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España España · Badajoz
Voto de Shikigami:
7
5.7
806
Animación. Romance. Comedia "¡Pobre Pierrot!" es una película francesa de dibujos animados, dirigida por Émile Reynaud, que se estrenó en noviembre de 1892 en el Musée Grévin de París y se proyectó ininterrumpidamente hasta febrero de 1894 mediante el teatro óptico, un sistema de ilusión de movimiento inventado por el propio autor, que proyectaba una película sobre una pantalla translúcida haciéndola pasar ante una fuente de luz dotada de un sistema de espejos. La ... [+]
20 de marzo de 2018
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta sencilla película tiene dos historias paralelas. Una la que cuenta, que es naif, inocente, graciosa, cándida, entrañable. Otra la de su creador, que a partir de un artilugio existente, creó un producto capaz de captar la atención del gran público durante años, hasta que el invento devoró al inventor y lo hizo esclavo de su éxito.
Émile Reynaud partió del zoótropo de William George Hörner, un invento que permitía visualizar unas imágenes dispuestas en un tambor a través de unas ranuras, haciendo que al girar con velocidad diera la sensación de movimiento que se repite cíclicamente. Reynaud eliminó la sensación de obturación, de “parpadeo”, haciendo que en el interior del tambor se colocaran espejos que reflejaban las imágenes periféricas, llamando a su invento praxinoscopio. Lo creó en 1877 y el invento fue un juguete muy aclamado en su día.
Posteriormente haría varias mejoras hasta crear el praxinoscopio-teatro, que es una cajita de madera que recrea un escenario, con una lamparita superior que, estéticamente, es una preciosidad. Cuando se le ocurrió proyectar sobre una pantalla traslúcida las imágenes de su praxinoscopio, para una audiencia numerosa, lo llamó teatro óptico. Eso fue en 1892.
Émile Reynaud: ingeniero, relojero, dibujante pintor… ingredientes que muy bien cocidos podrían dar lugar a un perfecto pionero del cine de animación. Como así fue.
Muchas de sus técnicas de realización fueron utilizadas posteriormente en los dibujos animados prácticamente hasta la llegada del arte digital: doble exposición o sobreimpresión, disociación de figuras animadas, calcos sucesivos, trucados, bucles, etc.
Reynaud hacía los dibujos, incluso realizaba efectos sonoros. Inventó la película perforada que hacía girar entre dos bobinas, lo que dio lugar a imágenes secuenciales no cíclicas. Quiso añadir partituras expresamente para sus proyecciones (las primeras bandas sonoras de la historia, a cargo de Gaston Paulin).
La tragedia es lo que vendría después. En 1900 acabó el contrato de las llamadas Pantominas Luminosas (las animaciones) de Reynaud con el Museo Grévin de París, donde había estado trabajando en las proyecciones sin parar, sin tener tiempo para nuevas invenciones, sólo para crear un par de historias más en 1895, mientras reparaba su invento tras meses ininterrumpidos de trabajo. Llegó a realizar hasta doce pases al día, operando su praxinoscopio, volviendo a colocar las tiras, ajustando lámparas, espejos, preparando los efectos, limpiando, colocando las bobinas, las telas, calibrando… Así todo el día. No pudo competir con el éxito de los hermanos Lumière con sus filmaciones reales, económicas y fáciles de realizar, y aún más fáciles de exhibir. Y todos olvidaron a Reynaud, el —diríamos— inventor de los dibujos animados.
Presa de la ira y la desazón, Reynaud rompió su praxinoscopio a martillazos. Se sumió en una depresión. Tiró casi todas sus realizaciones al Sena —entre lo poco que se salvó está este ¡Pobre Pierrot!—, acabó en un hospicio y murió en la indigencia.
Lumière es hoy en día un nombre propio recordado por todos. Nadie recuerda el tesón y la capacidad artesana y creativa de Reynaud, que tanto hizo disfrutar al público en su día.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Shikigami
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