Haz click aquí para copiar la URL
España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Drama. Romance Arthur Seaton es un joven inglés de carácter agrio y rebelde que trabaja en una fábrica. Trata de huir de su rutinaria y aburrida vida bebiendo y divirtiéndose cuanto puede los fines de semana. Ésa es la única meta de su vida: pasarlo lo mejor posible. Al mismo tiempo, mantiene una relación con la mujer de un compañero, y todo se complica cuando se queda embarazada. Mientras tanto, se enamora de una joven de estrictos principios morales ... [+]
19 de octubre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesantísima cinta, uno de los mayores logros del llamado “Free Cinema” británico. Dicho movimiento, a caballo entre el neorrealismo italiano y la “nouvelle vague” francesa, comparte con ambas corrientes su gusto por las localizaciones reales, un adusto blanco y negro, y personajes despojados de todo glamour, cuando no directamente lumpen. Ni que decir tiene que también comparten unas estrecheces presupuestarias que, en buena medida, explican las mencionadas inclinaciones estéticas.
Característico del “Free Cinema” es, además, el recurso a protagonistas jóvenes, irritados y un punto nihilistas. Ello se evidencia en el propio título del texto que dio carta de naturaleza al movimiento, el conocido como “Manifiesto de los jóvenes airados”. Una rabia generacional que, en la película que nos ocupa, encarna a la perfección Albert Finney, quien ya en su debut muestra unas admirables maneras interpretativas, al tiempo que hace un arrollador despliegue de carisma, copando la pantalla, y la sencilla historia toda, con sus duros rasgos de la periferia y su chulesco balbuceo proletario.
Su director, Karel Reisz, antiguo crítico cinematográfico y cofundador del “Free Cinema” junto a, entre otros, Tony Richardson- aquí productor- y Lindsay Anderson- “If…" (1968)-, también se estrena con esta “Sábado noche, domingo mañana”. Y lo hace, claro está, con suma fidelidad a los postulados del movimiento que recién había contribuido a dar a luz, regalándonos con ello un ejemplo amorosamente acabado de uno de esos soplos de aire fresco que, hace ya más de cincuenta años, tanto hicieron por revitalizar- y democratizar- un arte, el cinematográfico, que se adocenaba sin remedio aparente.
Nunca podremos estar lo bastante agradecidos a aquellos críticos furiosos que, hartos de ver basura, decidieron coger el toro por los cuernos cambiando la pluma por la cámara para, en fin, salvar el cine.
Carorpar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow