¡Vamos a aprender un poco de historia! ¡O a desaprender! Qué más da. A veces se te da por ponerte recomendaciones de tus "almas gemelas" y si sale Denzel Washington piensas que no puede ser un gran error, aunque Spike Lee me haya sobrecalentado la neurona un par de veces.

Sin embargo, en quince minutos uno empieza a darse cuenta del error en forma de síntomas variados: la comida baja pero no muy rápido, es como si se hubiese cortado la circulación. Se elimina el efecto hipnótico, parece que puede pasar algo pero no pasa, al estilo perro del hortelano. Ansiedad por hacer algo para no prestarle demasiada atención, con displicencia me pongo a reordenar un armario mientras la miro de reojo. Mi mujer se medio duerme. Me sobresalto y me llevo una sorpresa: sale un arañón del armario. Liam Neeson no la hubiese eliminado de forma más contundente. Y mientras, Denzel Washington sigue liado con su historia rara. No te cae bien porque es imposible, tampoco te cae mal porque realmente no sé qué piensa Malcolm de nada, es como un potrillo llevado al ritmo de la manada, a ritmo cansino. Y cuando entra en la cárcel se clarifica todo: lavado de cerebro y activismo. Pues vale, entonces al final todo era eso. Se vuelve medio bueno aunque nunca había sido malo del todo. Queda más de media hora de película, quizá una, cuando termino de ordenar todo el armario. Ayer fregamos el suelo, por lo que mejor me siento en el sofá. Miro fijamente la película y a los cinco minutos se despierta mi mujer. "¿Aún?" "pozí". Decidimos democráticamente mandar a Denzel a freir unas patatas y un par de huevos e ir a limpiar un rato a los cuartos.

Para que luego los aburridos retrógrados de siempre digan que el cine es un arte para gente vaga.