La historia de "Efectos secundarios" pertenece a esa estirpe de los thrillers en con cada giro se nos dice que todo lo que hemos visto es falso, de esas por ejemplo "Gone Bay Gone", de Ben Affleck. Viene aderezada también de contexto y crítica a la clase acomodada norteamericana, a la mayor dependencia a manipular las emociones con cada vez más rebuscados químicos y en la forma ms que cuestionable y negligente con que las farmacéuticas actúan.

No es nada del otro mundo, pero cuando la película es dirigida por un director del calibre de Steven Soderbergh, lo que vemos ya no es lo que la historia promete por sí sola. Si bien no es un autor de obras maestras, convierte todo material que le cae en las manos en lo mejor que puede llegar a ser, por más rebuscada y absurda que pueda ser la historia. Pero por sobre todas las cosas es la atmósfera malsana que solo Soderbergh puede crear como él la crea, en donde todo se construye lentamente y se amontona hasta hacerse difícil respirar, sobre todo en los primeros 40 minutos, que parece que el tiempo ha quedado suspendido mientras todo se desintegra.

No es una obra que atraiga por su historia, ya lo he dicho, ni tampoco por sus personajes, excepto quizá el de Rooni Mara, que muta continuamente y el que más perturbador resulta, pero al que prácticamente se la relega en el último tramo de la película, para mi el mayor error. Tampoco destacan las actuaciones, aun que quizá se pueda poner de excepción a Rooni Mara, y digo quizá por que soy muy subjetivo, por que estoy encantado con esta actriz. A Zeta-Jones la novedad está en verla tan avejentada... nadie se salva del tiempo, y Jude Law es visto en un registro más maduro al que estamos acostumbrados. Pero es la atmósfera y la habilidad con la que se hila la historia y todo se va clarificando, haciendo quedar de audaces los giros más inverosímiles, y haciendo que por tu cabeza no pasen preguntas que en ese momento parecen obvias.

Lo que quizá hace que resulte un poco incómodo en cuanto verosimilitud del relato es la interpretación de Rooni Mara. Una interpretación que no da ciertas tintas, y en la que el director y el guión se meten de lleno en su vida, la hace más dificil de aceptar cuando se cuestione su veracidad en los futuros giros de guión.

Te lo vende tan bien que te seduce y la compras y la disfrutas como la película del año. Eso es un director, un autor endemoniadamente bueno.