n hombre y su hijo, sin rumbo ni dirección aparente. Primeros fotogramas cargados de desasosiego, el hombre enfermo, famélico, débil, buscando no arrastrar a su compañero de viaje en su inevitable destino, enseñando todo lo que sabe, intentando arrancarle una sonrisa, mostrándole la vida que la espera.

El silencio, roto en ocasiones sin querer que asi sea, el sonido no puede traer nada bueno, tampoco los movimientos, todo es amenaza, todo es hostilidad, todo puede acabar con padre e hijo como almuerzo de otros supervivientes.

Los supervivientes, ¿qué hacer? ¿Tienen miedo? Sí y hambre seguro que también y muchos están armados, desconfía del de tu especie, aíslate, busca una fuente de alimento, busca agua, restos de civilización, lo justo que te permita que tu vida parezca que merezca ser vivida, si no, que sea rápido, un tiro y a descansar.

¿Qué ha pasado? No lo dicen, ¿importa? Es el fin, eso parece, quedan los carroñeros, pero cuando la charca se vacía de agua y de especies que devorar, todo es estéril, todo es tóxico, la tabla de salvación es seguir avanzando.

Poderosa fotografía, con esos tonos tan sombríos, poderoso sonido y poderoso silencio, poderosas escenas, siendo algunas realmente crudas (spoiler) e impresionante Viggo Mortensen, en una actuación realista, con miradas cargadas de miedo y, a la vez, de fuerza, en un papel complicado que saca lo mejor de él.

No se puede hacer otra cosa, hay que seguir la carretera, la esperanza tiene que estar al final. Por favor, no te rindas.