Sorprendente film rodado hace casi 80 años, muda y en blanco en negro, por supuesto, pero magnifícamente restaurada a partir de una copia en la que no pudo meterle mano la censura inquisidora francesa, y que maravilla más que por la historia en sí (fiel a las actas de un auténtico proceso), por todos conocida, por el prodigio de técnica que encierra. Maravillosos primeros planos de los principales intérpretes, la propia Juana de Arco (la Falconetti), pese al extremo dramatismo que se imprime a su figura, pero mejor aún la imponente galería de los frailes y curas inquisidores, en los que se reflejan la crueldad, la jactancia y la ironía con inusitada crudeza. Toda una obra de arte, para la historia del mejor cine.