Vivimos mundos tan pequeños, rodeados de los grandes dramas de nuestras vidas que cuando te enfrentas cara a cara con la dura realidad de los demás, la que no ves, pq no pasa en tu barrio, o en tu mundo más cercano, se te cae el alma a los pies.

En los márgenes, es una película a la que no puedes ir con el estómago lleno ni con problemas económicas. Entrará directamente en tu alma y luego irá a tu cerebro. Sabes de lo que hablan, lo llevas oyendo en la televisión hace años, has visto miles de imágenes en la tele, pero nunca has asistido a una asamblea de personas dispuestas a ayudarte, ni te has enfrentado al papeleo y a los organismos públicos saturados y con poco margen para los casos particulares y no la multitud de casos que se amontonan en sus mesas, no te has enfrentado al momento en que a la mañana siguiente 3 camiones de antidisturbios pararán delante de tu casa.

Esta excelente película habla sobre la soledad y la incomunicación; sobre la vergüenza de asumir una realidad de desesperación o la asunción de una realidad para la que necesitas de los organismos sociales de apoyo; de los héroes sin capa, que tropiezan en vez de volar, y que en vez de superpoderes están llenos de buenas intenciones y por tanto no pierden ni un ápice de su ilusión/vocación por ayudar, resolver y luchar hasta el agotamiento – el de ellos y el del que decida compartir su vida con alguien dedicado a salvar el mundo.

El guion me parece brillante, para nada melodramático con un final como la vida misma; Penélope y Tossar dos monstruos, como siempre, no se puede esperar menos de ellos; pero los secundarios todos impresionantes destacando a Adelfa Calvo, una madre abnegada como muchas sólo queriendo, pero no pudiendo ayudar, el de Christian Checa, el hijo/astro de Tossar. Juan Diego Botto también me parece excelso en su papel como director y en el de actor. He leído en algunas críticas que Penélope está sobreactuada…para nada. Me parece una de sus grandes interpretaciones, tan creíble que sólo quieres abrazarla y decirle que no está sola. Qué no tenga miedo del futuro. Los niños y los abuelos, daños colaterales de las decisiones de sus hijos/padres retratados con un realismo sin compasión, pero sin crueldad.

Y a parte de los héroes sin capas, mil gracias por existir; he quedado sobrepasada por toda esa gente que va a un desahucio para evitarlo; que seguramente recibirá golpes; que no es la primera ni la última vez que lo harán… tan sólo por solidaridad, por generosidad, por humanidad. Mi admiración para con ellos. Me gustaría ver entrevistas a estas personas en TV o en programas semiculturales. 100 desahucios al día en nuestro país… una cifra que debería preocuparnos… pero seguimos inmersos en nuestros pequeños problemas de dónde iremos de vacaciones, dónde comeremos “a disgusto” en Navidad y viendo realities en casas con piscina.