmente disfrazado de amistad, Covett consigue introducirse en la vida de Hart convirtiéndose en su confidente, su mejor amiga.

El guión de la película es exquisito. Cada frase de Covett es perfecta y precisa. Sus descripciones detalladas, compuestas de palabras frías y duras nunca caen en el mal gusto por muy grotescas que sean. Se puede sentir la mano de Patrick Marber, autor teatral y guionista de Closer, que ha sido el encargado de adaptar la novela original de Zoë Heller. Quizás existan instantes de un mayor dramatismo que son exagerados y que se convierten en un esperpento, perdiendo credibilidad. La reacción desquiciada de Hart envuelta por una música estridente en el encuentro de ésta y los periodistas delante de la casa de Covett, es un ejemplo.

La piedra angular de Diario de un escándalo es sin duda el personaje de Barbara Covett. La complejidad de sus sentimientos; su soledad densa que sólo se ve mermada por la compañía de un gato; su percepción de la realidad distorsionada por su obsesión con Hart, donde un roce fortuito pasa a ser la mejor de las caricias.

Todo el mérito lo tiene Judi Dench que supera con creces a Cate Blanchett en este inevitable duelo de grandes actrices. Dench da vida al personaje de forma sobresaliente consiguiendo con una simple mirada helar el ambiente y transmitir la misma tensión que con una bomba de relojería; consigue con una tímida sonrisa pasar de ser una mujer fría y calculadora a la más cálida de las amigas.

Secretos y mentiras van saliendo a la luz a medida que transcurre el film. La trama lineal y unidireccional se ramifica y bifurca para dar paso a dos pasados oscuros, ocultos y olvidados. La tensión va creciendo hasta que todo estalla en un grito de desesperación donde naufragan las miserias de una vida destrozada y todo vuelve a estar calma. El eterno retorno… La agonía de la soledad.

Banderas juega a ser poeta detrás de una cámara... Intenta crear una película metafísica, filosófica, caótica, independiente... Y fracasa en su intento de una forma estrepitosa.

A lo largo de ella navegan palabras pomposas e infladas pero totalmente vacías; usa una infinidad de recursos de grabación como el de ralentizar una imagen, dando énfasis a ese instante... Pero abusa tanto de él que TODO se enfatiza y la película pasa a ser un anuncio de colonia de hora y media.

Es cierto que hay escenas de mucha belleza, estremecedoras y abstractas, nada nuevo bajo el sol... el ejemplo más claro Lynch; pero que se destrozan por la falta de fondo, lo pretenciosas que son y por la voz narrante de Fran Perea, que no tiene nada de fuerza.

"El camino de los ingleses" es una vía de escape, el camino hacia un sueño... O eso es lo que nos dicen a mí sólo me pareció una calle...

La escena con la que comienza la película es con la que termina... No viene a cuento pero debe ser que está de moda eso de "empezar por el final"... El final me parece bueno, caótico y dantesco... pero previsible y forzado. Poco a poco hueles como las diversas historias se van encaminando a un agujero. Mientras llegan a él ves como toda la película conspira para alcanzar ese final y cuando lo alcanza no te sorprende, no te conmueve... INDIFERENCIA

Lenta, previsible, pretenciosa e indiferente son mis definiciones de "El camino de los ingleses". Lo peor de todo es que se puede ver a que quiere llegar Banderas y cómo se queda en un "quiero y no puedo"

¿Puede una mentira destruir la vida de dos personas? ¿Puede la imaginación y la ira engañar a la mente? Expiación es la consecuencia de una pequeña mentira que explota destruyendo todo lo que encuentra a su paso.

La película podría dividirse en tres partes: explosión, desolación y expiación. La primera es increíble. Muy bien llevada, contando la historia desde diferentes perspectivas, con una banda sonora a ritmo de máquina de escribir y donde curiosamente los actores interactúan con ella. Esta parte termina con la "detonación" de la mentira.

La segunda, desolación, muestra los "restos" después de la explosión. Las vidas destruídas, la confusión y mentiras, la desesperación. Esta parte de la historia falla. El uso indebido de la banda sonora (intenta crear tensión cuando no la hay) y el abuso de escenas largas, sin cortes, al estilo "Hijo de los hombres" pero sin ser trepidantes y sin llegar a nada, hacen que la película pase a ser lenta, interminable y pesada.

Y finalmente la expiación, donde todo cobra el sentido que tiene.

Me parece que es una idea muy bien planteada, empezada y acabada con estilo y genio pero donde el tramo que une ambas partes pierde atractivo y deja escapar a esos espectadores cautivados por ese espectacular comienzo. Lo mejor: la dirección.

¿Cómo cavaron estos túneles los soldados? Esta simple pregunta formulada entre los restos de lo que una vez fue la resistencia de Iwo Jima bastó para rebuscar en el recuerdo y reconstruir la batalla que una vez tomó parte entre Japoneses y Norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial.

Cartas desde Iwo Jima es un largometraje que completa a Banderas de nuestros padres y que juntos constituyen una obra sin precedentes que muestra la batalla de Iwo Jima desde ambos bandos, cada uno con sus propios actores y en su propia lengua.

La moneda siempre tiene dos caras pero en esta historia hay una cara más oculta, menos conocida. Siempre nos referimos a ellos como “el bando enemigo”, son rostros borrosos, fríos, sin una historia a sus espaldas y que empuñan armas disparando a matar sin ningún motivo aparente. Cartas desde Iwo Jima nos brinda la posibilidad de luchar junto al bando Japonés viviendo sus miedos, echando de menos sus familias y sintiendo su lucha interna entre el honor de morir por el Imperio del Sol Naciente o vivir por lo que dicta cada latido de nuestro corazón.

Cartas desde Iwo Jima posee dos características que le convierten en una obra maestra del cine bélico: el tono poético y místico que envuelve las batallas más sangrientas y los momentos más desoladores transmitiendo una perfecta armonía con la cultura oriental basada en el honor y la disciplina; y el enfoque humano que otorga a algunos de los soldados con una serie de magistrales flashbacks dejando al desnudo sus sueños y temores: Kuribayashi, general y escultor de toda la batalla, aterriza en una muerte segura donde lucha contra las cartas de su mujer y los recuerdos de su estancia en Estados Unidos para seguir al frente de sus soldados; o Saigo, un sencillo panadero que fue arrastrado a la guerra donde no sabe ni empuñar un arma y sólo desea ver la cara de su hijo que aún no conoce.

Los ingredientes esenciales están muy usados: la relatividad de la palabra patria, el sinsentido de una guerra, la muerte de muchos por el capricho de unos pocos, el suicidio absurdo y purificador… Pero este enfoque muestra una perspectiva nueva de una historia conocida, difumina la clara diferencia entre “buenos y malos” relatando una historia para cada uno de los soldados del bando Japonés. Además supone una dura crítica hacia la guerra y un homenaje a todas las vidas marchitas, que plasmaron sus sueños y aspiraciones en un puñado de cartas enterradas… Las cartas de Iwo Jima.

María Antonieta Josefa Juana de Habsburgo-Lorena fue princesa real de Hungría y de Bohemia, archiduquesa de Austria y reina consorte por su matrimonio con Luis XVI de Francia y de Navarra con sólo 19 años. Fue conocida por el apodo "Madame Déficit" por lo despilfarradora que fue.

La película comienza con la entrafa de María Antonieta en el palacio de Francia al casarse con Luís XVI y termina con su huída del palacio debido a los disturbios organizados por el pueblo de Francia. El desarrollo es fresco y moderno (aunque trate de una historia de finales del 1700), atractiva pero incompleta.

Destaca muchos detalles totalmente irrelevantes y omite otros muy importantesque hace que algunas escenas cojeen; enfatiza situaciones a las que dedica mucho tiempo y que luego terminan en un vacío, en un segundo.

El tono cómico de muchas partes de la película es excelente, haciendo uso de lo absurdo de las costumbres señoriales de la época que ridiculiza a través de María Antonieta con una mente adolescente y alocada. Por otro lado se habló mucho de la banda sonora de la película, ya que incluye temas de The Cure o The Strokes para una película histórica de hace más de 300 años, pero las combina a la perfección: clásica y señorial en la corte, y juvenil y rockera en la mente de Maria Antonieta.

Ocurre exactamente lo mismo con la ambientación, que es espectacular. Usa tonos fuertes de rosa y azul para los pasteles, las fichas de juego... todo lo relacionado con María Antonieta y colores pobres y apagados cuando está con su marido, en la corte... Con estos recursos consigue llevar al espectador a interior de María Antonieta, una niña obligada a casarse y a asumir la responsabilidad de un trono pero que no deja de ser niña; consigue que la película gire entorno a los sueños y emociones de la joven reina.

Marie-Antoinette es una apuesta arriesgada que he llegado a buen puerto aunque al ser un hecho histórico se echan de menos detalles conocidos de ella. También se echa de menos un cierre más trabajado que hagan entender al espectador el por qué de la huída. El final es redondo, no te lo esperas pero es el único final posible viendo el rumbo que toma la película... Un final que cierra a la perfección lo que empezó.