Conocía de refilón la pasión india por el cine hiperbólico y carente de complejos, pero es la primera vez que me enfrento a uno de sus productos de principio a fin. En el marco de la ocupación colonial británica, dos héroes se conocen y traban una profunda amistad que, más tarde, se ve sometida a las más duras pruebas. Pero nada hay imposible cuando se trata de rechazar al invasor.

Ver para creer. Es una cinta de acción y aventuras que te arroja sus tres horas a la cara sin que haya apenas un momento en que mires el reloj. Como es natural, en tanto metraje y con ese arrojo en combinar géneros, no todo sale bien. Es como mezclar un culebrón tonto con una de Michael Bay, a la que le añades números musicales, porque en la cultura audiovisual india tienen que estar sí o sí. Las coreografías de las peleas son prodigiosamente delirantes, tanto que dan lugar a escenas más propias del cine de superheroes. Un monumento al exceso y la desproporción. EL CGI también está metido sin disimulo, y funciona entre medio bien y mal, pero nada importa cuando todo trabaja en pos de ofrecer un espectáculo colorista que solo busca dejar boquiabierto, sin el menor temor a caer en el ridículo. Los disparates y las insensateces son problemas menores cuando tratas de ofrecer el blockbuster perfecto.

Luego tenemos el trasfondo sociopolítico de la historia. Se deja claro que existe un poso de rencor en India por la ocupación británica. Salvo la excepción que confirma la regla, todo personaje británico es un ser depravado, sádico, violento y amoral. Y los que aparecen como simples figurantes no pasan de incompetentes o simple carne de cañón. Estaba por confirmar el 7 que le da la página, también por esa relación de amistad entre los dos protagonistas que, aunque tan improbable como todo lo demás, no deja de tener un punto entrañable, como de cine de antaño. Pero en el tramo final la sucesión de fantasmadas es tal que atraganta y, bueno, es un exceso sobre el exceso, te lo comes y ya. Si es criticable cuando lo hace Marvel o el citado Michael Bay no se por qué va a ser mejor si el responsable es asiático. La sobredosis de patriotismo tampoco ayuda, pero es más llevadera ya que hablamos de la liberación de un pueblo sometido por un imperio. Son tres horas que caen casi sin sentir, y ese es sin duda el mayor logro. Para todo lo demás, dejen el cerebro sobre la mesita y disfruten del abrumador espectáculo.