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Voto de Plácido Eldel Motocarro:
9
Aventuras. Acción. Drama Espartaco era un esclavo tracio que fue vendido como gladiador a Léntulo Batiato. En Italia promovió y dirigió la rebelión de los esclavos (73-71 a.C.) contra la República romana. A medida que recorrían el país, innumerables esclavos se iban sumando a la rebelión. Espartaco intentará llegar con su ejército al sur de Italia para poner rumbo a sus hogares. (FILMAFFINITY)
10 de abril de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Espartaco”, forma parte del buen cine, ése. que no sólo no envejece sino que, como un buen amontillado, mejora con los años. Es, una de esas películas, que siempre nos sorprenderán, en las que siempre descubriremos algo nuevo, por eso; son tan maravillosas. He visto, “Espartaco”, en cuantiosas ocasiones y siempre hallé algo en ella que me conminó a volver a verla…

…La primera vez que la vi; me conmovió su sublime prosa, su lírica elevada, su cautivador relato, sus diálogos deslumbrantes y su bellísima narración. Posteriormente, me cautivó por sus intérpretes y personajes. Quién no recuerda a, Laurence Oliver, haciendo de Craso, a, Laughton, de Graco, a, Ustinov, de Lépido, a, Tony Curtis, de Antonino, a, Woody Strode, de Draba y, cómo no, a, Jean Simmons, de Varinia y a, Kirk Douglas, de Espartaco. La vi aún muchas más veces, y unas veces percibí su luz, en una brillante fotografía, otras vi, una realización desmedida, repleta de planos de gran maestría, y entre ellos recuerdo, el de unos troncos ardientes rodando por una ladera. Hubo un momento en que me descubrió ciertos valores, y valoré algunas enseñanzas, como la de revolverse siempre ante la injusticia o la de preferir la corrupción en la democracia antes que la virtud en la tiranía. me adentré, con ella, en las pasiones humanas; el amor, el odio, la lujuria, el poder, la violencia, la vanagloria, la amistad, la lealtad, la traición, el honor, el deshonor, el deseo, la ternura, el valor, el valor… de la libertad y, otras, que, quizá, halle en el siguiente visionado. Y podría seguir así, casi infinitamente, descubriendo mil matices en cada escena, en cada secuencia... pero me limitaré a describir mi última experiencia…

…La veía por enésima vez, y aun así; me estaba volviendo a apasionar de tal manera que aunque quería, no podía dejar de verla, ni dejar de quedar boquiabierto, entonces caí; era la música la que a ella me encadenaba, la que en ella me embelesaba, y pensé: por qué antes no había caído. Y me respondí: No posee una melodía de ésas que se recuerdan, de ésas que en cuanto la oímos recordamos la película. Pero, ¡Dios!, que sinfonía siempre latente, siempre entre bambalinas, siempre melodiosa reconduciendo el relato, sus huecos y nuestras emociones. Una banda sonora magistral compuesta por Alex North (“Cleopatra”, “Un tranvía llamado deseo”, “¡Viva Zapata!”, y la que el propio Kubrick rechazó a última hora en “2001: Una odisea espacial”). Y esto fue lo que me condujo hasta esta reseña pues no quisiera… partir, sin mostrarle mi reconocimiento.

Y sólo a modo de anécdota diré: que esta vez al fijarme en parte de la utilería empleada (botas de vino u otros productos de cuero o alfarería) o en el color de paisajes y pueblos que asoman en la pantalla, caí en la cuenta de que, al menos en parte, estuvo rodada en España.

Pero siempre hay algo perenne en cada visionado, que siempre permanece inmutable; y es ese instante, en que se atraganta de saliva mi garganta, cuando se levantan, ya cautivos y encadenados, gritando: “¡Yo soy Espartaco!”
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Plácido Eldel Motocarro
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