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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
5
Terror. Intriga. Thriller. Fantástico Sigue la historia de una familia que vive en una casa en el bosque cuidándose de no emitir ningún sonido. Si no te escuchan, no pueden cazarte... (FILMAFFINITY)
5 de junio de 2019
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El prometedor planteamiento “in media res” tarda muy poco en dar pie a un sinfín de incoherencias que acaban por devorar la película. Una lástima, porque la cinta de John Krasinski no carecía de posibilidades.
En primer lugar, su puesta en escena es sencillamente brillante. Ese “lugar tranquilo” que da título a la película y que, en el momento menos pensado, puede tornarse infierno en la tierra constituye el marco perfecto para cualquier historia de terror. También el minucioso trabajo que entregan los responsables de los efectos sonoros, merecidamente nominado al Oscar. Cercana en numerosas ocasiones al cine mudo, los súbitos estruendos cotidianos, aquí inapelable condena a muerte para sus causantes, vienen a recordar el ruido perenne en que (mal) vivimos. Análoga pericia muestra Emily Blunt en el papel de corajuda madre de familia, capaz de lo imposible para sacar adelante a sus retoños. Otra muestra del talento de quien se cuenta entre las mejores actrices de su generación.
No obstante, “A Quiet Place” naufraga por culpa de un guión, obra del propio Krasinski —en connivencia con otros—, que parece escrito con el único fin de arruinar todas las bondades antedichas. Y no eran pocas, ya se ve. Porque, llegado el momento de la verdad y olvidándose de la infinidad de precauciones tomadas hasta la fecha, los protagonistas adoptan siempre la decisión menos indicada para la supervivencia. Como se trata de una licencia argumental bastante de uso en el subgénero, haciendo un ejercicio de seráfica benevolencia puede uno pasarlo por alto. Lo que no tiene perdón son esos bichos —extraterrestres o nativos, tanto da—, demasiado estúpidos como para suponer una amenaza medianamente seria, sobre todo para una raza humana que, armada sólo de piedras y palos, ha exterminado especies bastante más peligrosas —mamut lanudo, tigre de dientes de sable, hasta el dodo—. Precisamente ahí radica el gran, insalvable problema de la película: su absurdo punto de partida. Eso sí, son más feos que un adolescente. Los bichos, digo.
Carorpar
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