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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
8
Comedia. Drama Una mujer de escasos recursos (Edna Purviance), ha tenido un hijo siendo soltera, y al sentirse abandonada por el padre del niño, decide también ella abandonar al bebé, con la esperanza de que una familia rica lo coja en adopción. Pero el pequeño terminará en manos de un vagabundo (Charles Chaplin), quien pronto se encariñará con él y decidirá sacarlo adelante como sea. Cuando el niño, llamado ahora John (Jackie Coogan) llega a los ... [+]
28 de marzo de 2019
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No había llorado tanto frente a una pantalla desde que el Albacete Balompié bajó a segunda en 1995. Miento: una década después, más o menos, una novia me dejó por Skype y también gimoteé lo mío. Pero, salvo en esas dos traumáticas ocasiones, nunca antes como viendo “El chico”. Los títulos de crédito ya lo advierten: “una película para sonreír y quizá derramar una lágrima” —la traducción es mía—. De lo que no avisan es de que va a haber más de las segundas que de las primeras, sin menoscabo de la infinita capacidad de su factotum para provocar la hilaridad del espectador.
Charles Chaplin sale del bache creativo y personal en que lo ha sumido la muerte de su primer hijo, neonato apenas, redefiniendo el personaje que le ha granjeado fama y fortuna y dándole la vuelta como a un calcetín al género cómico todo. Frente al axioma de Mack Sennett “hazlas rápido, hazlas cortas, hazlas divertidas” se rebela él con una película de seis rollos, casi una hora de metraje en que el elemento melodramático cobra una importancia capital. Escarba para ello en su propia peripecia vital, su difícil infancia en los suburbios más degradados del Londres victoriano.
En efecto, si para la creación —sublime— de su vagabundo se inspira en algunos de los tipos observados en aquellos ambientes “lumpenproletarios”, el rol que magistralmente interpreta Jackie Coogan —cinco añitos tenía la criatura— consituye una transposición directa del Chaplin niño. El resultado es una obra de intensa emotividad donde, sin embargo, no ha lugar al menor atisbo de sensiblería. Los puntuales estallidos de comicidad están igualmente imbuidos de una ternura encantadora. Cierra la historia una larga escena onírica, surrealista casi “avant la lettre”, cuyos trucajes y ninfas remiten a las fantasías de Méliès y de Chomón. A fin de cuentas, cuando se rueda “El chico” el cine es un arte todavía jovencísimo, con sólo un cuarto de siglo a sus espaldas. El marchamo de modernidad que le imprime Chaplin en ésta y en sucesivas obras supone otra de las razones para su inmortalidad.
Carorpar
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