Una amable peliculita, para algunos niños y mayores sin mayores pretensiones.
Honradamente, la dejaría para poner en casa. Que sí, que la idea es simpática, que habrá muchos fans y frikies por ahí, gozando con el Lego. Pero eso no le dá mayor valor a un producto poco ingenioso, visualmente fatigante (alguien oyó hablar de esos dibujos que "producían" epilepsia en los peques) y espolvoreado de azúcar glass antes de ponerle lacitos brillantes.
Eso sí, como el juguete, también es educativa.