Robar a los ricos para dar a los pobres siempre ha sido (desde Robin Hood hasta el Zorro) el peor de los delitos para la ley, los gobiernos y la autoridad y tal vez por eso nos gusta tanto el tema a (casi) todos los demás. Otro crimen atroz de la actualidad es ser lo que llaman un antisistema, que es simplemente no estar de acuerdo con este mundo bárbaro e inmoral en que vivimos. La película además de divertirnos desarrolla esos dos aspectos.

La frase: El grado de avance de una sociedad lo da el cuidado que pone a sus personas mayores.

La actuación: Christopher Lloyd borda el papel del anciano senil.

La escena: Cuando tratan de escapar del super en un carrito tras un torpísimo intento de “robo de práctica”.

El momentazo: El guiño pícaro de la niñita coreana a la nieta de Willy.

La película es muy divertida y para escarnio de los críticos la gente ríe a carcajadas con ella, es fluida y muy congruente con su objetivo de satirizar al sistema mundial actual donde el único delito castigable parece ser ir contra los grandes ladrones (bancos, políticos, grandes corporaciones).

Tres viejitos se ven despojados de sus pensiones y por ende van además a perder su casa así que deciden cobrarse la afrenta con el principal culpable, el banco que les cobra la hipoteca y que ha sido el abusivo que les ha desaparecido su fondo de pensiones, no saben de robos, no son agiles pero se asesoran y aplican la inteligencia (sí, si buscamos mucho aun encontramos atisbos de eso en el mundo), les han dicho que lo difícil no es el robo sino no ser atrapados después (algo muy parecido al consejo de Liam Neeson a Russel Crow en “Los próximos 3 días”).

En la película es delicioso ver el mundo al revés, los villanos pequeños (el grande es el banco) son un arrogante y algo torpe detective (Matt Dillon, actor que ha participado en películas de una decena de países) y el gerente del banco (Josh Pais) y los héroes un latino (John Ortiz) que además de asaltante vende mariguana, una niñita coreana, varios ancianos y una Ann Margret que a sus 76 años aun tiene la energía y la pinta para jugar en la cama.

Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arkin grandes como siempre y deben haberse divertido como niños al hacer esta comedia, película para pasar un muy buen rato y de paso no olvidarse de los grandes males que están aplastando a este mundo del siglo XXI.